Confieso que  una vez, vi en una PC una escena de pornografía. Y lejos del efecto esperado por quien lo mostraba entusiasmado: yo, casi vomito del asco. Me produjo aversión. A él, le parecí ridícula, anticuada. No me importó. Pero… ¡Ay, Dios!, cuántas jóvenes, e incluso, adolescentes habrá por ahí engañadas/envenenadas, creyendo que eso es bueno, válido. Y lo peor que he sabido de algunos espacios formales e informales, físicos y/o virtuales, donde menores consumen este tipo de producto y se lo enseñan a sus "amigo(a)s". Nosotros, los padres, siempre debemos estar alertas con este neurálgico tema. En tal sentido, se hacen necesarios argumentos para entablar un diálogo franco-persuasivo y orientador con nuestros jóvenes que son nativos digitales y viven multidimensionalmente, a una velocidad electrónica. A nuestros jóvenes no podemos andarle con imposiciones anárquicas y estériles ni retóricas vacías; sin embargo, es nuestra misión guiarles sobre lo negativo y dañino que es a la salud mental, la pornografía. Una táctica que sugiero aquí, es contraponer a la vulgaridad de la pornografía, los encantos del erotismo. Hacerles ver el erotismo como milenario recurso artístico y como necesario recurso en la pareja -tema de mucho  interés para nuestros jóvenes-. Aquí algunos presupuestos acercarnos al exquisito erotismo en oposición a la aberrante pornografía.

La pornografía es sinónimo de lo obsceno, según el Diccionario de Sinónimos y Antónimos. No tiene nada de historia sugerida, ni de lirismo.  Todo resultaba horriblemente repetitivo, carnal/sin sentido, sencillamente: abominable. Recuerda el comportamiento de los hombres y mujeres del Paleolítico. Como hubiera dicho Lewis Morgan, aquel genial antropólogo norteamericano: la diferencia entre salvajismo-barbarie-civilización, básicamente, lo da la educación.  Y no solo la de la escuela. ¡No, qué va! Sobre todo la de la familia. Quizás agradezca siempre la sensibilidad artística inculcada en casa, aprendida en la universidad.  Al final creo que taaantas obras de arte vistas/estudiadas, han servido parabán ante lo horrible,  y permiten bien delimitar lo diferente que es el erotismo de la pornografía…

¡Suspiro…!

El erotismo es punzar el palpitar de los sentidos. El erotismo es evocar la excelsitud de lo sensorial. Es anunciación del quizás será sin ser. El erotismo es entrever sin ver; erotismo es leve roce, la delicadeza en el acariciar. El erotismo es la voluptuosidad que origina el suspiro al imaginar. Erotismo es arrancarle al gozo un adelanto. Erotismo es el encanto del dudar, es rasgar las entrañas por el tacto de la mirada. Es adivinar a trasluz la silueta, más no el cuerpo. Es presentir la irresistible sensualidad del movimiento, cuando las cumbres del tormento se vuelven torbellino…, y entonces, el éxtasis sobrevino…, y nace el poeta escondido que todos llevamos dentro. El erotismo es renacer en un suspiro hecho gloria, amor o simplemente una  flor de pétalos rozándonos los bordes del alma, enalteciendo la pasión. Y es que con el erotismo subliminal parece estallar las arterias del corazón, porque las de la  razón se echan a volar. El erotismo seduce, florea, puntea, estremece. Es recorrer el universo desde el centro de tu ser, conocer los sabores de la emoción y fluye la poesía,  musitando la voz sin palabras. Es fiesta de silencios y murmullos entre cuerpos. El erotismo huele a paciencia, frenos en las manos,  desafueros cuando miramos, cabalgata en el pecho, fiebre en la piel, erección de lo sugestivo, rocío al amanecer, impulsos contenidos. El erotismo es jugar al arte de la ilusión, de que te muestro y no te doy: a provocar, a sugerir, a seducir. Es riachuelo más que mar. Lo otro, es vulgar, contamina al imprudente. El erotismo es el parnaso del goce más pleno, de lo estético, bueno. El erotismo nos sirve una copa de verdadero placer. Es la invitación subrepticia, sigilosa y casi secreta al que sin hacer, hacemos; sin creer creemos, sin nacer; nacemos.

¡Ve! Ayuda a desterrar lo aberrado, los vicios entorpecedores de la mente. Vamos aprender de los griegos milenarios, su hedonismo místico; de las sensuales curvas de las obras de Mirón, Fidias, o Praxíteles (Atenas, siglos V y IV Ac.) y de la perfección pitagórica de las formas del cuerpo humano, de la belleza ideal que nos inventaron. Es jolgorio heredado de los dioses ancestrales del Olimpo, quienes nos legaron la evocación constante a Eros, canon del fuego intenso del amor mas puro y de la entrega apasionada. El erotismo sabe de apreciar lo bello, en el arte, y de atracción ardiente y de seducción paciente, en la pareja; en ambas dimensiones del erotismo. El cuerpo, protagonista seductor, se venera cual altar del éxtasis y de la catarsis artística o amorosa. La historia del arte -y la vida- te lo podrán demostrar.

Derroche

Compositor: Manuel Jiménez

Intérpretes: Ana Belén y Juan Luis Guerra

https://www.youtube.com/watch?v=QqRzIELQalc

Burbujas de amor

Compositor e intérprete: Juan Luis Guerra

https://www.youtube.com/watch?v=WcYZInhIBmg