Muchos analistas y entes sociales esgrimen el argumento de que el capitalismo es un sistema inherente al ser humano, porque una de sus principales características actúa en consonancia con uno de los defectos humanos más execrables como es el egoísmo, ya que la esencia misma del capitalismo: la competencia individual y la hiperproductividad.

El error conceptual en el que caen muchos analistas es creer que el ser humano, solo encuentra satisfacción en la superación personal, y sobre todo, en la competencia entre sí, para probar de que puede ser mejor que otro ser humano a través de los cánones establecidos por la sociedad, algo que es completamente falso.

Esa aseveración de la competencia está aupada por la clase dominante. Por tal razón, es menester estudiar las relaciones de poder dentro de la sociedad, específicamente como esta se concentra de forma jerárquica, como la estudió el filósofo francés, Michel Foucault. Foucault, estudió de manera profunda las relaciones de poder de la clase dominante, la cual emplea su esquema de dominación a través de mecanismos que estimulan la obediencia sin reparo. Es por ello, que, la clase dominante ha hecho de la competencia y la superación personal su baluarte sistémico principal, pues convenciéndonos a todos de competir entre nosotros cumple dos de sus objetivos principales:

  1. Mantiene el consumo inducido por medio de la diferenciación que brinda la competencia, y, sobre todo, el prestigio que pueden brindar esos bienes materiales, lo que muy bien ejemplifica, a lo que Max Weber llamó estratificación social. Por consiguiente, medimos la existencia terrenal en base a la superación personal en el tener y no el ser.
  2. Envuelve al individuo en la vorágine de la competencia, la cual logra dividirlo, impidiendo así, una organización colectiva que vele por el bien común, que es lo que realmente somos; animales de comunidad.

A través de la historia, a lo largo de millones de años, el ser humano se organizó socialmente en comunas, donde la comunidad primitiva solo vivía para el autoconsumo entre ella, y cuando empezaron a aparecer en el cuadro social los excedentes de producción agrícola, entonces es cuando empiezan a aparecer la propiedad privada y las clases sociales, específicamente con la implementación del sistema esclavista. Luego hacen su aparición el feudalismo, el capitalismo, el socialismo, el fascismo y el nazismo. Sin embargo, en condiciones naturales, el ser humano busca convivir en colectividad, no en el individualismo.

Ningún sistema económico es inherente al ser humano, llámese como se llame: capitalismo, socialismo, esclavista, feudalismo, fascismo, nazismo, anarquismo, etc. Los sistemas económicos se sostienen con lo que, Antonio Gramsci, llamaba hegemonía. Según Gramsci, la dominación a través de la coerción o fuerza física no era suficiente para imponer el poder, sino que se necesita un consenso, donde la clase dominante le impone a la sociedad un sistema de significado propio, que no, es más, que, una forma de trazar la agenda como es y como se debe estar en el mundo.

Esa clase dominante logra imponer esa visión cósmica de la sociedad a través de la hegemonía cultural que ejercen las instituciones educativas y religiosas, y también los medios de comunicación. El resto de los súbitos que conviven en la sociedad van a percibir esos comportamientos como naturales, ya que fueron impuestos por la clase dominante a través de sus pivotes estratégicos anteriormente señalados.  Por lo tanto, esto provoca una neutralización de la capacidad revolucionaria de las clases populares.

Gramsci decía que la hegemonía no es un proceso acabado, sino que, dentro de esta, se van a generar luchas y rupturas, ya que los individuos no son estáticos y pueden resignificar prácticas y sentidos en torno a la hegemonía que se le intenta imponer. Dicho esto, Gramsci planteaba la aparición de movimientos contrahegemónicos, que tienen una visión diferente del mundo que impone la clase dominante, lo que, a su vez, genera lo que Marx llamaba una realidad cambiante.

En síntesis, ningún modelo económico es inherente al ser humano, estos simplemente son fruto de las fuerzas dominante que los imponen a través de la dominación (sangre y fuego) y la hegemonía (consenso).