Desde la explosión de la crisis crediticia hace más de dos años, uno de los países que peor ha podido sortear la difícil situación global ha sido España; este gigante que por años se le consideraba como un caso de “milagro económico”, ha quedado al desnudo su pobre estructura estatal ante el rampante desempleo, excesivo endeudamiento por parte del gobierno y una mezcla de políticas ineficaces que no han hecho más que agravar el problema.

Pero dentro de todas las dificultades que están afectando al pueblo español, la que más le aflige no es precisamente el encarecimiento de la comida, el desequilibrado sistema de pensiones, el costo de la vida, la corrupción, el excesivo precio de las viviendas o el continuo aumento de los precios de los carburantes y las materias primas; sino mas bien, no tener un empleo con que poder palear las inexorables responsabilidades familiares y los incisivos golpes furtivos de la crisis.

La tasa de desempleo en el país ibérico supera el 20% de la población económicamente activa, superando con creces la media de la Unión Europea del 9.6%. Si analizamos la población joven profesional, el número es de espanto, superando el 40% del total de la población económicamente activa; empujando a los jóvenes a buscar un mejor futuro en nuevos horizontes, rememorando la época de cuando los españoles a inicios y mitad del siglo pasado viajaban a América con el sueño de mejorar su calidad de vida.

La perenne falta de empleo ha llevado a que estos jóvenes profesionales busquen su mejoría en países como Estados Unidos, Alemania y Francia, donde la crisis no ha golpeado tan fuerte. En términos porcentuales, la cantidad de españoles viviendo fuera del país ha aumentado un 20% desde el inicio de la crisis en 2008 hasta la fecha. Y el problema de esto, es que a diferencia del siglo pasado, donde emigraban personas con bajo nivel académico, ahora son los profesionales, aquellos que podrían aportar al crecimiento del país, siendo piedra angular en posiciones claves de los sectores productivos.

Lamentablemente dada la falta de oportunidad de encontrar trabajo, miles de jóvenes profesionales españoles no le han quedado más remedio que buscar visa para un sueño en territorios extranjeros, terrible suceso en medio de un periodo donde se necesitan más que nunca ideas frescas respaldadas por la fortaleza de convicción propia de la juventud. España tendrá que pagar muy caro la creciente fuga de cerebros. ((Cualquier coincidencia con la realidad dominicana es pura coincidencia, o no?))