“Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes… Usted no puede resolver los problemas con la misma mentalidad que los ha creado… Si sigue haciendo lo mismo, no espere resultados diferentes”. Alberto Einstein.
El título de este artículo es una frase de Juan Miguel Pérez, uno de nuestros intelectuales relevantes, que me la expresó para referir su satisfacción por el hecho de que, a pesar de todos los reveses históricos de la Izquierda dominicana, está en desarrollo en el país una amplia plantilla de jóvenes interesados en dar lo mejor de sí por la causa de las mayorías populares, y sobre todo, estudiosos del Marxismo dispuestos a defender esta teoría a capa y espada. Aquí mismo, en Acento, uno de ellos ha gritado “Si, soy comunista ¿y qué?” en una manifiesta disposición a debatir su concepción contra los que la rechazan desde otra perspectiva teórica.
Como Juan Miguel, me alegro de esto que él llama milagro.
En ocasiones he comentado que el déficit de la Izquierda dominicana tiene que ver mucho con su distanciamiento con la teoría, particularmente desde 1978 hasta estos días. Con todo su derroche inigualable de ética, sacrificio y verticalidad al asumir compromisos, acusa la falta de ser más emocional que racional; de “hacer política de oído”, como los músicos que tocan un instrumento, pero no pueden interpretar una melodía a partir de un pentagrama. Son políticos sin posibilidad de hacer la lectura del acontecer a partir de las leyes y categorías de análisis disponibles en la filosofía, en tanto ciencia general, y en las varias ciencias particulares como la historia, la sociología, la economía, la política misma, que ayudan a la elaboración de un pensamiento y posición políticos.
La contra- Convergencia hacia las elecciones del 2016 acusa mucho de ese problema.
La generación de revolucionarios y revolucionarias que se formó y desarrolló entre la guerra de abril de 1965 y el citado año de 1978, se preocupó por la teoría y el debate teórico. Pero esa experiencia no se siente hoy; por esto el predominio del ruido; de las declaraciones altisonantes; de la palabra linda sin contenido; del espectáculo; de la dependencia a temperamentos personales y no a la racionalidad política; y todos juntos expresados en la impolítica.
(Yo), que hace treinta años era un joven, me consideré junto a otros y otras, como los nidales de una generación marcada por Manolo que cualquiera que sea la diferencia que se tenga o se pueda tener con algunos de sus integrantes más conocidos, (Rafael Chaljub Mejía, Iván Rodríguez, Narciso Isa Conde, Fidelio Despradel, José Ernesto- el Gordo- Oviedo Landestoy, Miguel Ángel Muñiz, Lourdes Contreras, Luis Gómez, Jorge Puello, Adolfo Faña, y muchos y muchas…) son referentes necesarios, parte del acumulado histórico; considero que no se puede ser izquierda sin ellos ni contra ellos, y lo que habría es pedirles que aporten como legado la síntesis de sus experiencias; tal como de hecho está haciendo el camarada Rafael Chaljub Mejía y dice Fidelio que lo hará.
¿Existe Izquierda en República Dominicana? Claro que si. Y mucha. Se expresa en varios grupos de niveles de desarrollo distintos, en los valores de vida de mucha gente dispersa en la sociedad. Estructurarla de alguna manera y ponerla en movimiento, es una tarea de primer orden, dura, pero necesaria.
Pero esta tarea precisa de un cambio de interlocutores. Es una quimera pretenderla con los mismos que no han podido en más de 50 años, y que por demás, lo que han hecho es dividirla una vez tras otra.
Ese necesario cambio de contexto tiene una excelente posibilidad en el resurgir de la juventud, que de nuevo va entrando de lleno a la política y a la preocupación por la teoría, como destaca la alegría que Juan Miguel califica de milagro. Hay que alentar esa perspectiva y darle el espacio para que se haga fuerza y dirigente.