La cuestión del endecasílabo, la métrica y la fonología histórica es un tema-conjunto notablemente tratado y asumido por Pedro Henríquez Ureña en las cartas que le envía a Alfonso Reyes a Madrid y a París. De ahí su relación con el Centro de estudios Históricos de Madrid y con la Revista de Filología Española, donde publicó sus primeros trabajos de métrica histórica y ritmo acentual en estrofas con versos de arte menor y arte mayor.
Las cartas que le envía PHU a AR sobre la historia del endecasílabo, van dirigidas para que este último le dé seguimiento a su publicación en la RFE. También le encomienda a AR la corrección de algunos capítulos de La versificación irregular en la poesía castellana, ya próxima a ser publicada por el Centro de Estudios Históricos de Madrid con prólogo de Ramón Menéndez Pidal.
Las preocupaciones sobre métrica y poética hispanoamericana vienen desde antes y donde ya en 1918 había publicado en San José, Costa Rica, su Antología de la versificación rítmica. Luego de su muerte en 1946, se publicaron sus Estudios de versificación española (Instituto de Filología Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1961) y donde aparecen reunidos sus aportes fundamentales en dicha disciplina.
PHU escribió sustanciales estudios sobre los usos métricos en la poesía española y de la América hispánica. Sobre la elaboración de estos estudios y el contexto de su publicación aparecen muchos pasajes en el Tomo III del Epistolario íntimo de PHU y AR. El afán de corregir sus textos sobre métrica se hace visible en la insistencia para que AR, gran conocedor de la métrica y la poética hispanoamericanas, le diera seguimiento especial a la publicación de los mismos.
Como romanista y comparatista, PHU demostró que su tesis sobre la versificación irregular en poetas castellanos mostraba ejemplos estróficos, tipológicos y rítmicos de gran popularidad en España y también en la América hispánica. Toda una concepción de la versificación en Hispanoamérica condujo a nuestro estudioso a validar hipótesis de trabajo en tal sentido, siendo así que los usos poéticos surgidos de la tradición española alcanzan valor desde la Eda Media hasta la modernidad que confluye en la obra de Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Herrera y Reissig y otros poetas de la independencia que continuaron la tradición renovándola más tarde.
Así pues, el temario que comprende La versificación irregular en la poesía castellana (1920) es el siguiente:
- La versificación irregular en la poesía de la Edad Media (1100-1400)
- Comienzos de la versificación acentual en castellano (1350-1475)
- Desenvolvimiento de la versificación irregular acentual (1475-1600)
- El apogeo de los versos irregulares en la poesía culta (1600-1675)
- Eclipse y resurgimiento de la versificación irregular (1-75-1920)
El temario del libro original, revisado luego de su publicación en Madrid 1920, es el publicado en sus Estudios de versificación española en 1961.
En el primer párrafo de la introducción (ver, tomo IV, Obras Completas, Eds. UNPHU, Santo Domingo, 1978, ed. Juan Jacobo de Lara), PHU explica lo siguiente sobre la versificación castellana:
“La versificación castellana se considera, generalmente, como versificación silábica, al igual que la italiana o la francesa. Su fundamento primario es la costumbre de tratar las sílabas como isócronas: no cabe diferenciarlas, para la métrica, en largas y breves, porque no lo son en modo permanente, según su estructura; la duración de cualquier sílaba varía según su posición en el grupo fónico y según el valor afectivo que se le atribuya… De ahí se deriva el isosilabismo, es decir, el hecho, frecuente en todas las lenguas romances, de que cada tipo de verso tenga número fijo de sílabas. Y el principio del isosilabismo se combina con el de los acentos de intensidad (el ictus): uno, el final, como obligatorio; otros, los interiores, como necesarios o como voluntarios, según la longitud del renglón”. (Op. cit. p. 11)
Lo importante de la versificación castellana es la generación métrica de la sílaba, el acento y el ritmo. El isosilabismo dinamiza sincrónicamente la cantidad ilocutiva del verso.
Las funciones tópicas y combinatorias del verso, constituyen el movimiento de lectura que justifica la suma estrófica. De ahí depende el ritmo interno y externo del verso como tiempo-fluencia de la expresión. Ese tipo de fenómeno facilita ejemplos de texto y contexto en las formas poéticas de los pueblos románicos tal y como las estudió Karl Vossler en la década del 20.
PHU alude al hecho, en este sentido, que conjuga la práctica del isosilabismo y en tal sentido puede no aparecer como forma histórica del verso o pocas veces se sugiere. En efecto, según nuestro autor:
“I. Una de estas formas es meramente artificial y pertenece a la poesía de gabinete: son aquellos versos en que, desde el siglo XVI hasta el XX, se ha ensayado resucitar en castellano la métrica cuantitativa de la antigüedad clásica, y en particular el hexámetro. No abundan estos ensayos, ni forman escuela, y, si se omiten unos pocos, como los de Esteban Manuel de Villegas en el siglo XVII o los de Rubén Darío y Guillermo Valencia en el nuestro, poca importancia artística cabe atribuirles.
II. Otra forma es la amétrica, versos cuya medida no es fija, sino que fluctúa entre determinados límites; entre once sílabas y diez y ocho, por ejemplo, o entre siete y diez.
III. Otra, en fin, es la versificación puramente acentual, donde el número de sílabas fluctúa también, pero la acentuación produce efectos bien definidos, relacionados con la música o al menos con el origen lírico de los versos…” (Ibídem. Pp. 11-12)
Las tres variables explicativas muestran la diferencia entre métrica cuantitativa; la métrica amétrica y la métrica acentual; lo que dará lugar a entender la plantilla de cada modelo métrico justificado como cantidad, emisión, constitución, donde poetas, cantores y trovadores, asumen el conteo y la consideración de los grupos fónicos pormenorizados hasta que se hagan observables y escuchables las visiones poéticas, dentro del plano-relación, contenido-expresión, forma-sustancia, sustancia-forma, forma de la expresión-forma del contenido, sustancia de la expresión, sustancia del contenido.
En el mismo Epistolario íntimo PHU plantea de forma directa la preocupación por aquello que en la fluctuación o irregularidad aparece como fenómeno de ritmo-forma y forma-estructura ilocucionaria tal y como lo diría la tratadística clásica a propósito de la construcción estrófica y la suma de los versos utilizados. Se trata de la asimilación de una poética del arte menor y otra poética del arte mayor, principalmente a la italiana. Los fenómenos que se dan en el proceso como posibilidad y realidad expresiva aparecen como usos específicos en el Arte de trovar y el nuevo arte de lengua castellana. Muchos de esos fenómenos, se dan en el proceso como posibilidad y realidad expresivas y constituyen expresiones canónicas de pronunciamiento, escala fónica o dimensional del verso o posición vocálico-consonántica, mostrativa de la función estética del verso.
En el arte poético castellano se va desarrollando la expresión del Ars bene dicendi y el Ars bene loquendi de los poetas o cantores llamados populares y los poetas llamados cultos.
Todo lo cual asegura el fenómeno fonopoético entendido como expresividad lingüística oral y escrita. La tradición que en este sentido ha estudiado PHU en sus selecciones populares y cultas tienen su base en la Romania, y en formas que facilitan tonos, especificidades vocálicas e intensidades en el plano de superficie y profundidad.
Los esfuerzos de PHU para cualificar el concepto de fluctuación en poetas medievales, clásicos y modernos, dará lugar a una apertura expresiva cultivada en poetas de España y América, de suerte que la misma pronunciación poética presentará formas y fórmulas de ruptura en el marco expresivo clásico y moderno, llegando a la renovación propuesta y afirmada en poetas como Rubén Darío, Julio Herrera Reissig y otros modernistas de finales de siglo XIX y principios del siglo XX en América y España.