Alfonso Reyes es particularmente un escritor autobiográfico, pues lo “literario” se va conformando él como mundo imaginario, mundo personal y conocimiento de la literatura, entendida como experiencia crítica y creadora. La Autobiografía así lo consigna. Pero Reyes es aún más que su propia escritura. Dicho narrador, poeta, crítico, tratadista y teórico entiende que lo literario, lo editorial y la experiencia exegética, traducen y a la vez reconstruyen los diversos caminos o trayectos de la actividad literaria en cualquiera de sus órdenes.
De esta suerte, tanto el Epistolario íntimo… como la Autobiografía, revelan aquellos mundos de la lectura, la creación literaria y el análisis de la literatura como hecho de lenguaje, inscripción estética, teórica y fuerza verbal expresiva. Todo lo que invita a Reyes a pensar la literatura es justamente la pasión por lo que ella representa desde la empresa humanística y humana del lenguaje. La visión autobiográfica de Alfonso Reyes, reunida en el volumen 10 de la colección Capilla Alfonsina, titulado Autobiografía, una reunión de textos fechados de 1911 a 1957, comprende lo que en el tiempo ha sido y es la obra magna del polígrafo mexicano.
Leyendo el Epistolario íntimo de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes y la Autobiografía preparada como selección de sus textos en etapas diferentes, podemos situar las cartas que le envía a Pedro Henríquez Ureña en los diversos sitios o países donde le tocó ser representante de México y de donde se comunicaba con pasión y amistad con el estudioso dominicano. Los textos de la Autobiografía coinciden con el Epistolario íntimo… en cuyas visiones, tensiones y líneas de proyectos podemos advertir un universo literario, filosófico, editorial, filológico e histórico de gran horizonte y comprensión humanística.
¿Hasta qué punto el Epistolario de AR y PHU constituye una obra de intimidad de saberes, deberes y sentidos literarios? ¿Cómo construyen ambos autores sus grandes obras a través de dicho Epistolario… y otros, sostenidos con escritores diversos y con sus propios espacios familiares?
El concepto de obra como visión, consolidación y puesta en marcha de proyectos diversos, había que tomarlo en cuenta para comprender las diversas fases de ambas obras. Las líneas de horizontes que encontramos como historia, testimonio y universo personal activan los trayectos y perspectivas de estos dos autores representativos de cauces, experiencias, ideas literarias, ideas artísticas y críticas que mucho han conformado el archivo latinoamericano del siglo XX.
El día 7 de mayo de 1918 AR le envía una carta a PHU, tratándole sus planes, lo discutido y las promesas que le había hecho sobre la historia de la literatura española que le había prometido para fines editoriales:
“La pequeña historia de la literatura española, Oh Pedro mío, te dije ya que no era posible enviártela dentro del plazo que me dabas. Dado tu empeño, que yo nunca puedo desoír, te digo que la haré, pero (por misericordia) sin plazos ni prisas: no quieras que se me abra la cabeza en un estallido jaquecal. Demos tiempo a que la sopa se haga. Si para cuando termine esto ya no te es útil veremos para qué sirve. Si aún te es útil, mil veces mejor. Se hará.” (Ver, op. cit. p. 88; Tomo III)
La respuesta y el informe de utilidad motiva su amistad con PHU, en el orden del compromiso intelectual y literario:
“La colección de biografías cuyo plan iniciaste y comunicaste a Canedo, continúa en estado potencial, y por ahora más vale no comprometer el proyecto. Los editores miran con recelo toda novedad en estos días de cabalgante carestía del papel. Paciencia. Nada se pierde.” (Ibídem.)
AR responde, en parte, la carta que le enviara PHU desde Minneapolis el 7 de febrero de 1917, en cuya posdata le hace seis preguntas sobre el compromiso preestablecido, esto es, una antología, un trabajo sobre los versos de W. R. Benét, una historia de la literatura en 160 páginas; un artículo para Nosotros y uno a ¡ingenieros “de carácter algo filosófico; y con Los favores del mundo; unas anotaciones; PHU le pide que lo envíe sin anotaciones.
Por su parte, AR le ha enviado algunos ejemplares de El Sol con publicaciones suyas; lo que también ha hecho para su madre y R. Foulché-Delbosc (Vid. Loc. cit.).
“Gracias por los bellos versos de Murray. Sí, yo creo que los griegos escribían como Mallarmé o cosa así. Yo siempre he creído que su poesía es en séptima imagen; que son los latinos los que aclararon y disolvieron (sic) todo eso. Veo que estás mal informado sobre las cosas de España. La vuelta de Maura al poder se ha hecho en condiciones enteramente nuevas y gratas para España. Todo el mundo está contento. No es lo que tú supones. No es el antiguo Maura. Es una cosa bellísima y singular que ha sucedido porque el pueblo la quiso…” (Ibídem. loc. cit.)
Bajo el influjo de una filología-historia epocal Reyes se mueve en esta carta-ensayo de actualidad bajo el signo del detalle de época y la “crónica de nuestros tiempos.” Los cambios han hecho que Reyes revalore algunos juicios anteriores sobre escritores, editores, períodos y experiencias literarias:
“Las Colecciones de Ricardo Baeza muy irregulares. Debes reservarle tu Pater a Calleja. Ha tenido un éxito franco. …Ha encontrado en la Edad Media española, y en sus estudios de miniaturista, una clara fuente de inspiración. A veces recuerda a Anatole France. Su interpretación de la catedral gótica es muy fácil y hermosa. A veces recuerda a Jules Renard, acaso sin conocerlo: su “Bestiario” es un encanto. Sus epitafios que nos leyó Gómez de la Serna ha hecho decir a “Perico el de los Palotes”, es decir a “Colombine” su amiga, en El Heraldo (la cual acoge mis publicaciones con un aplauso que ya me inquieta), que no es más que un mal imitador de las “Gregues”. Pero esto es crimen e ignorancia.” (cfr. p. 90)
Tal y como se puede colegir de este fragmento, el juicio crítico y la relación entre vida y obra, canaliza la crítica de las primeras dos décadas del siglo XX en Hispanoamérica. La hispanística y el hispanismo controlan el mundo intelectual y las relaciones literarias a través de publicaciones periódicas, donde se impone el juicio de época y la visión un tanto autoritaria de un medio “culto” autorizado. Reyes participa de los poderes de una crítica “a la española” que ha logrado incidir también en Francia, Alemania y en la América continental, bajo supuestos e imposiciones editoriales.
AR, aprovecha la ocasión en su carta-ensayo para socializar con PHU un juicio que, para la época, se había impuesto en Hispanoamérica:
“Lamento que Juan Ramón Jiménez haya podido herir a una sociedad a la que estima, pero no me extraña: hay aquí tan poco cultivo de la sociedad, que la gente no sabe cuándo ofende, ni cuáles son sus deberes elementales en sociedad. Juan Ramón es el poeta más sistemático de la lengua. Tras de darnos el sistema de su obra (su auto-selección), nos ha dado sus antecedentes, su escuela dentro de las letras españolas, en unas antologías o JARDINCILLOS publicados por el director de la Residencia, Giménez Fraud. Supongo que Juan Ramón te los enviaría… (Carta citada, AR, en pp. 90-91).