Desde que tengo uso de razón algunos compañeros del barrio me incitaban a "espiar" a una vecina que solía bañarse desnuda en una "batea" de metal en el patio de su casa, lo cual era considerado como un "espectáculo" o "merienda" para los más chicos, y hasta Don Quijote en sus misiones de espionaje reconoció: "yo espionaba a Dulcinea mientras se bañaba"", e incluso, hay seres humanos en esta tierra que ven a Dios como el primer espía de la tierra y sus seres, aunque yo prefiero llamarlo "el espía perfecto" por sus dones y recompensas.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene varias acepciones sobre la definición de espionaje: "actividad secreta encaminada a obtener información sobre un país, especialmente en lo referente a su capacidad defensiva y ofensiva" y la "actividad dedicada a obtener información fraudulenta en diversos campos", y yo le añado de que se trata de "un conjunto de prácticas relacionadas con la recepción encubierta de información clasificada como confidencial".
Para nadie es un secreto que, las grandes potencias utilizan sus agencias de investigación no sólo para espiar a los países que puedan atentar en contra de su soberanía, sino para tener el control de las actuaciones de los gobiernos y así incidir de alguna forma, como la información es poder, en el trazado de las políticas públicas de estos países pequeños, a favor de las economías de los gobiernos y empresas de estas potencias.
Entonces mis queridos lectores, el espionaje convive entre nosotros desde que Dios hizo el mundo, y en nuestro país todos conocemos quienes son los titulares de esas operaciones, tanto legales como clandestinas, los cuales dan el servicio a funcionarios, militares, empresas, organizaciones y particulares, tanto en condición de esposos (as) como de amantes.
Ahora bien, si el "espía" no se hubiese metido con las "reinas", posiblemente estuviera ejerciendo como sí nada, y lo lamentable del caso es que los demás se recogerán por un tiempo, pero, continuarán operando con sus escaramuzas y la misma "pa$ión" acostumbrada, con la protección de funcionarios, militares y particulares con cuotas de poder, que no permitirán que quienes hoy persiguen puedan investigar con la debida drasticidad, amparados en el Código Procesal Penal y en la Ley No. 53-07 sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología.
El maestro Adolfo Gabino Ziulu escribió con tino y un bisturí armónico lo siguiente: "la intimidad constituye uno de los atributos de la personalidad de más alto rango. Ella es esencial para la persona, e inseparable de su condición humana. Su desconocimiento implica aniquilar la existencia física y moral de aquélla como individuo y como ser social".