Las riveras de los ríos Ozama e Isabela representan visual y realmente, la cruda pobreza de sus habitantes.  La pobreza se caracteriza por las construcciones inadecuadas, por la ausencia de servicios básicos o en caso de existir, por su precariedad –agua, energía eléctrica, vías de acceso, salud, educación -donde las tres calientes no están seguras o se consumen en cantidad limitada, en términos de calorías por persona, conforme lo establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Hay una alta incidencia de promiscuidad, además, proliferan los negocios de mala reputación, alta tasa de desempleo o una elevadísima parte de la fuerza laboral, se auto emplea como: zapatero, paletero, pulpero, chiripero, motorista, taxista, vigilante, gomero, mecánico, vendutero, juego de azar, etc.  La pobreza propicia la delincuencia, los vicios, tasa de crecimiento poblacional altísima, insalubridad, limita el acceso a la educación, lo que fácilmente conlleva a la renegación social.

Distintas administraciones de gobiernos, encuentran terreno fértil para fomentar la dependencia a través del clientelismo (tarjetas de solidaridad, bono-luz, bono-gas, nominillas, asignación de obras sin concursos, funditas de alimentos, asignación de armas de fuego, cofrecito, barrilito, impunidad, etc.).  Al escenario de la pobreza descrito, se le suma la vulnerabilidad a los fenómenos hidrometeorológicos, sísmicos y antrópicos.

El Presidente Danilo Medina, conocedor de la realidad en que viven los habitantes de La Barquita, mediante Decreto 16-13 de fecha 14 de Enero, 2013, tiene en marcha un proyecto para “atacar” la pobreza de las familias de La Barquita, se contempla la construcción de 2 mil viviendas para 12 mil personas.  La vivienda el signo más visible de la pobreza, por eso a veces la cubre, pero no la elimina.  Aún así el esfuerzo del gobierno merece ser aplaudido.

Lamentablemente, contra la iniciativa gubernamental en La Barquita “conspiran” para su ejecución los términos debate, concenso, socialización, juntas de vecinos, democratización, integración comunitaria, acercamiento, etc.  Hemos visto fracasar iniciativas parecidas por la utilización de dichos métodos.  Ya dijimos en nuestro articulo de fecha 18/07/13, que los pobres ya conocen el “arte” de reciclar la filantropía estatal, por lo que obstaculizarán en todo lo posible su inicio y culminación exitosa, o cogerán sus apartamentos sin mudarse, dejando en el sitio o enviando un familiar, al lugar escogido del proyecto.

Si el Presidente Danilo Medina no dispone de un plan de uso alternativo, para los terrenos a La Barquita, dudamos que su iniciativa se vea coronada con el éxito.  Sería conveniente que, los responsables del proyecto de La Barquita, “revisaran” la experiencia del gobierno del Dr. Balaguer, en el tramo de Los Molinos Dominicanos, margen oriental hasta el Puente Juan Pablo Duarte, donde se ejecutó un plan similar a los fines de disminuir el potencial de errores e integrar las lecciones aprendidas que se puedan sacar del mismo.