Ha sido un día de paz artificial, verdades consumadas, y avalanchas ocultas.

De esos que son un nudo en la garganta.

Cada hora fue una vértebra, un nacimiento, una historia diferente.

Me dejé sobornar por lo inesperado, y recordé por qué me gustaba tanto hacerlo. Anduve por el día  caminando descalza, recorriendo centímetro a centímetro el paso del tiempo, mientras cerraba las cortinas, los horarios, y me lanzaba en silencio al vacío. Un agujero por donde se me escapaba el alma.

Eventualmente, llegué a una habitación en blanco que suplicaba un poco de color. Un universo con paredes que me llamaba a trazar mi propio diseño. Decidí entrar a ese lugar tan íntimo, sabiendo que quizás nunca saldría, ni siquiera para decir adiós.

Al entrar, lo primero que me tocó los ojos fue una piedra. Estaba en medio de la habitación, queriendo demostrar su caída prodigiosa. A distancia pude ver su fractura, la reconocí de inmediato… Se la hice yo.

Sí, yo tropecé con aquella nefasta piedra, una y otra vez.

Yo la elegí, no ella a mí, y la coloqué en el centro de mi vida. La llamé mi impedimento, y comencé a existir desde el primer momento en que surgió. De repente, la vida poseía ilación, una razón de ser. Tenía un objetivo: Destruir la piedra. Un encadenamiento voluntario… Ya saben, la misma historia de todos, porque me convertí en lo que otros eran antes que yo, y que otros serán después de mí. Niños que juegan a vivir correctamente.

Niños que tropiezan con la piedra, de manera intencional, porque no saben qué más hacer con ella.

Pudiera seguir tropezando, profundizar esa fractura hasta quebrantar la piedra. Pero eso ya no me haría sentir satisfecha, porque cuando me dispuse a entrar en la habitación en blanco, había dejado de vivir para ella.

Miré a mi alrededor. Siempre pensé que en todo había arte… Recién descubría que en la nada, también.

Ahora mismo, les escribo desde la habitación. Escribo esta columna en las paredes. Continuaré haciéndolo, porque es lo que más me da placer en la vida. Además, la prefiero ahí, porque todas las ideas, en este lugar, se arruinan al ser pronunciadas.