Cada cierto tiempo surge en nuestro país algún brote de violencia que ocupa los titulares en los medios de comunicación, aunque su desaparición como noticia no necesariamente implica que haya desaparecido como fenómeno. Pero ¿ha tenido la violencia la misma connotación siempre? Veamos.

En las décadas de los sesenta y los setentas se ejercía un tipo de violencia considerada como “positiva” por ser el resultado de la defensa de la soberanía y los grandes ideales.

Nos enfrentábamos a la segunda invasión norteamericana, el golpe de Estado a Juan Bosch, la guerra de abril del 65 y los doce años de Balaguer. Todo esto ocurrió en medio del conflicto ideológico conocido como la guerra fría. Que personas murieran defendiendo la patria en hechos violentos como los enfrentamientos con policías y militares no se veía como algo negativo, más bien era una violencia que se incentivaba en la juventud.

En la década de los ochentas la violencia toma otra dimensión. Ya habíamos pasado a la consolidación de nuestra democracia, pero éramos un país con una grave crisis económica. Los 80tas fueron considerados como la década perdida pues ninguna economía creció, pero fue la década del florecimiento de los movimientos sociales. Aquí la violencia ya no era por la soberanía ni la ideología, era por el derecho a una vida digna.

La crisis motivó al pueblo a lanzarse a las calles exigiendo agua, luz, comida, techo, etc. Esta violencia también era aceptada socialmente hablando pues no procuraba hacer el mal, sino tener un país mejor.

A finales de los ochentas y principios de los noventas entraría en escena un nuevo fenómeno: las películas de Hollywood y los corridos mexicanos de Antonio Aguilar. Ambas producciones exhumaban violencia por todas partes. Películas como Rambo, Rocky, el demoledor, la series de karate, entre otras, se convirtieron en las preferidas de la población.

En relación a los corridos mexicanos se recordarán canciones como la de Rosita Alvirez “el día en que la mataron Rosita estaba de suerte, de tres tiros que le dieron nomás uno era de muerte”. “La cárcel era colorada y estaba recién pintada, con la sangre de Rosita le dieron otra pasada”. Otra canción muy popular decía “que bonito son los hombres que se matan frente a frente, cada uno con su pistola defendiendo sus derechos”. Mucha gente quizás no lo recuerde, pero el año 1995 tuvo que ser declarado como el año de la no violencia.

En la actualidad la violencia tiene otros ribetes. Es el resultado de la exclusión social al que son sometidos gran parte de la población dominicana. No me gusta asociarla con la pobreza pues se crea la idea de que los violentos y delincuentes son los pobres y no es así. Existen muchos modos de violencia y delincuencia social.

En la actualidad creo que la violencia guarda mucha relación con el mensaje equivocado que se envía a la sociedad hoy en día. Vivimos en una situación de exclusión social, de injusticias y privilegios donde el reloj de marca de un ex ministro aparece con más facilidad que una niña con más de un año perdida.

Es una sociedad que ha priorizado el tener sobre el ser, donde el ciudadano ha sido sustituido por el consumidor. La indignación que crea ver que la justicia solo se cumple para los pobres y quien tiene dinero puede hacer lo que le venga en ganas y nada le pasará.

La violencia seguirá porque es una espiral que quizás se detenga cuando cambie todo lo anterior.