Al parecer una característica distintiva de los países de mayor desarrollo en el mundo es su fuerte identidad. Los cinco países  nórdicos (Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca e Islandia) están entre los diez países de mayor Desarrollo Humano en el mundo.

La identidad de los países nórdicos se inicia con un idioma propio, pasando por  manifestaciones culturales desde lo folclóricos, arte, literatura y en general ideas-representaciones y actitudes-comportamientos sociales muy característicos. Lo cual no es sinónimo de aislamiento, pues se han visto obligados a dominar distintas lenguas e incorporar a los más altos niveles factores universales tales como la economía de mercado, la  ciencia y la tecnología; por lo que no es casual que esos países se encuentren además entre los de mayor Índice Global de Competitividad en el mundo.

Haití es uno de los países de más sólida identidad en América y el mundo. Idioma propio, pintura inconfundible, una literatura muy original con obras de categoría universal. Y aun compartiendo la isla con la República Dominicana y de lo cual se deduce naturales influencias mutuas,  conserva además hasta una música  propia de ritmo diferente a la dominicana.

Si  se trata de la historia de Haití, tendríamos que decir que es una de las más ejemplares y heroicas del mundo. Es  conocida la expresión de Duarte quien aun con las profundas diferencias propias  de la coyuntura  que vivió, expresa gran admiración reconociendo las hermosas páginas de la   historia de Haití, resaltando  “el amor a la libertad y el valor”.

Esos atributos no han dejado de tener un alto costo, más su mayor desgracia ha sido los dirigentes políticos que han mal administrado el Estado; quienes en su gran mayoría lo han considerado sólo un medio para enriquecerse, así como  asumirse figuras superiores o mesiánicas distanciándose ampliamente de su pueblo del cual han debido de aprender cualidades predominantes en su gente como el valor del trabajo y la honradez.

El resultado principal  de esa nefasta conducción del Estado ha convertido a Haití en el  país de la región con los más bajos Índices  de Desarrollo Humano (IDH) y de  Competitividad Global (IGC) que miden los efectos de  la gestión de los Estados para impactar la prosperidad de las personas.

Por lo dicho en los primeros párrafos, Haití aún ante sus adversidades  tiene el potencial  para un gran salto en  su desarrollo. De ahí que la extraordinaria inversión de China en Haití  que se anunció hace algunos días,  de 30 mil millones de dólares,  puede ser  su gran oportunidad. Más el principal  problema sigue siendo la calidad de quienes dirigen  el Estado.