La culpa de todos los males de este país recae sobre la clase política. Un breve sondeo por las redes sociales o unas cuantas conversaciones “en vivo” y notarán como todo el mundo rechaza y critica al gobierno a los partidos, al congreso, a los alcaldes, etc.

Pero elecciones tras elecciones votamos por los mismos partidos y elegimos los mismos congresistas y los mismos alcaldes y el mismo etc. O los que se quejan no son dominicanos o los que votan no son dominicanos. La realidad no concuerda con el discurso, la conducta aparece divorciada, la mente fragmentada entre lo que debe ser para otros y lo que me conviene a mi.

Y vivimos esperando el mesías que sacara el país adelante, al mítico coronel que se habrá de casar con la gloria. Pero el mesías no llega. Las bodas del coronel no se anuncian. Y los dominicanos esperan y sueñan con un futuro mejor y mientras el sueño se materializa seguimos rumiando culpas sobre los políticos, sobre los partidos y sobre los etc. porque si usted observa con cuidado soñar y esperar no son sinónimos de luchar por, trabajar para, organizarse a fines de . . .

Y mientras rumiamos nuestras miserias y nuestros sueños no realizados nos pasamos todo el año robándonos las luces rojas de los semáforos, ocupando el lugar que no nos corresponde en una fila, tratando de pasarnos de listos y llenando el país de basura. Mientras el hacha va y viene nos las pasamos en los colmados haciendo bulla y quemando nuestros escasos sueldos en bebentinas y francachelas.

La ciudad de Santo Domingo, al igual que casi todo el resto del país, es un infierno urbano de inseguridad, ruido, desorden y contaminación causados por nosotros mismos, pero cuando estamos en medio de tapones, atrapados en alguna irracionalidad burocrática, confusos, inseguros o estremecidos de indignación nos comportamos como el típico conductor que en vez de ceder el paso para que el otro carril avance y luego avanzar nosotros, lo que hacemos criticar el gobierno por los tapones.

Esperamos la ultima hora para sacar la placa, para cambiar la cedula y, cuando por ir tarde tenemos que hacer una fila larguísima, volvemos a criticar al gobierno, pero no te acuerdas que hace ocho meses podías haberla sacado tranquilamente. Queremos exigir pero no somos capaces de cumplir con nuestros deberes.

Algunos que lean esto dirán que le estoy tirando una toalla al gobierno y los políticos. Nada más lejos de eso. Lo que me tiene reflexionando  por lo que llevo varias semanas sin publicar nada es que no veo una conexión sincera entre nuestros deseos de un país mejor, nuestra manera de comportarnos y lo que estemos haciendo para lograrlo.

El tejido de un cuerpo vivo está conformado por el conjunto de sus células así mismo el país no puede existir independiente de sus ciudadanos; un país mejor es, ante todo, un país con mejores ciudadanos.