Saber para prever, a fin de poderAugusto Comte.

En octubre del año pasado insistimos desde esta columna en la necesidad de cumplir a cabalidad y bajo un sistema de evaluación, monitoreo y fiscalización eficiente con el Reglamento para el Análisis y Diseño Sísmico de Estructuras, un documento aprobado mediante el Decreto Núm. 201-2011. Este importante producto fue el resultado de muchas consultas y el apoyo de expertos de diferentes ramas del conocimiento, bajo la coordinación de la Dirección de Reglamentos y Sistemas del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.

Siempre hemos dicho que elaborar y aprobar los reglamentos técnicos es mucho más fácil que hacerlos cumplir es otra, no importa su cuál sea su nivel de complejidad. Mientras su formulación y oficialización es asunto técnico y político, su cumplimiento concierne a la calidad y compromiso institucional, recursos asignados, relevancia social y económica de la temática tratada y, obviamente, a la capacidad técnica disponible. 

En este caso hablamos de cumplir un reglamento cuyo objeto es asegurar estructuras o edificaciones sismorresistentes en un país donde 22 de 32 provincias se califican como de alta sismicidad, determinándose que 14 de ellas están expuestas a ser destruidas por terremotos. Debemos recordar que nuestra isla está localizada en el borde de la interacción entre la placa de Norteamérica y la placa del Caribe; esta última también está en interacción con las placas Sudamericana, de Cocos y de Nazca, moviéndose en dirección sureste. Consecuentemente, se trata de un asunto que debe figurar invariablemente en los presupuestos y ser parte importante de la operatividad de los ministerios competentes.

Todo el país está expuesto a sacudidas violentas, muy fuertes, severas o extremas, como la ocurrida en Haití en enero de 2010. Se trata nada menos que de un tema de seguridad nacional de primer orden, en tanto se refiere a la protección de la vida humana y la propiedad. Es penoso constar que la falta de aplicación efectiva de la mencionada iniciativa reglamentaria ocurre al mismo tiempo que empresas y ciudadanos levantan todo tipo de edificaciones sin tomar en cuenta criterios básicos de ordenamiento territorial, geológicos y sísmicos, todo ello frente a las autoridades.

Se supone que quien se propone construir un edificio, una planta industrial, una casa, una escuela o un complejo residencial está obligado ante autoridad competente a suministrar información detallada sobre planos, diseño y requerimientos de instrumentación, al margen de que dicho proceso debe contar con la participación de un profesional responsable de asegurar que la construcción de los sistemas sismo–resistentes se realice de conformidad con los planos, entre otros aspectos.

Dado el alto riesgo sísmico potencial, la autoridad debería poner especial atención a la calidad de los materiales de construcción. Por ejemplo, debemos comprobar de manera fehaciente y confiable la calidad de las barras corrugadas de acero o varillas, la cual se hace mediante pruebas permanentes de fluencia en laboratorios competentes de primera y tercera parte. Estas barras deberían soportar un límite de fluencia (presión) de 60 mil psi o libras por pulgada cuadrada (420 MPa), como mínimo, y de 80 mil psi (550 MPa) como máximo, para grados designados de 60 y 80 respectivamente.

Si bien existe el temor frente a las varillas importadas, producidas a veces sin tomar en cuenta la sísmica nacional, no menos cierto es que en este país nadie somete a pruebas imparciales las que se producen en el mercado local, desconociéndose a menudo cuáles son los químicos añadidos en el proceso de aleación, los cuales, como sabemos, pueden terminar generando un endurecimiento desmedido del producto.

Este es un hecho de vital importancia por cuanto el acero, al recibir los embates sísmicos, debe doblarse y retornar a su estado original, lo cual no ocurre cuando resulta excesivamente rígido, lo que hace que se rompa con facilidad y provoque el colapso catastrófico de los edificios.

La aceptación por autoridad competente de las varillas no solo supone el suministro del área en los planos o la exposición del esfuerzo de cedencia del material; existen otros parámetros que deben ser obligatoriamente ponderados para hablar de garantía de estructuras confiables, tales como la composición química, resistencia última y elongación, entre otros.

Como puede notarse, el seguro desempeño estructural depende de muchos factores (no hemos mencionado las referidas al terreno). En general, todos los análisis serios exigen un análisis a profundidad de la escala, simetría, altura, tamaño horizontal, distribución y concentración de masas, densidad de estructura en planta, rigidez, piso flexible, esquinas, resistencia perimetral, redundancia, centro de masas, centro de rigideces, torsión, período propio de oscilación, ductilidad, amortiguamiento, sistemas resistentes y la calidad comprobada de todos los materiales utilizados.

Para aplicar este enfoque sistémico, no bastan las inspecciones y los chequeos rutinarios de planos y diseño, o la comprobación visual de la calidad de los materiales de construcción (cemento y varillas, sobre todo); también es fundamental la realización oportuna de pruebas y ensayos bajo el cumplimiento de las normas correspondientes (ASTM o sus equivalentes nacionales), con carácter obligatorio y periodicidad razonable.

En todo caso, lo crucial es la garantía gubernamental de la eliminación de los problemas de estructuración, así como de las irregularidades que provocan el desempeño deficiente.

Tanto en el escandaloso caso de las escuelas de reciente construcción como de cualquier otro tipo de edificación -las grandes plazas comerciales nos preocupan mucho-, los profesionales responsables están obligados a demostrar, en la sección de planos y especificaciones, cuáles son los sistemas sismorresistentes, sus elementos y conexiones,  ubicación de las zonas protegidas, planos de taller y montaje, determinación de la ductilidad global de cada sistema sismorresistente y las evidencias del control riguroso de la calidad.

Mientras hoy… ¡seguimos construyendo edificios sin escaleras de emergencia y las paredes y techos de las escuelas sufren agrietamientos serios como resultado de los movimientos telúricos de menos de 5.0 grados en la escala Richter!