“La colchicina no es un tratamiento a generalizar, pero puede ser de ayuda dirigiéndolo bien”. – Jesús Sierra
“Eso de repartir ivermectina por calles y plazas o decir que es el disfraz de Superman que te va a proteger, es extremadamente peligroso”. – Eduardo Gotuzzo
La colchicina, un derivado del azafrán, reduce un 44% la mortalidad por covid es el titular de un medio digital español encabezando un artículo basado en una nota de prensa reportada por la agencia de noticias EFE. Proclama categóricamente en el subtítulo que: “Se trata del primer medicamento oral del mundo que puede ser utilizado para tratar pacientes no hospitalizados con coronavirus”. Tampoco el primer párrafo revela que son los propios investigadores la única fuente de la información que se asume y publica como verídica, sin tamizar: “Investigadores canadienses han descubierto que un medicamento utilizado tradicionalmente contra la gota ha demostrado su eficacia para tratar a enfermos de covid-19 al reducir un 44 % la mortalidad y un 25 % las hospitalizaciones tras analizar los resultados de un estudio con 4.488 pacientes en todo el mundo. El precio es además ínfimo: tres euros para un tratamiento de todo un mes.” No es hasta el cuarto párrafo que el lector perspicaz puede apreciar que la información ofrecida es “según investigadores del Instituto Cardíaco (sic) de Montreal (MHI)”, aunque no revela que fue por una nota de prensa, y no por la publicación en una revista científica del informe de un ensayo clínico revisado por pares, que obtuvieron toda la información. De todas maneras, como bien sabemos, muchos lectores salen corriendo, con solo leer el titular, a comprar el fármaco antes de terminar la lectura o sin entender el significado que tiene este importante detalle.
Otros medios de comunicación populares, al reproducir informaciones de agencias de noticias como EFE, en el mejor de los casos, son más cautelosos, aclarando desde los titulares que la información proviene de un estudio que dice haber encontrado… Sin embargo, el artículo divulgado no pone en contexto el anuncio de los investigadores ni advierte al lector que la declaración se debe tomar con un grano de sal, sobre todo porque se basa en una nota de prensa y no en una publicación científica revisada por pares.
Los medios de comunicación que cuentan con periodistas especializados en temas científicos son los que debemos consultar sobre ciencia y salud, por las posibles consecuencias que la información incompleta o inexacta pudiera ocasionar. Para apreciar la diferencia, veamos los títulos y subtítulos de dos artículos sobre la colchicina por Manuel Ansede, redactor de la web de noticias MATERIA, publicados en El País:
La colchicina: de un papiro egipcio a gran esperanza contra la Covid
Un tratamiento milenario y de apenas tres euros al mes reduce un 25% las hospitalizaciones, según los resultados preliminares de un estudio en Canadá, EE UU, España, Sudáfrica, Brasil y Grecia
El ensayo de la colchicina sugiere que los más beneficiados podrían ser algunos grupos de riesgo
Los resultados preliminares en 4.000 pacientes apuntan a que se evita una hospitalización por cada 64 enfermos de covid tratados, una cifra que mejora en hombres diabéticos de edad avanzada
La primera entrega de Ansede pone los resultados del ensayo reportado en contexto: desde el título habla de esperanza, no de certeza. Destaca la disminución en las hospitalizaciones, porque es el hallazgo más fuerte del ensayo, no la cuestionable reducción de la mortalidad. Presenta una valoración equilibrada e informada por las opiniones de expertos consultados sobre el significado de la nota de prensa, incluyendo un enlace al texto del comunicado:
El director de la investigación internacional, Jean-Claude Tardif, del Instituto de Cardiología de Montreal (Canadá), afirmó el 22 de enero en un comunicado que la colchicina es “el primer medicamento oral del mundo cuyo uso podría tener un impacto significativo en la salud pública y, potencialmente, prevenir las complicaciones de la covid en millones de pacientes.
La comunidad científica es muy escéptica ante este tipo de afirmaciones sin ningún estudio publicado que las avale, sobre todo tras los sonoros fracasos de otros fármacos prometedores, como la hidroxicloroquina y el remdesivir. El cardiólogo Alberto Cecconi, sin embargo, es optimista.
Ensede llama a la cautela al reportar algunos de los resultados anunciados:
El medicamento también parece recortar un 50% la necesidad de ventilación mecánica y un 44% las muertes por covid, aunque estas cifras se basan en un menor número de casos, por lo que es más difícil sacar conclusiones. Son datos que además hay que tomar con cautela, porque están pendientes de revisión para su publicación en una revista científica.
Luego Ensede cita al cardiólogo “optimista” para poner en contexto el modesto impacto del hallazgo sobre el papel de la colchicina en el combate al COVID-19: “La colchicina no es una panacea, pero puede aliviar la situación en los hospitales”.
Citando textualmente a una profesional de la medicina, advierte sobre contraindicaciones del fármaco, así como el peligro de automedicarse:
La médica Mar García Sáiz subraya que la colchicina es “un medicamento muy antiguo, muy seguro y muy barato” y advierte del “peligro” de que la gente se automedique. El fármaco está contraindicado en caso de daño renal, por ejemplo, y también puede interaccionar negativamente con otros tratamientos. La colchicina debe tomarse bajo supervisión médica, recalca la investigadora. El Ministerio de Sanidad, además, incluyó en 2004 las semillas de azafrán silvestre en la lista de plantas cuya venta al público está prohibida o restringida debido a su toxicidad.
En la segunda entrega, Ansede hace importantes precisiones basadas en su lectura del borrador preliminar de los resultados del ensayo clínico (“preprint”, igualmente enlazado), y las consultas con expertos no participantes en el proyecto. El porcentaje de hospitalizados en el grupo de la colchicina alcanzó el 4.5%, frente al casi 6% en el grupo placebo, lo que supone una disminución del 25% en términos relativos. En términos concretos, significa que la modesta contribución del tratamiento precoz con colchicina que sugiere el ensayo es evitar la hospitalización de 1 de cada 64 contagiados con algún factor de riesgo. Evidentemente no se trata de una píldora mágica, ni una panacea, sino de un potencial alivio a la terrible congestión de los hospitales en la tercera ola que azota a muchas regiones, a un mínimo costo económico y sin riesgos excesivos de salud para los pacientes bajo estricta supervisión individual por personal sanitario.
Los resultados del ensayo clínico del grupo de Montreal no justifican medicar indiscriminadamente con colchicina a la población en general, y mucho menos utilizar este fármaco en combinación con otros, como en el combo CATRACHO tan popular en Honduras. Ansede destaca en letras grandes que “La comunidad científica espera ahora los resultados de otro gran ensayo con colchicina en el Reino Unido”, pues el ensayo clínico dirigido por el grupo de Montreal fue interrumpido antes de concluir, con solo el 75% de los participantes contemplados originalmente. Por la consecuente insuficiencia de datos, la aparente reducción de la mortalidad resulta incierta. Otros importantes ensayos con colchicina actualmente se llevan a cabo para establecer si la colchicina puede aportar al tratamiento del Covid en diferentes etapas de la enfermedad y en combinación con otras terapias.
Para que la colchicina no se convierta en la nueva hidroxicloroquina o ivermectina, rogamos a los decisores que no tienen la pericia para leer los artículos científicos que al menos lean los trabajos de periodistas con especialidad en temas de ciencia y salud, y no se lleven de reportajes que reproducen información parcial o tergiversada porque carecen de la experticia. El perjuicio que pueden causar los decisores que se basan en información incompleta o errónea se multiplica en posteriores campañas de medicación masiva e indiscriminada como las que se hacen en muchos países de América Latina, aunque sea con fármacos nobles que pudieran tener ciertos beneficios si se dirigieran bien por profesionales informados sobre las necesidades de cada individuo.