Respuesta a las exigencias de la burguesía: Ulises Heureaux (1887 – 1889) 

Gregorio Luperón ocupó la presidencia en el 1879 tras un periodo de inestabilidad política y económica para la élite criolla. Al ocupar el cargo, Luperón decide quedarse en Puerto Plata y enviar a Santo Domingo a Ulises Heureaux como ministro de la Presidencia con poderes similares a los del presidente.

Puerto Plata, finales del siglo XIX o comienzos del siglo XX
Puerto Plata, finales del siglo XIX o comienzos del siglo XX

Esta decisión de Gregorio Luperón tenía motivaciones económicas ya que abandonar Puerto Plata implicaba descuidar sus negocios como es el caso de la Junta de Crédito local, institución privada que daba préstamos a los gobiernos con ganancias de un 50% en intereses[1]. El paso dado por Luperón, aunque benefició la estabilidad económica del héroe de la Restauración, le perjudicó políticamente porque Heureaux fue tomando liderazgo hasta llegarlo a desplazar totalmente en el 1886 cuando se celebraron las elecciones presidenciales entre Lilís y Casimiro de Moya.

Desarticulación de los bandos

Con la toma de posesión de Lilís se inicia un desplazamiento de los demás líderes de su partido que podían hacerle sombra en su proyecto político. Tal es el caso de Casimiro de Moya, quien se lanzó a la lucha debido a fraudes en las elecciones del 1886 hasta que, finalmente, fue derrotado por Lilís y sus partidarios. Por lo que se pasó de un gobierno oligárquico, ya que los azules controlaban el escenario político y económico, ha centralizar el poder en su persona. Para alcanzar el poder total, Heureaux recurrió a préstamos con comerciantes nacionales y, posteriormente, con la empresa holandesa Westendorp (1888) bajo el pretexto de pagar las deudas dejadas por Báez.  Sin embargo, dicho préstamo fue utilizado para sobornar a la oposición y cubrir los gastos militares y de espionaje que le mantendrían en el poder.

La dictadura de los préstamos 

Aunque el establecimiento de Lilís en el poder aconteció después de una costosa y violenta lucha, las personas clave de la burguesía nacional apoyarían y permitirían la perpetuación del poder lilisista debido a que el dictador ofrecía una política de beneficios a esos sectores a cambio de apoyo político y económico.

Gregorio Luperón
Gregorio Luperón

Tal es el caso de Gregorio Luperón, quien lo apoyó en la lucha contra Casimiro de Moya, confiado en que recibiría beneficios políticos y económicos[2]. Pero el soborno y los gastos militares no se podían cubrir con las ganancias que el Estado percibía ya que la economía nacional todavía no tenía una producción de mucho capital. Es por esto que Lilís recurre, en varias ocasiones, a préstamos internacionales y nacionales. Todos bajo la excusa de mantener el orden y el progreso:

¨Del estudio que he hecho en toda la Comarca Cibaeña he obtenido el convencimiento de que el país entero ha entrado franca y resueltamente por la vía del orden y que en ese estado las cosas se habrá de lograr más fácilmente el establecimiento de un progreso positivo[3]¨.

El primer préstamo, ya antes mencionado, fue con la Westendorp en el 1888 y luego seguiría un segundo préstamo con la misma empresa holandesa en el 1889. Los dos empréstitos tenían como garantía las ganancias de las rentas aduaneras que se recaudaban a través de las conocidas Juntas de Crédito. Más adelante, como ya es sabido, la Westendorp quebraría y sería la empresa norteamericana San Domingo Improvement Company que se haría acreedora de todos los prestamos contraídos con la Westendorp. Pero no se pueden olvidar los prestamos nacionales, tomados a burgueses locales que recibían beneficios extraordinarios como la exoneración de impuestos aduaneros y altas tasas de intereses, como lo afirmaría el mismo Lilís en una de sus cartas:

¨ (…) Respecto del Distrito de Macorís, el gobierno ha celebrado un acuerdo con el señor J.B. Vicini al efecto de que le sea entregado al dicho señor Vicini o a sus agentes el producido de los derechos de exportación de todos los azúcares que se embarquen por el puerto de Macorís o por cualquier otro de la jurisdicción de ese Distrito[4]¨. 

Burguesía insatisfecha y desplazamiento de los europeos 

Pero la burguesía local, que tenía el nacionalismo como base de su crecimiento, empezó a disgustarse con la constante salida de capital del país debido a las deudas contraídas por Lilís con occidentales, así como los beneficios que les daba (como es el caso del Tratado de Reciprocidad con los Estos Unidos en 1891). Se puede apreciar ese disgusto con la conocida Revolución de los Bimbines en el 1894.

Este fenómeno político consistía en la unión de los líderes políticos de diferentes vertientes para derrocar a Lilís. Pero llama la atención que todos esos líderes fueran miembros de la burguesía y cuyos beneficios estaban siendo afectados: Gregorio Luperón, principal acreedor de la Junta de Crédito de Puerto Plata; Casimiro de Moya, propietario de la Casa Moya, negocio que vendía café, tabaco y cacao a los europeos que ya estaban siendo desplazados por los estadounidenses; Horacio Vásquez, socio de Casimiro de Moya y comerciante del Cibao; e Ignacio María González, ex presidente y ministro de relaciones exteriores de la República.

A la Revolución de los Bimbines le siguió la invasión de El Fanita. Un intento de Juan Isidro Jimenes, rico empresario de Montecristi y posterior presidente de la República, tumbar el gobierno de Lilís pero que no tuvo sus frutos. Ya para finales de la dictadura, el país estaba en constante tensión por la crisis económica y política.

Lilís no podía pagar sus deudas y la estabilidad social que necesitaba el comercio para el bienestar de la burguesía, no estaba garantizada, como él mismo lo manifestaría: ¨ Todo el Distrito está cubierto militarmente, con tropas escogidas y de confianza. Lo mismo pasa con todos los lugares donde aun remotamente pueda haber peligro[5] ¨. Serían los miembros de la élite de agricultores y comerciantes del Cibao que le darían muerte a Lilís en julio del 1899.

[1] R. Cassá. Historia social y económica de la República Dominicana, Santo Domingo, Alfa y Omega, P. 173

[2] O. Inoa. Historia dominicana, Santo Domingo, Letra gráfica, 2013, p.440

[3] C. Veeser. Antología de cartas de Ulises Heureaux (Lilís), Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2015, p.84

[4] C. Veeser. Antología de cartas de Ulises Heureaux (Lilís), Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2015, p.212.

[5] C. Veeser. Antología de cartas de Ulises Heureaux (Lilís), Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2015, p.448.