Desde la apertura de las fronteras urbanas, a partir del final de la dictadura de Trujillo, la nación dominicana ha experimentado un aumento considerable de la población a nivel urbana.
El arquitecto Eugenio Perez Montas señala en su libro "500 años del Ozama", que Santo Domingo solo contaba en el año 1961 con unos 500,000 habitantes; a diferencia de hoy en día que la población de Santo Domingo sobrepasa los tres millones de habitantes para un incremento de quinientos (500) puntos porcentuales en cincuenta años; esta realidad evidencia el crecimiento que han tenido las principales zonas urbanas de nuestro país y en especial la capital de la República, concentrando la mayor parte de la población en pequeñas extensiones territoriales.
Los datos preliminares del Censo 2010 publicados por la Oficina Nacional de Estadística certifican esta situación; los primeros reportes señalan que hoy en día la población urbana sobrepasa el 70% del conjunto de habitantes a nivel nacional, de este total más de la mitad de la población (51.12%) reside en una décima parte del territorio (11.33%) evidenciando como los territorios urbanos se han convertido en un imán para atraer la población de todo el país.
Sin embargo, la oferta que presentan estos territorios a los residentes de las zonas rurales o de las comunidades retiradas al bullicio urbano, se convierten en un espejismo al momento de confirmar la realidad vivida.
A pesar de que gran parte de la población reside en los principales núcleos urbanos, las condiciones de los mismos han empeorado considerablemente en las últimas décadas, hoy en día tenemos ciudades que se caracterizan generalmente por el hacinamiento, la vulnerabilidad de sus territorios, la deficiencia de los servicios y la inseguridad convirtiendo el "sueño de una mejor vida" en una pesadilla que aniquila las posibilidades de éxito. Aquellos que se embarcan en la aventura de conquistar nuevas fronteras para mejorar sus condiciones de vida, se encuentran al momento de llegar a la ciudad, con un sistema sumido en la pobreza, con inseguridad, enfermedades, falta de empleo y pocas oportunidades debido a lo competitivo del medio para agenciarse la victoria soñada.
Esperemos que esta realidad pueda ser revertida, ya sea adecuando lo urbano a las necesidades de sus ciudadanos o incentivando a que la población resida en las zonas rurales a fin de desarrollarlo como un elemento trascendente para la sostenibilidad de las ciudades.