Hace casi dos lustros que me atreví a escribir sobre un hombre de la vida cultural, artística y musical del país. En ese momento, al tratar de definirlo, dije, cito: “Músico, actor, compositor, escritor, creador, productor, parecería que se trata de un personaje de ciencia ficción, pero no, hasta ya creó un personaje de esos, hablo del maestro Ésar Simó, contrabajista de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional”. Y no es para menos, porque al ser tan talentoso y desenvolverse en tantas áreas y en todas muy bien, sólo un personaje de ciencia ficción lograría abarcar todo eso, pero no, es real.

Bien podrían llenarse páginas y páginas hablando de la vida de Ésar, que va más allá de lo meramente musical. Ésar emana arte. Ésar es arte. Ésar es único. Tanto así que a pesar de haber nacido en el corazón de Gascue, de una familia de clase media alta, se autonombró “wawawa”. Ésar es Ésar, es la mejor definición.

Pero hay algo que ha llamado mucho mi atención en los últimos meses y es que se ha puesto a dar clases y talleres de contrabajo, completamente gratis, a un grupo de jóvenes de diferentes edades, teniendo en cuenta que los instrumentos que son utilizados para tales fines, son los de su propiedad. Escuchar a estos jóvenes tocar este instrumento y observar el resultado que ha conseguido, algo sin precedente en la historia de la educación musical dominicana, debe ponernos a reflexionar y  cuestionarnos  todos sobre los resultados que se han tenido a lo largo de estos años.

Esta labor de Ésar quizás no deba sorprenderme, porque no es la primera vez que lo hace. Lo que me sorprende es que en un país donde abundan los falsos profetas, de aquí y de allá, que dicen ser y no son, salvo en las redes sociales, periódicos y en las cabezas de personas que desconocen la realidad. Un país donde el “yo” es lo que impera y el aprovecharse de los esperanzados de crecer, para conseguir beneficios propios, ya sean nombramientos, trabajos y reconocimiento a base de usar éstos. Un país donde por política ponen a cualquiera en una posición sin importar si está preparado, que aparezca alguien como Ésar Simó, que trabaje por convicción y amor, sí me sorprende.

El que las actuales autoridades, las anteriores, las anteriores a éstas y las de más atrás no hayan aprovechado a Ésar Simó, dice de la poca visión que han tenido e ineficacia en el ejercicio en sus funciones, explicando así el porque estamos donde estamos, en Macondo parte atrás, a pesar de estar “colocado en el mismo trayecto del sol.”

Es posible que Ésar no consiga la fama que algunos tienen, pero sí ha logrado lo que muy pocos músicos en la historia nuestra y lo que ninguno de los que están y han estado en los últimos años en esa farándula y “artistaje”, el respeto y admiración de todos los que son músicos y compañeros de él.

¡Fello, me quito el sombrero ante ti!