Un punto destacable en el Epistolario íntimo…es el tesón de ambos interlocutores en torno a la literatura y la vida cultural en Hispanoamérica. Fue el 21 de marzo que Pedro Henríquez Ureña recibió la carta-magna de Alfonso Reyes, de la cual su destinatario no sabe qué pensar:
“Entre la cuestión económica asegurada con la vida intelectual precaria y la vida intelectual amplia pero la económica insegura, no me atrevo a decidir. Y temo que el trabajo en España, no me dejaría escribir lo mío: me faltaría tiempo. En fin, seguiré pensando. Desde luego, sabes que yo no me voy este verano: quedan, pues, las dos posibilidades, ir en otoño de 1919 o en verano de 1920. No me atrevo a escribir a nadie todavía, de acuerdo con tus sugestiones. A propósito de Castro; indícale que quizás escriba un artículo sobre el castellano en Santo Domingo, rectificando el disparate de Meyer-Lübke, de que allí se habla dialecto (la obra que Castro tradujo). Hansen, Menéndez Pidal, Castro y otros generalizan demasiado cuando hablan de América.” (Ver p. 145).
Según la respuesta de PHU las informaciones de AR son “sugestiones” que deben ser analizadas. Por un lado nuestro autor está en la línea de escribir su obra, esto es, “lo mío”, su propio proyecto intelectual. Quiere tener oportunidades en España, pero no se quiere esclavizar con oficios que conllevan tiempo “para otros” proyectos de editores españoles, o para revistas literarias, culturales o de actualidad. PHU quiere concentrarse en lo que son los resultados y valores filológicos y culturales de su tesis de doctorado ya presentada.
En carta de 6 de marzo de 1919, PHU le reitera a AR su interés en escribir sobre temas ligados a la versificación fluctuante, específicamente sobre el endecasílabo, para de esta manera ir preparando la publicación de su tesis:
“Te envío un trabajo sobre el Endecasílabo. Como antes había escrito uno sobre el mismo tema, bajo el título de El verso endecasílabo, éste debe llevar el título diferente. Pongo Nuestro endecasílabo: si no te parece bien, cámbialo a El endecasílabo castellano. Aunque parezca que repito el tema, tengo dos motivos para hacerlo: uno, retrospectivo, rectificar mi artículo anterior, rectificar a Don Marcelino y a Stengel; otro, el de preparar el camino a mi trabajo sobre La versificación irregular.” (Vid. p. 144)
PHU le pide a AR que haga los arreglos para lograr un lugar en la Revista de Filología Española y así re-valuar y rectificar algunos puntos, al respecto, sobre el endecasílabo castellano:
“Espero, pues que la RFE lo publique pronto, y en seguida mandaré el trabajo de los versos irregulares. No quiero sobretiro. Revisando mi trabajo sobre La versificación irregular, noto que te envié el capítulo II. Ahora comprendo que no has hecho nada de lo que yo deseaba. Lo que deseo –ahora, por lo menos- es que lo lea Don Ramón, y me comunique cualesquiera observaciones que tenga. Dáselo, pues. Si acaso él lo cree conveniente, después que lo lea se podrá enviar el capítulo a Carolina Michaelis de Vasconcelo para que ella indique retoques, si hacen falta. De todos modos ponlo en circulación inmediatamente.” (Ibídem.)
En efecto, entusiasmado por su investigación reciente sobre el endecasílabo, PHU le envía otra carta el 18 de marzo de 1919: “te mando adiciones para el artículo sobre El endecasílabo, que quiero salga pronto, a fin de que prepare el camino para el trabajo largo… (Véase pp. 144-145).
La convicción de hacer una obra epocal y específica sobre la versificación irregular o los versos fluctuantes, hace que nuestro autor no aproveche de inmediato las variadas ofertas que le propone su amigo AR. Como veremos en la misma carta del 21 de marzo, PHU está ocupado en observar los errores de aquellos filólogos e historiadores de la lengua que “generalizan demasiado sobre el español de América (“Hansel, Menéndez Pidal, Castro y otros”), a propósito de cómo se habla en la América española.
En la misma carta Henríquez Ureña le envía a Reyes una explicación geolingüística de las zonas donde se habla el español y de los grupos y subgrupos indígenas de México, la América Central y dentro de los Estados Unidos; “México desde Tehuantepec hasta dentro de los Estados Unidos (California, Arizona, Oklahoma, Texas, Nuevo México, parte de Colorado, -donde se habla castellano de México (V. Espinosa. p. 145”); “México desde Tehuantepec hasta la frontera de Guatemala, y toda la América Central; aquí iría Yucatán, aunque sospecho que podría constituir un tercer subgrupo (c)” (Ibídem.)
Por lo visto PHU comienza a darle forma a su teoría de las cinco regiones o zonas donde se habla español con sus propias características y las influencias indígenas, africanas e inglesas, en algunos puntos del Caribe y la América Central. Más tarde, la teoría de PHU tuvo sus opositores y rectificadores en América y Europa. (Ver polémicas al respecto)
Vemos que en la última parte de su carta, nuestro autor le pide a AR “noticias de las bibliotecas americanas de Blanco Fombona y de Ventura”:
“…veo que la de éste comienza. ¿Crees que cabe una tercera? El Pater: ¿No tiene aquel muchacho los derechos? Baeza, quiero decir. Pienso corregir la traducción y enviarla a quien tenga los derechos. El Renacimiento: no he escrito más, ni podré mientras no salga del trabajo sobre la versificación irregular, que debo copiar y enviarte. Corresponsalía aquí, lo dudo. Detesto los periódicos yanquis. El New Herald es un periódico sui-generis, que tiene corresponsales en todas partes: ya no se sostenía; ahora que murió el dueño, quizás se reorganice y logre prosperar.” (Ibídem. p. 148)
Lo que desea PHU es escribir un libro como sea, pero un libro suyo, un libro unitario, de autor:
“Quizás lo que más pronto pueda hacer es un libro –a pedazos, pero con cierta unidad- sobre la cultura hispanoamericana. Habría artículo sobre el pensamiento mexicano (Don Justo, Caso, tú, etc.-cosa original y rara).” No te quejes de Pepe Vasconcelos. La carta que te parecería grosera, él no quería enviártela: yo lo hice, previa advertencia. Ahora es feliz y humilde: vive en San Diego con su familia.” (Ibídem.)
Vemos cómo PHU varía todo el entusiasmo de Reyes en su carta-magna y le propone otras vertientes y puntos para otra agenda. Pero sobre todo no faltan los consejos, informaciones, ni los aprestos:
“¡Escribe! El hombre desnudo. Publica tus versos en seguida, en Cultura. Julio tuvo molestias: lo mordió Rafael López naturalmente! Y quiere irse a España. Así es que hay que darse prisa, para que salgan tus versos antes de su partida. García Monge, ya sabes, en Nueva York. Pero volverá a Costa Rica (no se atiene con los Estados Unidos) y seguirá El Convivio. Lo de ir casado… tiene algo de manera de hablar. Pero pudiera ser.” (Vid. p. 149)
La misma narrativa de la carta da lugar a que el recuerdo produzca sus ritmos y selle la cotidianidad a través de la opinión y la información:
“¡Ignoraba yo la muerte de Carlos Lozano: México es un país tan raro, que la gente no sabe informarme de quién vive ni de quien muere. Casella es, como dices, muy nuevo; no conozco nada suyo. Aquí ahora comienzan a enterarse de la verdaderamente buena música italiana, la sinfónica.” (Ibíd. loc. cit.)
Sobre la propuesta de Reyes para que Henríquez Ureña traduzca “todo Dickens”, éste le expresa su rechazo a tal idea:
“¡Dickens! No, no me atrevo. Es latoso. Solo en el caso de estar ya en Madrid podría decidirme a aceptar. Además, ya está traducido todo Dickens: a qué más?…” (Ibídem.)
Orden y turbulencia. Búsqueda de un espacio y sentido de la cultura. Travesía del pensar. Asumir la travesía del escribir y la escritura, donde “lo mío” traduce un sentido de la obra. La tensa necesidad de la producción literaria orienta, sin embargo, el tejido, la forma-mundo de una historia-cultura en diálogo con “el otro” y “lo otro”. Traducción y tradición; creación y memoria. He aquí la forma-sentido del “deseo de escritura”. Henríquez Ureña y Reyes asumieron el estudio-cultura desde el estudio-literatura bajo las fuerzas direccionales del lenguaje y sus diferentes formas de decir y fundar tejidos: modos de hacer y construir la obra presente y la obra futura a través de lo clásico y lo moderno, lo concluso y lo in-concluso. Proyectos y esperanzas compartidas retoman y pronuncian el movimiento de la comprensión cultural, literaria y creacional.