Con el inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, también ha iniciado una época de grandes oportunidades para nuestros países latinoamericanos, principalmente el nuestro, y que debemos aprovechar eficientemente.
Se ha anunciado la imposición de parte de Estados Unidos de un arancel de un 25% al acero y todos los productos de origen Chino fabricados con acero que entre a territorio norteamericano, y de un 10% para los productos de aluminio. Obviamente, esto implica un aumento inmediato de los precios de estos productos, por lo que muchos saldrán de este mercado, simplemente no podrán competir.
Es ahí precisamente donde vemos las grandes oportunidades para nuestras exportaciones, ya que acogidos al DR-CAFTA nuestros productos no tienen esa carga impositiva al entrar al mercado norteamericano.
El DR–CAFTA (Dominican Republic-Central America Free Trade Agreement, en inglés), o TLC (Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos de América, en castellano), es un tratado-acuerdo que busca la creación de una zona de libre comercio entre los países firmantes. Este tratado hace permanente los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe ( ICC ) para el 80% de productos centroamericanos, abarcando un volumen comercial de más de treinta mil millones de dólares.
Considerando que la rama fundamental del tratado consiste en las disposiciones concernientes al trato comercial, se hace relevante los elementos arancelarios, movimiento aduanero, origen de los productos y las reglas internas para el tráfico de mercancías. Como complemento, el CAFTA se ocupa de legislar los aspectos relativos a producción higiénica y protección al medio ambiente, respeto a los derechos de propiedad intelectual e inversión pública y privada, así como toda la legislación laboral en los Estados de la zona CAFTA. También especifica los mecanismos para dirimir controversias y para el establecimiento de normativas de mutuo acuerdo.
Es decir, el CAFTA tiene como objetivos fundamentales estimular la expansión y diversificación del comercio en la región, eliminar los obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de mercancías y servicios, promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio, aumentar sustancialmente las oportunidades de inversión y hacer valer los derechos de propiedad intelectual.
Dado que se trata de objetivos planteados de manera oficial, debe tenerse en cuenta que el cumplimiento está sujeto a diversos factores como la voluntad política de los gobiernos, las condiciones económicas de los países y las coyunturas de aplicación de las normas dispuestas por el tratado, pero incluye el gran incentivo que el acceso a los mercados de nuestras mercancías se basa en un proceso de desgravación arancelaria, es decir, que los productos entren exentos de impuestos por exportación.
Ahí está la gran oportunidad ahora que los productos chinos están restringidos arancelariamente. Tenemos la ventaja que nuestros productos no tienen esa restricción, por el contrario tenemos incentivos a través del DR-CAFTA, por lo que nuestra producción podría sustituir gran parte de la producción China.
Otra oportunidad que vemos a simple vista, es la que podamos hacer inversiones conjuntas con China para producir aquí una parte importante de la producción afectada. Ese país oriental ha hecho anuncios de que invertirá unos 250 mil millones de dólares en Amércia Latina en un período de unos 10 años, por lo que podríamos aprovechar nuestra cercanía al mercado norteamericano y las ventajas comparativas que implica el DR-CAFTA para ofrecer el establecimiento de sus fábricas en nuestro territorio, y así esos productos tendrían en la etiqueta la inscripción Made in Dominican Republic, en vez de Made in China.
Es tiempo de atraer esas inversiones y aprovechar esta gran oportunidad. Iniciemos ya negociaciones con el gigante oriental.