Las voces que originan el Epistolario íntimo… se encuentran en la experiencia intelectual como travesía y movimiento de vida académica, realidad, abstracción y cultura. Nada más que leer las cartas que componen los tres tomos de dicho itinerario, para comprender la biografía de estos dos hispanistas y latinoamericanistas en contexto de comunicación y experiencia estética. Lo que involucra una consciencia intelectual visible y sensible desde su juventud.
Los trayectos epistémicos y literarios que presentan estas cartas, conducen a un entendimiento del mundo académico e intelectual de un siglo XX que trazó un rutario político, académico y literario orientado a los grandes problemas de un presente marcado como suma de fuerzas vivas en lo que se llamó el remolino de la historia contemporánea.
La lectura de todo este cuerpo epistolar va construyendo la experiencia como consciencia, pero también la experiencia como huella y visión cardinal. Esto quiere decir que tanto Henríquez Ureña como Alfonso Reyes tenían “horizontes de expectativas” enfocados a transformar la cultura y la literatura en pasos y movimientos hacia un futuro pensado como apertura, utopía, identidad, cambio, construcción de consciencia y axiología crítica.
El mismo hecho de leer y “leerse” en el contacto y contexto de una producción orientada a la obra-mundo, crea un nivel de interacción donde los signos, imágenes y tiempos de la visión literaria, fueron más allá de aquel presente de la experiencia crítica. Lo que facilita en algunos casos una fluida y potencial comunicación resumida en cada texto epistolar que proviene de la conjunción de intereses de ambos escritores.
Pero en la misma carta anterior, fechada el 2 de diciembre del mismo año, PHU completa le itinerario intelectual narrado como experiencia de llegada a Minneápolis, a los fines de activar su doctorado y concluirlo en dicho año. Le cuenta a AR sobre el escenario académico de la Universidad y puntualiza la presencia de los docentes, doctorandos y figuras de interés en el marco de un liderazgo académico e intelectual rico en formación e instrucción académica.
“Pero ha habido necesidad de mucha gente, porque hay más alumnos de lenguas romances que el año pasado (aunque la Universidad en conjunto, perdió el diez por ciento), y ahora tenemos al Profesor Le Compte, filólogo, discípulo que fue de Gröber en Estrasburgo, y graduado allí; un instructor, Delson, que parece judío y está muy cegato, -muy culto-; dos assistants, la guapa Miss De Boer, holandesa de origen: el maduro Frelm quiere casarse con ella: y un belga o francés septentrional, De Bere, que estudia medicina; un felow yanqui, Clefron, muy amigo de Sirich: no está en el ejército, aunque estuvo (!rarezas de la conspiración!) Porque cojea ligeramente; es excelente muchacho, apasionado y jovial, -pelirrojo, naturalmente- un felow italiano, Gervasi, es alumno brillante en la Universidad de Nueva York, aplastado por el demasiado estudio: su estado de torpor es tal, que nada le divierte ya, y no sabe cómo salir de su marasmo, aunque quisiera.” (Op. cit. pp. 68-69)
El intercontacto asumido por PHU, debido a su condición doble de profesor y cursante del doctorado crea, indudablemente un posicionamiento institucional como estrategia y táctica de avance o agenciamiento académico:
“Enseño: idiomas; survey literario, con veinticuatro alumnos; historia de la novela en conferencias; acabo de recorrer la caballeresca, y mañana analizaremos en clase el capítulo del Quijote en que se quema la biblioteca, -hay seis alumnos y muchos visitantes-; poesía épica (tres alumnos), lectura analítica del Cid. Reuniones del Departamento: en la primera, en que habló Searles sobre una revista alemana donde Max Leopold Wagner escribe sobre el Periquillo, hablé sobre mi viaje a España y sobre la aristocracia intelectual; en la segunda, hablé del Roncesvalles (¡Dios! y mi artículo).” (Ibídem.)
Las tareas de PHU tienen un norte académico específico: el doctorado y la docencia. Sin embargo, nuestro autor está siempre tentado a organizar tareas o proyectos que son siembras para ser cosechadas. Las líneas tensivas de la investigación, conducen a los núcleos de producción intelectual ubicados en cardinales de trabajo y estudio; pues lo que focaliza Pedro es justamente la materia de la investigación y la localización de fuentes serias para el trabajo presente y futuro.
En efecto, nuestro autor siente la responsabilidad de orientar y facilitar informaciones y conocimientos. PHU veía el horizonte de las letras hispánicas aun cercano y marcado por la concepción crítica del saber, la filosofía, las metalecturas que iban a generar la antropología y la crítica artísticas, la actual o actuales teorías literarias y culturales, junto a los nuevos mecanismos de evaluación docente y curricular a nivel posuniversitario.
Es importante tomar en cuenta la consejería profesional de PHU a AR en lo tocante al espacio donde este último se desenvolvía en 1917:
“De ningún modo te salgas de Madrid, como no sea que te paguen un viaje de conferencias a la Argentina o aquí. Vuelvo la mirada con envidia a aquella vida, que sólo vi en Verano. ¡Si fuera más fácil ganarse el pan allí! Aquí estoy lejos de toda civilización: los únicos seres civilizados son los profesores, y ya comprendes que entre ellos la cultura es cosa profesional y no viva. El único hombre que leía libros nuevos era el oxiniense Northrop, -el cual, naturalmente, está en el ejército-; ya no hay reuniones en su elegante y hospitalaria casa. Falta eso de escribir para publicar al día siguiente, y saber en seguida qué le pareció al lector; en fin, la vida literaria. Luego, no descanso ni noche ni día; no tengo un resquicio para escribir nada.” (Ibídem. Op. cit. p. 70)
PHU anhela Europa y aquella vida veraniega, bohemia del Madrid de la segunda década del siglo XX, donde ha estado conociendo figuras de la literatura española y de las artes. La queja de PHU se debe a la distancia que impide armar viajes a Europa en poco tiempo.
Todo lo anterior se lo atribuye al trabajo del Master of Arts y al Doctorado, tal y como lo describe a seguidas:
“Lo atribuyo a que tengo que estudiar y escribir para el Doctorado de este año; el entrante deberé tener mucho tiempo libre; pero si veo que no lo tengo, aquí o en Toronto, dejo para siempre las universidades de lengua inglesa, y me voy a morirme de hambre, escribiendo en Madrid. No es posible que yo siga excusándome ante el mundo, diciendo que no escribo libros porque me tengo que ganar la vida: la absurda necesidad de adquirir títulos ha sido mi ruina (s.n.). Cuando he malgastado mi tiempo en adquirirlos, me sirven de bien poco. Debí contentarme con el Master of Arts, y no sacrificar este año al inútil Doctorado.” (Ibídem. loc. cit.)
Así pues, la percepción de la vida práctica y la vida académica, permite entender los hilos que en PHU conducen a la creación literaria como fundamento de actividad y logro intelectual. Era mejor, le cuenta a AR, estar en Europa como creador que no en los Estados Unidos como profesor y doctorando. Prefiere morirse de hambre ganando poco en Madrid y no hacer carrera simplemente académica en América del Norte. Lo importante para PHU era la dedicación a escribir y no los títulos de Máster o Doctor “A pesar de que Minneápolis me parece el fin del mundo, tenemos muy buena música, y mucha; además, los muchachos de la Universidad harán Wilde y Shaw; y vimos con la misma gente de Chicago, que hizo Las Troyanas en 1914 (¿leíste ya mi artículo? Háblame de él), una admirable Medea. O escribiré sobre ella, o te escribiré más.” (Vid. p. 71)