Si no se entiende el significado del PLD en el gobierno, será difícil asumir a conciencia la responsabilidad de aportar para desplazarlo en el 2020.
Preocupa que mucha crítica de opositores al gobierno o al peledeísmo vaya dirigida a las personas relevantes de estos; lo cual en si no es malo, pero si insuficiente y hasta superficial, porque debería insistirse en el significado histórico de ese partido en el gobierno, en el cual, la crítica a su carácter de “corporación” es una vertiente.
Hay que entender que el PLD como tal, su discurso, métodos y maneras de hacer política fue asumido por las clases medias, las que en la historia nacional han quitado y puesto gobiernos, como el modelo de sociedad que han querido. Y de hecho, esos sectores han sido siempre referencia fundamental en el desempeño del sistema capitalista en cualquier país.
El PLD ha sido consciente, porque ha tenido la fortaleza intelectual suficiente para eso, de que un partido es una expresión simbólica del proyecto de sociedad que quiere construir. Es un modelo simplificado de sociedad. Por eso se erigió desde un principio como proyecto de la clase media, elaboró un discurso político, se comportó de tal manera que pudiera ser atractivo a ese sector, y construyó sus bases sociales principales en el mismo.
El orden, la unidad, la eficiencia en todo lo que se propuso desde que surgió, hasta en la realización de sus mítines y marchas, fueron un recurso de propaganda, en la búsqueda de atraer las clases medias.
El PLD no es un partido fascista. No lo es en su esencia. Pero cuando se estudian experiencias del surgimiento y desarrollo de modelos fascistas, se encuentran elementos que aparecen en el desarrollo y la práctica del PLD: 1.- el asiento en principio en la clase media, basado en el miedo de esta a desaparecer, o caer a la condición de clase baja, destruida por el poder de la oligarquía; 2.- la condición de “puros”, casi semidioses, con la que se asumieron sus lideres y cuadros, y 3.- en sus años últimos, especialmente desde que es poder, su antihaitianismo, como un componente garante de la defensa de la unidad nacional y de convocatoria a los sentimientos de rechazo y competencia de los sectores más empobrecidos de la sociedad contra los haitianos.
Es el caso de un partido pensado para el poder, como proyecto de sociedad. Planificó su llegada al poder, y en todo el proceso de su desarrollo, se ganó a sindicalistas e intelectuales de izquierda; se propuso y trabajó con consecuencia trasvasar a sus filas las fuerzas sociales del neotrujillismo, y lo logró con el Frente Patriótico en 1996. Nada al azar. Ha dispuesto de un cuerpo de ideas como “la Dictadura con respaldo popular”, “el Pentagonismo, sustituto del imperialismo”, “el papel de la pequeña burguesía en la historia”, que, aunque las ha degenerado de la visión de su autor, les han proporcionado una guía general.
Aunque se ha masificado, es un partido de Sargentos Políticos, todos los cuales están bien establecidos económicamente y tienen a manos los resortes mediante los cuales mueven masas de votantes.
Controla el Estado. No solo al gobierno. Y sus valores los ha convertido en valores dominantes en capas de la sociedad. Hoy es un poder económico. Controla todas las instituciones del Estado. Mantiene cautivas a casi tres millones de personas en la nómina pública. Ha logrado ser reconocido como partido progresista y hasta de izquierda por foros internacionales de esas corrientes; sacó al peñagomismo de la Internacional Socialista y se agenció un lugar de respeto en la COPPAL, espacios donde el hoy PRM era la referencia.
Cayó el régimen trujillista del partido único hace 58 años, y el PLD ha devenido en sustituto, sin los crímenes ni las formas de represión absoluta de aquel, pero con unos métodos eficientes y eficaces que le garantizan ser poder.
No debe haber dudas de ningún tipo, el PLD es el principal garante de que perviva en el país el régimen centralizado que debió morir con Trujillo, y cuya superación se viene planteando desde los tiempos del programa planteado por los gloriosos patriotas del 14 y 20 de junio de 1959.
En este momento está afectado de una fisura en sus filas por la lucha entre sus dos grandes jefes, y es la oportunidad más significativa para que pueda ser derrotado en el 2020, y este hecho abra la posibilidad a cambios democráticos.
Contra esta posibilidad, dicho en otros términos, en favor de la pervivencia del PLD en el poder, atentan cuatro actitudes políticas, cuáles son, las siguientes:
La primera primero, es la pretensión, al menos eso dice su práctica, de la principal fuerza opositora, de que por inercia ganará los resultados del conflicto interno del PLD; y de no proponer nada que exprese que irá más allá de quitar aquel para ponerse en su lugar. Conducta que, además, aleja a quienes quieren hacer parte de un esfuerzo conjunto para desplazar al PLD, pero reclaman unas propuestas políticas de verdadero cambio.
La segunda primero, es la intención de proponer unas reformas constitucionales que, a fin de cuentas, solo darán aliento de vida al Danilismo, uno de los factores principales de la problemática nacional. Conducta que también anima a la desconfianza a quienes quisieran unir fuerzas para derrotar al PLD.
La primera segundo, es la proverbial actitud tangente de quienes se resisten a unir fuerzas para derrotar al PLD.
La segunda segundo, es la extraña actitud de convertir al PRM en el blanco principal, olvidando la enseñanza de Maximiliano Gómez “El Moreno”, según la cual “los gobiernos de turno son la expresión concreta de la dominación oligárquico- imperialista”.
La en curso, es una coyuntura en formación, y que requiere del análisis concreto, de búsqueda del aspecto principal de la contradicción a resolver que, en nuestra opinión, se centra en caracterizar al PLD-Gobierno, y sacar las conclusiones adecuadas.