Marcados por limitaciones temporales, los estudios africanos en nuestro país, han atravesado distintos momentos y una tortuosa confrontación social permanente, que por múltiples razones le han acompañado a través de la historia.

De entrada es de obligatoriedad situar el contexto sobre el cual lo africano es tema de interés para nuestros pueblos, además de lo histórico y ladimensión ideológica y cultural. Fíjense la cantidad de aristas que se entrelazan al momento de abordar tan delicado tema en una sociedad que no ha terminado de despojarse de su pasado colonial en el plano ideológico en una especie de colonización ideológica, que creó un manto de silencio, omisión y distorsión de esta africanía, tan presente y a la vez invisibilizada.

Para muchos la africanía es una maldición de la identidad cultural dominicano, una especie de nudo gordiano no desatado que a la vez que impide la transparencia y equilibrio en la aceptación de nuestros antepasados, sumado al poco interés mostrado por el poder. Vista con negación, la africanía nuestra es vivida y rechaza en lo que se presenta como un conflicto esencial de nuestra identidad.

Africanía e identidad son alas de una misma ave, por tanto su estudio, investigación y divulgación contribuye al fortalecimiento de nuestra identidad y de la memoria social del pueblo dominicano.

Pasado y presente dialogan en la cotidianidad del ser nacional dominicana y conflictúan en su inconsciente. Para muchos dominicanos, lo africano contamina nuestra identidad cultural, la acerca a Haití, la refiere ancestralmente al viejo continente africano y la relaciona con la esclavitud y el salvajismo de sus creencias y prácticas religiosas, pero sin la africanía, nuestra identidad carece de ritmo, cadencia, movimiento, originalidad, color, sonoridad, espiritualidad diversa, imaginario creativo y mestizaje, lo que nos hace particulares y específicos al mismo tiempo. Claro, conjugada a la vez con las demás culturas que constituyen la dominicanidad, la africanía aporta a la diversidad nuestra.

Por mucho tiempo los aportes africanos a la cultura dominicana fueron opacados, ignorados y ausentes de la memoria social y de los organismos responsables de la construcción de conciencia e identidad, entre ellos el sistema educativo nacional.

La intelectualidad, en sus distintos momentos, ha mostrado distancia con el tema, salvo el impulso recibido por el Encuentro de Estudios de la cultura dominicana producido en la Universidad Autónoma de Santo Domingo en 1973 que condujo una reflexión hacia la revisión de los enfoques usados por los cientistas sociales, hasta el momento, en la historia, la sociedad y la cultura y abrir los temas y la manera de abordarlo, con una visión más humanista, científicas, académica, compleja, diversa y democrática.

Luego de unos años de dispersión e inconexión con la agenda de investigación, el tema africano en la República Dominicana, es parte de una nebulosa que afecta la investigación en el país. Es de obligación mencionar que este tema se matiza con la política y la ideología, cuya vinculación crea una dermatitis frágil y delicada, que obliga a adentrarse a sus entuertos  para desenredar la madeja.

Sabemos que los pueblos afectados o tocados por la colonización, lo cual influyó como una pesada y densa nube, su psiquis, su personalidad social y su propia identidad, generando conflictos en la sociedad dominicana. Piel negra y máscara blanca, obra clásica sobre este tema, escrita por el psiquiatra e intelectual martiniqueño Franz Fanón, es prueba evidente del conflicto que arrastra la problemática de la negritud en nuestras sociedades caribeñas, y en particular la dominicana.

Hoy la investigación sobre africanía, como otros temas vedados de la agenda académica del país, se encuentra en una dificultosa desaceleración, inacción y desinterés, tanto oficial, como académica y de la comunidad intelectual nacional. Quizás no sea culpabilidad exclusiva de los investigadores  interesados, el país vive un momento marcado por el dominio del conservadurismo y la indiferencia, por lo que africanía, que de por sí causa escozor, no está en su mejor momento, pero de lo que se trata es desafiar el poder, lo convencional yevidenciar más la realidad social en aquellos temas históricamente reprimidos, condenados, prejuiciados o simplemente minimizados.

Lo cierto es que podamos entender el momento, reflexionar los enfoques hasta ahora usados, revalorizar los ejes temáticos privilegiados hasta el momento, para encontrar otras miradas que nos permitan contagios e innovaciones en las estrategias de investigación y sus contenidos.

La necesidad de encontrarnos para dialogar, debatir, evaluar, reorientar y redefinir la agenda, los marcos teóricos y las formas de tratamiento de esta herencia nuestra, es tarea inmediata. Africanía e identidad son alas de una misma ave, por tanto su estudio, investigación y divulgación contribuye al fortalecimiento de nuestra identidad y de la memoria social del pueblo dominicano.

La agenda de investigación de los temas de la africanía nuestra ha de tomar en cuenta los cambios sufridos por la sociedad dominicana en los últimos 20 años, obliga a una reconsideración del menú temático, y analizar las tendencias que mueven la población actual que posibilite una articulación generacional.