Como una roca sólida no tiembla con
El viento, así el sabio permanece
Imperturbable ante el reproche o
El halago.
Buda.-
Reitero que de creer y creer, no creo, pero tampoco me niego a creer y sé, porque lo sé, que todo de una u otra manera se paga en este paraíso-infernal al que llamamos tierra. Nunca he robado ni hecho negociaciones o protegido vagabunderías y mucho menos a narcotraficantes, como si lo han hecho muchos espalderos, protegiéndolos y recibiendo todo tipo de prebendas por lo que hoy viven bajo un manto de blindaje e impunidad asquerosa y ruin.
No pueden, porque no pueden, meterme en su casillero, aún a sabiendas de que esos son sus deseos. Conozco muy bien todo lo que han hecho para desacreditarme y ponerme a la misma altura moral que ellos, asunto simplemente imposible, porque no podría respirar ese aire fétido al que desde hace décadas se han acostumbrado.
Los refranes encierran verdades que el paso del tiempo lo convierten en sentencias inapelables, como esa que reza “dime con quién andas y te diré quién eres”. Considero, seriamente, que es doloroso muchas veces -ante la impotencia legal y el paso del tiempo- admitir lo que a toda prueba constituye una verdad incuestionable, de que nadie puede estar todo el tiempo rodeado de personas que son, en esencia, simples excrementos humanos ambulantes, sin que en algún momento esté embarrado hasta el cuello.
Existe un grupo de perversos corruptos que en las últimas décadas han hecho irrespirable el ambiente institucional, convirtiéndose en seres sin dudas intocables; claro, en apariencias y todo esto es harto sabido y reconocido por muchos. Urden maldades, diabluras y difamaciones para destruir honras como perros salvajes de cuyas acciones su amo no puede alegar ignorancia. Podrá alegar falta de pruebas, pero a sabiendas de que el hecho de no implica que. Es posible que ya no queden vacas con sus marcas originales ni que mucho menos alguien se recuerde de terrenos que eran antiguos cementerios y por ahí sigue el rosario.
Por eso hablo de creer. Y yo creo, porque así lo dice la historia, que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. A este grupo de espalderos y su amo habría que preguntarles con mucha humildad -para que no se ofendan y vayan más lejos tratando de matarme en vida- ya que se creen por encima del bien y el mal, quien, quien o quienes se creen para considerar que poseen el monopolio de la verdad, de la violencia y el abuso moral o la burda mentira para encubrir sus atrocidades y tratar de sepultar en el fango a quien no comparte con ellos. Quién diablos les ha hecho creer esto.
Conocen muy bien lo que han hecho tanto aquí como en la vecina isla y de no haber sido por ese poder corrupto y ese lobismo tanto nacional como internacional, que en algún momento terminara, estuvieran encerrados como borregos en un mismo corral. La protección y el contubernio con narcotraficantes les pertenecen a ellos, solo a ellos y tarde o temprano tendrán que pagarlo junto a todas las “indelicadezas” de las que hoy se vanaglorian.
Parecen pavos reales en plena primavera, exhibiendo no su plumaje sino su descaro y su impunidad, porque saben que mientras la “mujer ciega” prosiga siendo conducida de la mano por “honorables” parcializados y por demás “agradecidos empleados”, nadie podrá tocarlos y no habrá ningún resultado que les cause sorpresa.
Pero si tenemos que estar claros de que hay maldades, acciones desacreditadoras -tanto aquí como en el extranjero- que perdonarlas no es de buen cristiano sino de buen pendejo y por mi parte sabré esperar ese momento en que la dolorosa verdad se haga presente, llevada por la mano de una fuerte y hermosa mujer pero, bien vendada. ¡Si señor!