En el argot militar, “estado de sitio” significa la supresión total de todos los derechos ciudadanos debido a una emergencia generalizada. El mejor ejemplo lo tuvimos en el 1965, durante la ocupación de los marines estadounidenses de nuestra patria.

Otro ejemplo, para los más viejitos, fueron aquellos aciagos años trujillistas cuando, a la muerte del dictador se llenaron las calles de soldados con bayonetas caladas, quienes, sin ninguna contemplación, procedieron a registrar la ciudad casa por casa en busca de los culpables del magnicidio y… ¡ay del que protestara! Aquello fue un atropello total de los derechos ciudadanos.

Para tener una somera idea de lo que es un estado de sitio, tratemos de viajar durante uno de esos días cuando los aeropuertos se encuentran bajo el código de alerta roja. Ahí todo el mundo es un virtual terrorista y nadie tiene derecho de nada.

Imaginémonos un mundo donde se han perdido todos los derechos ciudadanos, debido a un estado de emergencia terrorista permanente. Por ese mismo camino es que vamos, donde todos los países de Occidente terminarán convirtiéndose en campos militarizados, donde todo el mundo está bajo sospecha.

Después de la Patriot Act en los EEUU, todo ciudadano es sospechoso. Se puede encarcelar a cualquier ciudadano simplemente por sospecharse de que es un virtual “terrorista”, sin necesidad de una orden de arresto. La primera enmienda a la Constitución, que garantiza el derecho a la libre expresión, es un cuento chino en caso de un estado de sitio (état de siège).

François Hollande, el presidente de Francia, ha estado tratando de convencer al Parlamento de votar una ley constitucional declarando al país en un estado de emergencia permanente. Recientemente desistió de otra enmienda constitucional que estaba pendiente y que proponía quitarle la ciudadanía a todo ciudadano culpable de terrorismo.

Esto equivaldría a una especie de Estado fallido global, donde los derechos ciudadanos estén casi totalmente suprimidos. Ese sería el resultado final, viviendo perennemente bajo una  supuesta amenaza terrorista internacional.

Ese parece ser también el objetivo final de todos esos ataques atribuidos al Estado Islámico, una entelequia tan “poderosa” que tiene a todos los países del mundo estupefactos. ¿Es que nos vamos a tragar semejante cuento chino, inventado por ellos mismos?

Un lector me ha tildado de “escribidor de ficción”, aconsejándome que me dedique a ese género literario, en lugar de estar escribiendo “disparates”. Inclusive, se ha referido irrespetuosamente a mis contribuciones en Acento.com como “un total desperdicio”, sobre todo cuando escribo sobre el virus de la Zika.

Yo solo presento los hechos tales cuales son y es la tarea del lector el confirmarlos. Sin embargo, todos los comentarios de este lector son siempre tendenciosos. Nunca se concentra en el contenido, sino que denigra y descarga su propia ignorancia en sus comentarios, una confirmación de la ceguera mental en que vive. No hay peor ciego que el que no quiere abrir los ojos e investigar por sí mismo, aunque no se esté de acuerdo con el contenido. Se cree inteligente pero está más pedido que el hijo de Lindbergh.

Cuando escribo sobre los virus que han estado sacudiendo al mundo, escribo desde una perspectiva diferente a la  jaulita mental en la cual viven mis detractores desde que vinieron a este mundo. De ahí no parece sacarlos nadie.

Hace unos días presentaron en la televisión española (TVE) a dos representantes del Parlamento Europeo, donde ambos declararon que “no existe manera en el mundo para solucionar el terrorismo del “Estado Islámico”.

Sin analizar las verdaderas causas de esta entelequia y de los poderes fáticos que la mantienen, estos personajes pretenden hacernos creer la falacia de que no hay manera de solucionar el problema del terrorismo islámico.

Si analizamos detenidamente este fenómeno tan atípico, podemos darnos cuenta de que el “Estado Islámico” es una entelequia creada por Occidente. Específicamente por las agencias de inteligencia sauditas, israelitas y estadounidenses (con la participación directa de Inglaterra, Francia y Turquía). Es una entelequia que dizque lucha en el nombre del Islam, armada hasta los dientes por esos mismos que dicen que es imposible derrotarla.

¿Cuál es en realidad el verdadero objetivo detrás de esa falaz estrategia?

Recordemos la nefasta época de los “12 años balagueristas”, cuando los “Incontrolables” y la “Banda Colorá” hacían de las suyas, dirigidas directamente desde el Palacio. Mientras el Dr.Balaguer se lavaba las manos, como un Poncio Pilatos minusválido, policías disfrazados de criminales hacían y deshacían en nombre de los mal llamados “incontrolables”. Es una táctica maquiavélica muy desgastada.

Mientras tanto todos estos “ataques terroristas” están condicionando a nuestro subconsciente colectivo, bajo la premisa de que unos desalmados fanáticos con turbantes nos van a asesinar cualquier día de la semana. Por eso, la necesidad de un “nuevo orden mundial” se hace indispensable. Para ellos esa sería la solución magistral ideal y hacia allá nos están llevando.

Al paso que vamos, continuaremos entregándoles nuestros derechos ciudadanos en bandeja de plata, permitiendo que nuestros países sean reducidos a un “Estado de Sitio Globalizado”. Esa es su verdadera intención.

Por eso nos estamos convirtiendo en una inmensa granja humana, controlada y amaestrada por reflejos condicionados y a control remoto.

A eso se refería precisamente el ex presidente George Bush, Sr, cuando usaba la expresión de “New World Order” (Nuevo Orden Mundial) desde la Casa Blanca.

Esto no es ningún secreto, pues solamente tenemos que leer ese mismo término en el reverso del billete de un dólar: “Novus Ordo Seclorum” (Nuevo Orden de los Tiempos).  Es algo que ya estaba prescrito desde hacía mucho tiempo.

No hay dudas de que nuestro planeta se está convirtiendo, poco a poco y bajo nuestras propias narices, en un inmenso “Estado de Sitio”.

Los cegatos que deseen continuar encerrados en su cascarón perceptivo selectivo, sin querer informarse ni investigar más allá de sus narices, pueden continuar criticándome. De hecho, ellos ya viven enterrados en un estado de sitio permanente.