Las convocatorias de protestas frente a los peligros ambientales, y el triunfo de la lucha por el 4%, contrastan con la dejadez y escasa solidaridad exhibida contra el desfalco de las arcas públicas. El dominicano no se indigna frente a la corrupción. Así lo demuestra una pasividad complaciente, las pocas luces encendidas, y los sondeos de opinión. ¿Qué sucede, cuál es la explicación de este fenómeno? ¿Cómo podemos entender esa apatía social? España puede ayudarnos a resolver el acertijo.
Gracias a un catarro común, al llegar a Madrid hace un par de semanas, me vi obligado a permanecer tres dias encerrado en mi habitación. No me quedó más remedio que ver y leer decenas de entrevistas, reportajes, mesas redondas, y opiniones sobre la actualidad española. Luego de este cursillo intensivo pude entender lo que sucede en España: han descubierto que la corrupción es el factor X de la crisis. Antes no lo tenían claro, pero hicieron el “clic”. Ahora saben lo impostergable que es una rehabilitación moral de la política y la urgente necesidad de castigo. Están conscientes de que les robaron, y de muy mala manera.
Al desplomarse la economía de ese país, se culpó al sector inmobiliario, a la banca, y al “laissez-faire” del Estado. El tema de la corrupción flotaba en aquella atmosfera trágica sin que se percibiera su protagonismo. Pero en las intimidades del sistema judicial, entre magistrados viejos y jóvenes, se iba tejiendo la relación crisis-corrupción. Decidieron actuar. Emergió el “caso Barcenas y la justicia fue “a por los intocables”. Hoy, cientos de servidores públicos corrompidos están presos o enjuiciados. Encarcelan nobles, celebridades, y a todo bandido que, sirviéndose de su posición, hubiese robado.
El hombre de la calle ha podido ver, a través de los juicios y de las acusaciones, la sentina en la que nadaban sus líderes. Finalmente, asociaron la corrupción con sus miserias, hicieron el “clic”; ahora exigen lideres nuevos, castigo y saneamiento del Estado.
“Madrid, 4 dic (EFE).- La preocupación de los españoles por la corrupción alcanzó en noviembre un nuevo récord histórico al ser citada por un 63,9 por ciento de los encuestados por el estatal Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) frente al 42,3 de octubre.”
Pude ser testigo de una nación enfurecida exigiendo una aplicación rigurosa de la ley. Ante el enérgico reclamo popular, ambos partidos mayoritarios intentan limpiar la casa. Aceptan asustados el pecado: “La corrupción es un grave problema en nuestro partido…” ha dicho el primer ministro Rajoy. La tasa de rechazo se les viene encima día a día, y un partido, demasiado joven y demasiado indefinido, “Podemos”, crece vertiginosamente alimentado por el descontento. La indignación trastoca el equilibrio político del reino.
Aquí, el pueblo todavía ni siente ni percibe la relación corrupción-miseria. (por eso no reacciona). Las masas nuestras no han hecho el “clic” que hicieron los españoles. Pero ya lo hicieron con la educación y la ecología. No obstante, en un momento impredecible e inédito, sentirán la magnitud del robo en las tripas y saltarán sus corazones. Entonces, saldrán a las calles a exigir una justicia sin contemplaciones ni tejemanejes. Ese día, no habrá gobierno ni dinero que pueda sostenerse detrás de las murallas de la impunidad. No quedará rincón en el país que no se encienda.