¿Para qué sirve la utopía? La mejor definición la expuso el director de cine Fernando Aguirre, cuando dijo; “La utopía siempre está en el horizonte, yo sé muy bien que nunca la alcanzaré, porque si camino diez pasos ella se alejará otros diez pasos. O sea que cuanto más la busque, menos la encontraré, porque ella se va alejando a medida que yo me acerco. Para eso sirve la utopía: para caminar”.
Las sociedades, deben permanecer con paso firme hacia una visión ideológica que a futuro represente características favorecedoras al bien común. En caso de desviarse o perder la brújula, su camino podría ser un enigma y su punto final un desatino social.
La sociedad no es ciega porque no quiera ver, es ciega porque camina entre tinieblas, es ciega por no saber el suelo que pisa, por consiguiente, es ciega por su corta visión hacia el horizonte. En nuestro país, la visible muestra de una distopía social, indica que los referentes del presente podrían no conducir hacia un final fructífero, es ahí, donde surge la terrible demanda de un lobo alfa que conduzca la manada, que encienda la luz e ilumine el camino de todos. Este lobo garante de un futuro mejor podría llamarse “Estado”.
El dominicano ha venido perdiendo el enfoque de vivir sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y la esperanza de convivir de manera sana en colectividad. La cultura que reina hoy, es el interés individual, muchas veces mediante los antivalores. Si queremos conocer hacia donde se dirige una sociedad, solo debemos ver quienes son sus referentes en el presente, ejemplos; “los que entienden que compran su dignidad y éxito solo por poseer abundantes recursos; aquellos que creen que la libertad es libertinaje, incurriendo en el irrespeto y entendiendo que pueden hacer y decir lo primero que a su cabeza llegue; los padres que abandonan su responsabilidad con el futuro, sus hijos; los que incurren en esta corrupción punzante que vivimos día a día y que engloba a la sociedad; en la cultura, solo veamos quienes son los artistas que están en la cima en la actualidad; por último, los lobos encargados, los gobiernos, de ayer y hoy, han preferido caer bien ante el degrado social pues ellos simbolizan una gran mayoría y no profundizar en sembrar la semilla que engendre un futuro más ético.” Como vemos, nos vamos alejando de ser carpinteros de nuestro destino; ¿cómo volver a la política de Bosch? ¿cómo volver al arte de Eduardo Brito o Casandra Damirón? ¿cómo volver al humanismo de Pedro Henríquez Ureña?
¿Hacia dónde vamos?
Es momento de despertar, es momento de convidar a creer en un futuro digno a través del respeto, allí donde el colectivo vaya perfumado de valores y pueda caminar con esperanza, es momento de resetear nuestra utopía.