Los tatuajes, esos dibujos y también, grafitis, oleos nombres, fechas, monigotes, y toda clase de temas pintados de manera indeleble sobre la piel hace apenas unos años que se volvieron a poner de moda en el mundo entero, desde el Junumucú dominicano hasta el último rincón de Tasmania isla que queda en casa del caray, es decir por todo lo ancho, largo y estrecho del mundo.

 

Pero eso de tatuarse no es de ahora, es tan antiguo como el andar a pie, o robarse los cuartos de los gobiernos, o encontrarse sistemáticamente un producto dañado entre una docena de los que se venden empaquetados en muchos supermercados. Hace poco tiempo en un glaciar de Austria se encontró congelado como una paleta de BON recién salida del freezer el cuerpo de un hombre de 5.300 años atrás en muy buen estado de conservación, al que le bautizaron como Ötzi (¿Ortiz en aquella época?) muerto por un flechazo -y no de amor precisamente- que tenía las manos y las rodillas tatuadas.

 

Tatuajes antiguos los hubo en Egipto, en Asia, China, Europa,  la India, en América Central y del Sur, y hasta en la Duarte con París que ya por aquellos tiempos los buhoneros clamaban por una mejor ubicación. Los orígenes y motivos son diversos, asuntos mágicos y religiosos, identificación, exhibición, verse más sexy y otros. También se usaron como castigo en China y la India para reconocer a los ladrones, asesinos, y delincuentes y tenerlos apartados de sus familias que era uno de sus peores castigos.

 

Desde hace más o menos un siglo los tatuajes los llevaban principalmente los marineros, los legionarios y las mujeres del llamado mal vivir, y por ello ver una persona tatuada era sospechar de alguien poco confiable, de un aventurero con mucha tela por dónde cortar. En la edad media la iglesia católica, tan vanguardista ella siempre, los prohibió por asociarlos a cultos paganos, las brujerías, o herejías que tan vigentes estaban. Después de salir de esa oscura edad media volvieron a permitirse.

 

Desde hace unos diez o veinte años el Tatoo como le llaman también para parecer más guay la gente in y out (un tatuaje puede valer pongamos por caso 2.000 pesos, pero el mismo si es tatoo entonces son 3.500 pesos, en inglés todo es mejor y vale más) ha tenido un auge impresionante, en las playas pueden verse por centenares de ellos, diminutos, pequeños, medianos, grandes y enormes que cubre un buena parte del cuerpo y hasta el cuerpo entero como es frecuente ver en Japón donde hay desde siempre una especie de culto en estos asuntos.

 

Hoy los profesionales del tatuaje con arte y tecnología logran obras maestras, a full color y con una calidad de reproducción extraordinaria, y los establecimientos dedicados a dibujar pellejos han prosperado y multiplicado en especial en las ciudades costeras.

 

Tatuarse por amor eterno puede tener serios problemas, por ejemplo la pareja de Romeo y Julieta que en la realidad diaria se llaman Gertrudis y Agapito se graban sus nombres en brazos o espaldas para dar constancia citadina y playera de cuanto ¡Se aman! ¡Se aman! ¡Se aman! Cuando esa eternidad acaba en ruptura y divorcio ahí viene el problema pues borrarlos es casi imposible aún con la fuerza del rayo Laser, imagínense lo difícil que es encontrar en sus nuevas parejas otra llamada Gertrudis y otro Agapito para cuadrar otra vez y no tener problemas de celos con el nuevo novio o novia, tal como está el crimen machista en boga.

 

En caso de que usted amigo lector o lectora recurran a este delicado método procuren que sus parejas se llamen José, Juan, Pedro, o María, Altagracia, o Isabel, más fáciles de encontrar de nuevo que los de Gertrudis o Agapito antes mencionados.

 

En lo personal los tatuajes no me atraen demasiado, no los he tenido nunca ni los tendré jamás salvo que una Coca Cola o Pepsi Cola me paguen una buena mensualidad por hacerles este tipo de publicidad cutánea. Me parece que estar en la cama con tu mujer o una mujer y que unas caras raras, serpientes, leones, mariposas, extraños seres alados, monstruos, estén viendo o participando del espectáculo del tiki taka le quita el sentido de la intimidad. Demasiado público y que además no paga entrada ni lleva mascarilla anti Covid. Además de viejos con pieles poco tersas, con arrugas y con colgajos los dibujos parecen repugnantes murciélagos disecados.

Respeto a los tatuados pues con su cuerpo tienen el derecho de hacer lo que deseen o encuentren más conveniente si no se transgrede la ley. Hay que reconocer que también los hay bonitos y bien logrados que realzan la belleza y la personalidad de quienes los poseen ¿Hasta cuándo durara la moda del tatuaje? Posiblemente hasta que haya tantos que los que no lo tengan sean los que llamen la atención. La moda es así y así es la moda.