Puede convertirse en un tópico decir aquello que hay hombres imprescindibles y otros muy contingentes. La realidad descarnada es que todos somos contingentes y prescindibles. Desde los más humildes a los muy pagados de sí mismos. Desde los que crean su “club de fans” de seguidores hasta los que optan por ser lobos solitarios. Ahora bien, lo que sí es cierto es que hay quienes dejan huellas difíciles de borrar o de pasar por alto.
Ernest Mandel es de éstos últimos. Belga nacido en 1923 en una familia judía proveniente de Polonia. Su padre era un socialista que durante la primera guerra mundial huyó de Bélgica a Holanda para no ir a la guerra, y allí conoció a William Pieck (futuro presidente de la RDA) y juntos fueron a Berlín y participaron en la revolución alemana abortada. Sus ideas y su biblioteca influyeron en la formación del joven Mandel.
Pero influyeron acontecimientos de la época, como la guerra civil española. En Bélgica se hicieron manifestaciones de más de cien mil personas a favor de la República Española y se recogían fondos para ayudar a los republicanos contra los fascistas. Los procesos de Moscú de 1937 jugaron su papel. El padre de Mandel había conocido a algunos de los procesados, entre ellos a Karl Radek, y organizó un comité contra esos procesos. Ernest Mandel tenía entonces trece años y se le dejaba asistir a escuchar las reuniones.
A los dieciséis ya fue admitido como militante y repartía panfletos y hojas de propaganda. Participó en organizaciones de trabajadores tanto en el Partido Socialista Belga como en la Confederación General del Trabajo. Militó contra el nazismo y capturado estuvo preso en un campo de prisioneros. Posteriormente se convirtió, durante cuarenta años, en el principal dirigente de la IV Internacional, conocida como la más importante red de organizaciones trotskistas mundial.
León Trotsky era conocido como “el viejo”, por sus seguidores, pero antes de generalizarse este mote, fue calificado como “la pluma”. No sólo por su gran capacidad como escritor prolífico que fue, sino por la calidad de sus escritos. Se puede escribir de política, incluso artículos de propaganda y agitación y hacerlo mal, con prosa torpe y descuidada o de manera brillante. Trotsky era esto último, brillante, en la oratoria, en la polémica, en sus escritos, en sus acciones.
Un dirigente mundial de la orientación trotskista (muchos prefieren definirse en positivo como marxistas revolucionarios), como lo fue Mandel, fue fiel al maestro en ello. Fue prolífico, fue agudo y a veces certero en sus análisis, fue pedagógico y fue profundo. También fue un gran orador con la capacidad de poder exponer sus discursos en seis idiomas, entre ellos el español. Contribuyó con sus escritos -publicó unos veinte libros-, a comprender mejor la evolución y trasmutaciones del capitalismo, especialmente a partir de mediados del siglo XX.
Su obra económica es importante. Del Tratado de Economía Marxista, que se tradujo a varias lenguas, se vendieron medio millón de ejemplares. Además publicó La formación del pensamiento económico de Karl Marx, El capitalismo tardío. E incluso fue llamado por una de las más importantes editoras en inglés para que escribiera el Prefacio a la publicación de El Capital. Fue invitado a dictar una serie de conferencias en la universidad de Oxford. De las mismas surgió el libro: Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista.
Las citadas obras son trabajo de envergadura pero también, como dirigente político, pensó en los cuadros y también en los simples militantes, y escribió obras introductorias para formarlos en el marxismo riguroso. Ejemplo de ello es su Iniciación a la economía marxista, El pensamiento de León Trotsky, Teoría leninista de la organización y numerosos folletos, ensayos, artículos sobre política en sentido amplio.
Como historiador (cuando escribo historiador no me refiero a que fuera titulado universitario en historia sino a sus trabajos históricos – me interesa la chicha no la espuma burocrática académica-, mejores que los de muchos historiadores profesionales), le debemos Significado de la Segunda Guerra Mundial, Sobre la historia del PC(B) de la URSS, Octubre 1917.¿Golpe de Estado o revolución social?, El lugar del marxismo en la historia, El fascismo. Algunos seguidores de las ideas de Trotsky se convirtieron en historiadores como Isaac Deutscher, Pierre Broué, C.R.L. James y Daniel Guerin y Trotsky brilló en el género con su Historia de la Revolución Rusa.
Mandel estuvo influenciado por Trotsky, evidentemente, pero en su pensamiento ocupa un lugar destacado Rosa Luxemburgo. Daniel Bensaid señaló antes de morir que Mandel tenía en lugar muy preferente a Rosa Luxemburgo y que incluso rechazaba de plano algunos trabajos de Trotsky como Terrorismo y comunismo, él cual le parecía un trabajo deleznable.
Mandel murió el 20 de julio de 1995, tenía 72 años, pero su obra teórica sigue siendo, veinticinco años después de su muerte, una referencia para pensar y actuar en el mundo de hoy. En una perspectiva pos-capitalista dentro de una visión de socialismo democrático y revolucionario, en sus objetivos finalistas, de superar el sistema actual.