El 22 de junio de 1918, camino a California, Henríquez Ureña le escribe a Reyes una de sus habituales cartas en estilo epistolográfico, descriptivo y narrativo, donde el consejo, la información y el ambiente intelectual adquieren valor literario y confesional. La carta aborda algunos puntos que no son únicamente personales, sino también ceremonias que muestran el comienzo de la vida profesional (commencement), luego de haber presentado tesis de masterado y doctorado. Se trata de un registro académico familiar donde el propio PHU y Camila Henríquez Ureña han obtenido los títulos de postgrado (Master y Doctorado), para alcanzar un estatuto académico al nivel superior en la vida universitaria.
Le refiere a su amigo y discípulo sobre los inconvenientes que presenta la comunicación con España y con lo que se escucha a propósito de la nueva grippe (sic) que, según se dice, “ha sido llevada por los submarinos alemanes.”
“Hace tiempo que no sé nada de ti. Las comunicaciones con España están difíciles, pero me llegan libros de Calleja y de cuando en cuando la Biblioteca de la Universidad recibe libros de Suárez –lento, lentísimo con los grandes pedidos que se le han hecho-. Me imagino que habréis tenido la nueva grippe (sic), la que se dice ha sido llevada por los submarinos alemanes. ¿Es verdad que esto se cree en España? Aquí a prensa de Nueva York dice que es un hecho, y que en España se crece.” (Ver, op. cit. p. 94)
El mundo de sugerencias que se cruzan en las cartas de ambos escritores y polígrafos, adquiere tonos e intensidades de estilo y testimonio realmente comprensibles en el contexto de sus movilidades existenciales. Los envíos y los recibos se cruzan como flechas en el espacio-tiempo de la comunicación interpersonal. Al leer estas cartas parece que comenzamos un itinerario que nos pone en contacto con el mundo de las letras de América y Europa.
AR, quien además publica frecuentemente en periódicos y revistas de Europa y América, necesita estar en contacto con PHU por razones de amistad y “amor al saber”.
“Recibí tus cuentos, y tu Mate Rosas de Oquendo… tu segundo Vida es Sueño, y antes tus Cartones de Madrid (¿o esos habían llegado desde que yo estaba en Madrid? O lo que llegó en Madrid fue la Visión de Anáhuac?). De los cuentos ya te hablaré. Los releo en el tren (el cual va causando el temblor de mi letra). ¡Ah! Es indispensable que no olvides enviarle a García Monge tu “Bajo las palmeras doradas de sol” o tu “Canción de sátiros en el bosque”: son necesarios, una u otro, para mi antología, que quiero salga pronto. Apenas leas esta indicación, levántate de la silla, busca la poesía y ponla en el sobre para García Monge, si (como ay! Lo temo) no lo has hecho ya”. (Ibídem.)
“No sé por qué, cada vez que me llega algo tuyo no puedo escribirte largo. Creo que no te he dicho que los Cartones de Madrid me parecieron maravillosos. Hay unas valentías de estilo, y unas vivezas, rápidas, de descripción, que me parecen estupendas.” (Vid. pp. 94-95)
El contexto de escritura de estas cartas que se cruzan frecuentemente en el tiempo-espacio de ambos emisores-receptores hace visible el ambiente de conflicto mundial que vive Europa y el resto del mundo. Los fracasos en la lucha por la paz se dejan sentir debido a los señalamientos que le hace PHU a AR sobre la censura (¡Ah! Por si acaso, ten cuidado al expresarte sobre las guerras; la censura está fuerte, y podría no entregar las cartas.”). ¿Recibiste mi artículo A mexican Writer? Y mis frecuentes envíos?.” (Vid. loc. cit.)
¿Cuál es el estado de salud descrito en esta carta?
“He estado mal. De modo extraño. Me dio un sarampión alemán –que ahora llaman aquí sarampión de la libertad-, y después de eso me operé de la nariz –como la de la mitad de las gentes- había sufrido golpes durante la infancia, y el hueso se había torcido interiormente hacia la izquierda. De ahí la propensión a los catarros…” (Ibídem.)
Luego de describirle su estado de salud en detalle, nuestro intelectual entra en el tema de la tesis que preparaba para obtener el título de PhD.
“Cuando al fin pude, sin sentirme mal, me lancé con ahínco a la tesis, y la acabé en un mes, y la copié en limpio, velando muchas noches. Me preparaba a descansar, y sobrevino un contratiempo: la tesis de Camila era en castellano, y estuvo lista muy tarde; esperábamos que la copiara una señorita que sabe algo de español (un caso raro –una mujer cuyas sensaciones son muy imperfectas: sus sentidos parecen funcionar sólo a medias, y uno cree que es sorda, pero tampoco se da cuenta de lo que ve, ni le sabe lo que come-), pero sus copias fueron tan malas y tan lentas que tuve yo que intervenir y acabar la copia a toda prisa. Esto me fatigó mucho, pues trabajé dos noches.” (Ibídem. p. 247)
La vida cotidiana del humanista es una suma de acontecimientos e imágenes que se leen a través de una lógica de los signos un tanto polivalentes. La órbita donde los protagonistas de este epistolario exponen y describen sus visiones y proyectan su vida moral, educativa, literaria, editorial y creativa, que aun así asumen a pesar de muchos avatares que podrían parecer contradictorios para la posteridad.
Junto a los problemas de salud que atacan a PHU, están los problemas familiares de sus hermanos, tías y primos que no están separados de su interés e intereses.
Luego de haber presentado su tesis y recibir su Ph.D., Camila su Master of Arts, con su tesis de Los Pastores de Belén, nuestro autor emprende viaje en tren para California, atravesando medio estado de Minnesota y llegando a las praderas de Nebraska. De Omaha le escribe a AR una tarjeta y le describe praderas, bosques, paisajes que le sugieren a los de México-California, el Oeste, Colorado, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y otros lugares de sol y verano.
Se trata de paisajes que conoce Pedro siempre a través de la nostalgia y la soledad. Del 23 de junio hasta comienzos de agosto nuestro autor le escribe a AR sus impresiones de viajes y ciudades dándole explicaciones sobre sus padecimientos de salud y participando de lugares donde el paisaje es visión poética, y el 30 de agosto reinicia su comunicación con Reyes, luego de tener dificultades de salud que lo obligaron a detener sus cartas y postales.
“Y pasó el tiempo… y pasó
Un águila por el mar.
Ya ves, cinco días, y no había podido continuar escribiéndote. Entre tanto, he cambiado de Berkeley a Los Ángeles. Llegué ayer. Me recogieron en la estación, en su automóvil, mis amigas de Berkeley, Gladys Graham y Mata Goldsmith. Mss. Goldsmith fue alumna mía durante el verano. Son muchachas que leen todo lo nuevo, Poetry, Others, The Little Review, los versos de Arensberg, de H. D., de Ezra Pound (en cuyo último libro hay traducciones de Lope), de Amy Lowell, las novelas de James Joyce (irlandés interesante, un Peu Laforgue), de Thomas Burke, de Dorothy Richardson, y cosas por el estilo. Clive Belle, por ejemplo: y, -de paso-, sería bueno traducir al castellano un libro Art; indícaselo a Ricardo Baeza, si Canedo no quisiera. Es un libro de combate, a veces molesto por el modo de decir, pero haría mucho bien a las gentes que hablan castellano, por la total revaluación de la pintura y de la escultura, en que resultan China y Bizancio probablemente a la cabeza de las artes plásticas, pero además, por supuesto, Cézanne y Giotto. Y Piero Della Francesca. Y Grecia antes de Fidias.” (Ver, Carta dirigida por PHU a AR desde Los Ángeles, el 30 de agosto de 1918).