Una calle con tres cruces. Una mujer y un hombre vigilantes. Cinco de la tarde. Sol cayendo. Hacia la tardecita poco tránsito. Estado de emergencia. Los pocos vehículos que circulan llevan velocidad. Pocas personas distanciadas. Reclusión decretada. La mujer lleva por nombre Pércola y el nombre del hombre es Piénsalo. Se nota una inquietud en ambos. miran a su alrededor de forma sigilosa.

Pércola: El irlandés.

Piénsalo: No, el de todas partes.    

Pércola:  Pero…

Piénsalo: ¡Ese mismo. El que no espera a Dios!

Pércola: Sin embargo, nos pone a esperar…

Piénsalo: A quién?

Pércola: A todos y a  nadie.

Piénsalo: Al tal Godot que nunca viene…

Pércola: Sí. Sé que hace tiempo se marchó de la tierra y nos vigila…como…guardián.

Piénsalo:  Así es.

Pércola:  No quiere, no soporta a los humanos.

Piénsalo … nos mira, nos ve como cerdos…cucarachas.

Pércola: Para él somos ricos…

Piénsalo: … somos pobres…

Pércola:  El problema es que somos…

Piénsalo:… Lo sé. Ese es el problema.

Pércola: La vieja idea…

Piénsalo: Lo que parece.

Pércola: Lo que es.

Piénsalo: Lo que no es y lo que es al mismo tiempo.

Pércola: Aquello que grita entre nosotros.

Piénsalo: ¡Ah!… la soledad.

Pércola: La soledad del otro y la mía que se juntan.

Piénsalo: Es la vieja historia.

Pércola: Pero el señor Beckett es peor.

Piénsalo: Se inventa el dolor de estar solo.

Pércola: Es una enfermedad…

Piénsalo: Que se  la achaca a Dios y a su sombra.

Pércola: Beckett no sueña, pero aterra a los humanos.

Silencio

Piénsalo: ¿Quiénes somos nosotros?

Pércola: Los condenados que ríen…caminando.

Piénsalo: Los condenados… ¿ será que bailan su soledad?

Pércola: ¡Es pura política de Dios!

Piénsalo: De dios y del señor Beckett.

Pércola ¡Es un modelo!

Ambos personajes se detienen. De pronto escuchan unas voces desde lejos. Quedan paralizados. Mueven la cabeza hacia un punto de lejanía .

Piénsalo: Es una turba de gente que viene desde allá. (Señala)

Pércola: Están furiosos. Vociferan consignas…

Piénsalo: Se acercan.

Pércola: Avanzan rápido.

Piénsalo: Parece una plaga, un grupo hambriento, sediento…

Pércola: ¡Parecen un solo cuerpo compacto que busca…

Piénsalo: ¡Ah! Debe ser el señor Beckett. ¡Por fin, se cansó de tanto estar lejos de nosotros!

Pércola: ¡esperar a Dios o a Godot!

Piénsalo: ¡A nadie, a nadie…

Pércola: ¿Cómo así?

Piénsalo: Si, es así. Nadie vendrá, nadie hará justicia en esta tierra.

Pércola: Es un engranaje lleno de cómplices… de gente perversa, de gente que manda, pero no va; de gente que no se sienta a esperar,  que compra poder para ganar. No como nosotros, pendejos. Pobres. Domésticos. Correctos. Sensibles… Nos enseñaron a esperar y a perder.

Piénsalo: ¡Qué va! Estás negativo, mano!

Pércola: No, fiera. Yo no me dejo domar así, como tú crees. Lo que pasa es que nos han engañado con la ley y el deber…

Piénsalo: ¡Pues claro, mano! Estamos llenos de obstáculos y reglas que son, exclusivamente para nosotros.

Pércola: Y te voy a decir, parece que la gente se está cansando de a verdád.

Se escucha de nuevo la multitud. Ahora con más gente que avanza y amenaza. Se observan más cuerpos, se escuchan más ruidos mecánicos, metálicos y plásticos. Una humareda se ve avanzando  por todas partes.

Piénsalo: Pero, ¿quiénes son y que representan? ¡ah! Mi pana; buscan al señor Beckett. Mire el retrato que parece una calavera. Pero ese señor no aparece tam- poco. Ni él ni su bendito Godot.

Pércola: Pero, ¿y ese Godot? ¿Nos va a salvar; nos quitara todos los impuestos innecesarios, nos dará trabajo, bajará la comida, podría defender a gente como nosotros? El señor Beckett, ¿podrá hacer reclamos a favor de nosotros y contra el relajo, la burla de los precios en este país, que ya parece irreal?

Piénsalo: Sabrá Dios… Sabrá el Godot de Samuel Beckett…

Pércola: ¡Porquería, porquería… mierda tó!

Piénsalo: Estamos perdiendo el tiempo. Creo que el señor Beckett no vendrá. No hay ninguna señal

Pércola: Lo único que viene es aquello… Toda esa gente …armada de valor, avanzando sin detenerse; ocupando estas calles como dueños, como fuerzas de todos lados que no escuchan, pero avanzan.

De pronto se produce un “corredero” por las tres bocas de las tres calles… Hombres y mujeres enmascarados. La calle ha entrado en oscuridad. Se escuchan otra vez ruidos metálicos. Explosiones. Luces por puntos diversos de la ciudad. Un enfrentamiento en la calle llega a su más alta tensión y de pronto   oscurece total oyéndose las voces y el movimiento de pasos rápidos y cuerpos entremezclados que empiezan a disminuir al igual que las voces. Pércola  y Piénsalo quieren moverse, pero ya no pueden.

Pércola: ¿Y el señor Beckett, dónde está? ¿No ha llegado aún? ¿Tiene miedo ahora?

Piénsalo: El señor Samuel Beckett no vendrá. Como siempre: no vendrá ahora… ni él, ni Godot… (Oscurece lentamente. Ambos personajes quedan paralizados)