Hacer ejercicio es una de las actividades más nobles para salud de las personas y sobre todo para las que hacemos un trabajo que pudiese significar una carga adicional, por los temas tan difíciles que muchas veces manejamos.
Una de las actividades que prefiero es trotar en la Avenida de la Salud. Lo hago desde hace más de 30 años y con el paso del tiempo la he ido adaptando en respeto al cuerpo y a la etapa de desarrollo. Hace unos años corría con un paso rápido y largo, en una alta frecuencia a la semana y muy temprano en las mañanas. Hoy troto con un paso más ligero, en la frecuencia conveniente y a la hora en que sea más cómodo, esto me permite disfrutar tanto de nuestro radiante hermano Sol, como del asomo de la amada Luna en el atardecer. Esta es una actividad que produce mucha sensación de placer por el contacto con la naturaleza, la interacción con la gente, la vitalidad que nos regala y el desarrollo de la voluntad que fortalece el carácter.
En días pasados, al salir de la casa estaba nublado y llegando al destino de inicio caía ya un torrencial aguacero, estos son los regalos de nuestro sorpresivo y rebelde clima. Estacioné el vehículo y me dije a mi misma "bueno Solange, es solo esperar a que pase la lluvia". Al escucharme en esta decisión de pronto me vinieron a la cabeza cantidad de situaciones en la vida en que lo único posible y más sabio es "esperar a que pase la lluvia". Pensé en mis pacientes, en cantidad de familias, en personas conocidas, en fin, pensé en la vida y en tantos momentos donde lo más prudente, maduro y sensato es "esperar a que pase la lluvia".
Pensé en parejas que luego de intentarlo todo para sostenerse juntos, un día cualquiera uno de los dos decide marcharse. La otra persona queda desgarrada y aunque sé lo doloroso que es, en vez de perseguir, entrar en miedo y angustia, lo más sabio es esperar a que pase la lluvia, pues siempre, siempre, el sol sale y se lleva la humedad.
Llegaron a mi mente esas caídas, roturas de partes del cuerpo o enfermedades que obligan a detener el trabajo, los compromisos y los viajes. Pelear y resistirse sirve de poco, todo lo contrario, el cuidado del cuerpo y la obediencia al descanso permitirán asumir la vida de mejor manera, luego que pase la lluvia.
También pensé en tantas mujeres atendidas que viven violencia de pareja y que se quedan por miedo, culpa y vergüenza en relaciones que no merecen, hasta que un día deciden salir; el torrencial aguacero les cae encima, por momentos parecería no escampar, pero la voluntad, la férrea autoestima y el apoyo idóneo, les ayudarán a construir un nuevo plan y el día menos pensado pasa la lluvia y el sol vuelve a salir.
Por último, pensé en el momento tan actual de nuevas situaciones en la vida de la gente por los cambios asociados a un nuevo gabinete gubernamental. Detrás de toda esa parafernalia hay miles de familias, hijos e hijas, madres y padres que de repente ven su vida afectada por nuevas decisiones. Y no solo hablo de los puestos más relevantes que son los menos, sino de aquellos medianos y pequeños que son la mayoría.
Posiblemente estas familias están ahora en angustia, miedo y estrés por lo que se avecina, talvez están viviendo un momento de caos por la transición, a ellas también quiero decirles que solo hay que esperar a que pase la lluvia, pues siempre la vida pone poco a poco las cosas en su lugar con una gracia y creatividad impensables.