Las inauguraciones de escuelas a lo largo y ancho del país crecen como los hongos en el bosque a cargo del Presidente Medina.  Es importante  hacer mención de esto y reconocer la valía de construir escuelas por doquier pero cuando uno ve la fotografía que acompaña a cada inauguración de recintos educativos, sus ministros orondos y el mismo con una sonrisa de oreja a oreja, uno se pregunta, ¿dónde queda la calidad de la enseñanza en el país?.

Por supuesto, que necesitamos escuelas pero ¿dónde se ha quedado la capacitación de esos profesores que poblaran esas escuelas y los alumnos que recibirán sus clases?. Para nadie es un secreto que la educación pública de este país siempre ha sido un desastre. Es una enseñanza sin calidad, sin preparación salvo excepciones pero que gradúa de bachiller cada año a miles de jóvenes que cuando los pones a prueba no saben ni escribir correctamente su nombre y llegan a las universidades con fuertes lagunas académicas.    

Esta deficiencia en la educación primaria pública arrastra muchos males desde siempre.  No solo es la falta de preparación y responsabilidad de algunos profesores, incide también los bajos salarios que estos docentes ganan por dar clases.  Los profesores del sector público no son bien pagados, llevan años reclamando subida de sueldos y mejores condiciones laborales. Al alumnado tampoco se incentiva con procesos creativos, científicos ni de ninguna índole en sus años de preparación como bachilleres.

En su momento, la ciudadanía reclamó el famoso 4% para la educación pero ¿dónde están los resultados de esa pequeña inyección en el presupuesto para la educación?.  Una inyección que no ha llegado ni al 3% dentro del presupuesto anual que ejecuta el gobierno.  Nos hace falta más que un simple 4%, nos hace falta mejorar la calidad, apostar por este sector de la educación, al Estado le falta voluntad para mejorar e invertir en una educación paupérrima que nos tiene colocados como país en el ranking de más bajo nivel educativo. Nada nuevo.

El asunto no es solo construir escuelas, también es la capacitación, la mejora del profesorado e incentivar a un alumnado cada día más apagado y desganado, que no recibe las clases que se imparten en estos tiempos de grandes avances tecnológicos y científicos. 

En ese sentido, mientras la enseñanza pública del país sea un maraña desastrosa, a los únicos que beneficia es al sector de educación privada que cada año sube los precios de colegios de manera exorbitante.