Si uno busca en el nuevo oráculo de Google, quien ha desplazado al tradicional diccionario manual, el mataburros como decimos de manera coloquial por estos lares, vemos que la palabra mancebo apenas se utiliza  para designar su auténtico significado: el auxiliar que atiende la farmacia y no es licenciado en esos menesteres, y también para el empleado de almacén en su calidad de ayudante. Así es lo que se entiende por mancebo.

Otro significado cercano, es el de "amontonamiento", y es posible que a partir de ahí se derive el de "amancebamiento" para definir la relación de la pareja que no está casada, o también la relación sexual habitual fuera del matrimonio, pues en la cama, casados o no casados, se amontonan con bastante felicidad y contentura las gentes, unas encima de otras.

Estaremos casi todos de acuerdo en que "amancebamiento" es una palabra larga, bastante fea, peyorativa, malsonante, pesada, como antigua, poco fina para pronunciarla en público. "Pepe, mira esos dos, están amancebados" y Pepe, que es algo sordo del oído izquierdo, le responde a su mujer "sí, están bien cebados". O en una recepción "tengo el placer de  presentarles a mi amancebada, o amancebado". Como que suena mal.

Es mucho más sencillo decir, están "liados" o "juntos",  "enredados", o con algo de morbo, en estado pecaminoso de  fornicación. No hay que olvidar que la retórica moderna abjura de los términos del pasado, por considerarlos crudos y poco adecuados a las tendencias de las cada vez más sofisticadas y sensibles sociedades actuales. El ciego es invidente, el sordomudo es solo sordo, los enanos, gente menuda, y el amancebamiento no se escapa de esta moda, porque ahora se le dice unión libre, o vivir en pareja.

No obstante,  el nombre de "amancebamiento" si no luce en lo escrito, ni en lo oral, por el contrario, su significado literal va cobrando mayor vigencia en nuestro país, pues de acuerdo las benevolentes o perversas estadísticas, según nos pongan contentos o nos saquen las vergüenzas,  casi el 30 % de la población del país vive en ese estado, cifra muy por encima del matrimonio civil y religioso, con menos del 16%, porcentaje sorprendentemente bajo para una sociedad que presume de católica y civilizada.

¿Qué diferencia hay entre el pecaminoso y no bien visto  "amancebamiento" y el alabado matrimonio, sea este por la Iglesia o ante el Juez?  Pues la que unos señores que antes llevaban sotana, y ahora solo lo hacen sus altas jerarquías coronadas por unos llamativos capelos rojos, la establecen de acuerdo a sus propias interpretaciones y conveniencias sobre Dios y otras cuestiones divinas, de las que ellos tienen el total monopolio de la verdad y de todo lo que es correcto hacer.

Si cumples con sus leyes, vas a un resort con playa y buffet incluidos, que es el cielo, y si haces lo contrario, te meten en un tapón dominicano de carros en la 27 de Febrero a las seis de la tarde, o sea, en el mismísimo infierno. O con un poco de suerte, si no has sido excesivamente mala persona, te mandan a hacer algún trámite oficial de los que debes guardar fila, a manera de purgatorio.

Esta disminución de casorios por la Iglesia, está causando pánico entre las gradas de lo sacro, pues la religión se va debilitando por una de sus columnas principales, los mandamientos, especialmente en el culposo, controvertido y tan infringido número seis, y de paso, y de mucho peso, disminuyen las entradas de dinero por estos oficios, bastante pingues ¡Con lo caro que sale una boda por lo religioso! con toda la parafernalia que se debe implementar, los vestidos, confeccionar la lista de los invitados, el menú, imprimir las invitaciones, las flores, los anillos…

El Estado, como domador de súbditos que es, y a lo que se dedica de manera continua y ferviente, también exige el registro de estas uniones para formalizarlas, si bien de manera laica y por la vía jurídica, mediante la firma de documentos para legalizar ese estado civil y así poder establecer herencias, reparticiones de bienes en vida, causantes de tantos disgustos y rupturas hogareñas. No obstante, muchos de los derechos civiles que antes estaban reservados únicamente para los casados por ley, ya se están aplicando en igualdad de condiciones a las uniones fuera de la misma.

Ambos, Iglesia y Estado, parecen olvidarse que el amor es amor por encima de todo y de todos, de las opiniones familiares, de los amigos, de los abogados, de los curas, de las creencias, y de quienes quieran ponerse por medio para evitarlo. Es una fuerza poderosa, irresistible, como dice la canción de Caballo Viejo del inolvidable Simón Díaz …cuando el amor llega así, de esa manera… uno no se da ni cuenta… y es verdad que no lo para un pasa riendas.

El mundo, hasta hace un par de miles de años era un amancebamiento universal bastante simple, tú me gustas por lo fuerte, peludo y rudo que eres, o me convienes por lo bien que manejas el hacha de piedra, y viceversa, tú me gustas por como cocinas las patas de mamut  y tu lindo peinado a lo desgreñado, y si estamos de mutuo acuerdo vamos a revolcarnos sobre la piel de oso en la cueva, que es lo mismo en la actualidad, solo que sobre sábanas satinadas en un colchón mullido con "pilow top" en un apartamento confortable, o en su defecto, por lo cara que está la vivienda, en un moderno motel con jacuzzi.

En muchas aspectos de estos acelerados tiempos se está volviendo a lo básico, el "back to de basis" de los gringos, que siempre dicen algo que los demás tenemos que repetir después, se rompen antiguos protocolos, se abandonan viejas creencias, y aparecen comportamientos menos complejos. Y el asunto de unirse, ya sea con proyecto de toda una vida o de manera temporal, no se escapa de esa tendencia.

¡Ah! Y si va a la farmacia no le diga al dependiente "Oye, mancebo, dame un sobre de aspirinas", no vaya a ser que reciba una respuesta airada que involucre de manera escatológica a toda su familia.