Una de los primeras noticias acerca de la conjunción entre espiritualidad y jardinería procede del hermano Lawrence (1614-1691), quien sirvió en calidad de hermano laico con los carmelitas en un monasterio en París. Él es famoso por sus pensamientos sobre “la presencia de Dios”. Él comentó que podía encontrar la presencia de Dios hasta en su trabajo en la cocina y en el huerto. En la actualidad muchas personas encuentran paz, espiritualidad y la presencia de Dios entre las plantas y árboles, en los desiertos, en los bosques, playas, montañas, praderas, tierras labrantías y, hasta en los jardines.
Ahora bien, ¿qué es la espiritualidad? He estado interesada en el tema de la religión, las iglesias, los cultos y la espiritualidad desde cuando estaba en la escuela primaria, cuando iba a la Iglesia Metodista en Denver, adonde me llevaba un vecino. Nunca fui a la iglesia porque me llevaran mis padres o mis abuelos, pues ellos no acostumbraban a ir a la iglesia.
Yo lo hacía porque estaba interesada en aprender más acerca de las religiones. Por tanto, cuando estaba en la escuela intermedia fui a la biblioteca local para leer acerca de las diferentes religiones en el mundo, budismo, islamismo, catolicismo y otros tipos de cristianismos, judaísmo, taoísmo, hinduismo, sintoísmo, zoroastrismo y otros. Una vez que obtuve mi licencia de conducir ya en la escuela secundaria, visité algunas iglesias y locales de fe, entre ellos, varias iglesias protestantes, templos budistas, templos de judíos ortodoxos y la iglesia católica. Sin embargo, en estos lugares de cultos, no experimenté mucho de la espiritualidad que era descrita en los libros, como un tipo de conexión esotérica con lo sobrenatural, o con lo natural, por ejemplo, con las plantas.
Una vez que comencé a asistir a cátedras en la Universidad de Cornell, encontré que era menos refinada que muchos de los demás estudiantes que provenían de áreas metropolitanas más grandes. Yo era una muchacha que recién había terminado sus estudios secundarios en un plantel suburbano, Wheat Ridge High School, en la que la mascota de la escuela era “El Granjero”, heredada de cuando esa zona era una comunidad agrícola.
En una ocasión en Cornell comencé a salir con un joven de pelo largo, un músico hippy que me invitó a ir a una casa rural que su grupo musical había alquilado. Una vez allí nos sentamos en el campo y bebimos unas cervezas. Un poco más tarde me acosté sobre la hierba y la maleza y sentí despacio una extraña sensación, experimenté el espíritu de las plantas. Unos instantes más tarde percibí la unión de los espíritus de las plantas y el mío. Sentí que me integraba a la tierra, de una manera que apreciaba similar a las experiencias esotéricas de las religiones orientales.
De esta manera comenzó mi búsqueda por las experiencias espirituales que pudieran unir mi alma con el alma grande, con Dios y, con las almas y espíritus de los demás, humanos, animales, plantas, etc. Pensé que eso podría alcanzarse por medio de algún tipo de meditación, tales como algunos tipos de meditaciones de las religiones asiáticas y de algunos de los grupos denominados Nueva Era. Lo que ansiaba lo concebía como una sensación de conexión espiritual, sin necesidad de estar en un recinto.
Puesto que vivo en un mundo moderno recurrí a preguntar a través de los medios sociales de comunicación, específicamente face book, a algunos de mis ciberamigos dónde encontrarían la espiritualidad. Un amigo judío escribió: “La espiritualidad no se encuentra en un lugar específico, puede encontrarse en cualquier lugar”. Otra persona, de modo similar escribió: “La espiritualidad es una conexión más allá de lo físico que existe entre todos las cosas con vida, pero esa conexión no puede lograrse solo en establecimientos”.
Otro amigo, cristiano, comentó: “He encontrado a Dios y la espiritualidad más fácilmente cuando trabajo en el jardín, cuando veo los niños jugar, o en la valentía de una nación recogiendo de entre los escombros, después del colapso de la Torres Gemelas”. Al escribir acerca de la espiritualidad, Wikipedia anota: “. . . el uso moderno tiende a referirse a . . . la búsqueda de un sagrado o último significado, experiencia religiosa o encuentro con su propia dimensión interior”.
Lo que llamo espiritualidad en mi labor de jardinería es la paz y la tranquilidad, es cuando noto que algo está creciendo, cómo está creciendo y, qué tengo que hacer para ayudarlo a crecer o, evitar que continúe creciendo cuando se trata de una planta invasiva o que no es nativa de la zona. En algunas ocasiones hablo a mis plantas. A un arbusto fuerte y alto le digo, “Voy a apoyarme en ti para no caer si tropiezo con estas raíces, piedras o montones de tierra de este jardín”. En alguna parte leí que hay que advertir a las plantas cuando se las va a podar o trasplantarlas. Cuando retiro de su sitio una pequeña planta de jasmín, me excuso y le explico diciéndole que voy a trasplantarla inmediatamente en un suelo más propicio para luego regalarla a una de mis hijas.
Al vivir en Miami he aprendido más sobre religión. Obtuve un máster en Teología y un doctorado en ministerio. Fui ordenada pastora de la Iglesia Metodista Unida. En mis primeros años de ministerio participé de forma activa en una organización de justicia social. Más tarde inicié un proyecto de actividades que usó las manifestaciones artísticas (música, danza y artes visuales) para tratar por este medio la justicia social y la diversidad étnica.
En la actualidad me dedico a estimular a las personas a desarrollar su espiritualidad a través de la jardinería. Es algo que puede lograrse en el hogar con plantas en macetas, pues no todas las personas tienen la posibilidad de un jardín exterior. Si uno tiene un jardín exterior, atendido por un jardinero, tómese el tiempo para sentarse en su jardín, en medio de las plantas, abra los ojos y el corazón a las plantas. Las plantas son algo más que objetos de decoración o fuente de alimentos. Escúchelas y mírelas. Observe los insectos, las abejas, las mariposas y las aves que visitan sus plantas. Establezca relación con sus plantas. Comuníquese con ellas.