El mundo vive en uno de los tiempos más difíciles de toda la civilización humana. Estamos frente a una crisis de dimensión planetaria que afecta y amenaza a toda la humanidad. Más allá del iceberg del Coronavirus, el mundo atraviesa por otros múltiples males puestos al desnudo por la letalidad de este terrible virus que misteriosamente nos afecta a todos sin importar clases sociales, color de la piel ni religión. Los propios líderes de las potencias dueñas de los grandes ejércitos se mueren de miedo al ver a un ser humano a su lado, aunque éste sea el encargado de su seguridad. Una especie de paranoia nos invade.

Es la hora de la hermandad universal de todas las naciones. No es hora de agresiones ni de guerras contra otros países, ni de bloqueos ni sanciones desde las naciones poderosas contra los países más débiles. Es la hora de la colaboración internacional sincera entre todos los continentes. El término aliado hoy resulta una palabra excluyente que debe sustituirse por amigo o amiga. Apostemos a las naciones amigas, y aspiremos a que sean todas las del planeta, porque después del Coronavirus, no nos queda otra receta que el amor y la unidad de las naciones.

Es la hora de que Cuba y Estados Unidos, situadas a unas ochenta millas de distancia una de otra, retornen al re-establecimiento de las relaciones entre los dos países iniciadas durante el gobierno de Barack Obama. Es evidente que la voluntad de los dos países y sus respectivos gobiernos avanzaron y lo hicieron correctamente. El propio Obama admitió que, después de cincuenta años de bloqueo contra Cuba por parte de los Estados Unidos, el resultado era negativo. En otras palabras, esto quería decir, tratando de contextualizar un poco, que Cuba seguía con su modelo económico y político y que también mantenía su soberanía. Esta última parte es lo que -en esencia- preocupa a la administración Trump.

En el contexto actual en que vive la humanidad, afectada profundamente por la pandemia planetaria, es el mejor momento para que los Estados Unidos suspendan El Bloqueo contra Cuba, el cual tiene más de medio siglo afectando -en todos los órdenes de la vida- a los habitantes de la mayor de las islas. Ese sería un ejemplo para la humanidad frente a la gran crisis presente y futura, producto de los daños en todas las áreas originados por el Coronavirus.

Pero la conducta del mandatario norteamericano parece que anda por otros caminos alejada de las soluciones a los problemas de todos los países. La suspensión de los fondos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), ordenada por el ejecutivo de ese país, y la oposición a que Cuba envíe decenas de brigadas a diferentes países del mundo afectados por la pandemia, es una señal que indica que Estados Unidos no tiene interés en tomar decisiones que beneficien a ningún país que considera enemigo. Este miércoles, un avión comercial se negó a llevar una donación de equipos de salud donados por China a Cuba. Esto es parte de los efectos y naturaleza de El Bloqueo contra Cuba. Las naciones deben reaccionar frente a este absurdo.