En estos momentos de angustias y pandemia, debemos vernos en el espejo como sociedad y replantearnos las prioridades.
Debemos entender que el emular a los países que han logrado avanzar en esta situación no muestra incapacidad, poca creatividad o es sinónimo de ineptitud. Es necesario que tomemos como parámetro inmediato modelos extranjeros, adaptándolos a nuestra realidad social y estadística.
Está demostrado que las pruebas masivas (rápidas o tradicionales), son de los métodos más eficaces para la lucha contra tan sigiloso enemigo, al igual que el endurecimiento del distanciamiento social y la cuarentena, el recrudecimiento de las sanciones contra los violadores de las mismas y el sometimiento de todo aquel que atente contra los intereses de la nación en busca del enriquecimiento ilícito personal en tan delicada circunstancia.
El gobierno avanza, pero no a la velocidad que debiera. Los esfuerzos se hacen luego de que la situación se agrava, y ya tuvimos tiempo de prever en vez de lamentar. Esta batalla no se ganara reaccionando sino actuando. Pruebas, pruebas y más pruebas, aumento de las horas de toque de queda, trabajo forzado directamente en los hospitales y lugares más vulnerables para quienes no acaten las órdenes y el sometimiento inmediato para todo aquel que le sea probado el lucro de manera irresponsable a costa de una pandemia.
Esta en nosotros como ciudadanos exigir que las cosas se hagan bien pero sobretodo a tiempo y está en el gobierno escuchar al pueblo.