Los propósitos de una “irracionalidad” que construye el supuesto sujeto de la amistad coincide con la pérdida de la misma, pero sobre todo con su escenario y circunstancia:

“Aunque yo veía en eso un intento de fraude, y opinaba lo contrario, pensaba de todos modos que no había probablemente motivo para pelearnos con los ingenieros. Después, aquel fraude premeditado le sirvió, no sólo contra ellos, a quienes no ha pagado nada, sino contra mí. Consecuencia: todo mi dinero se estancó en una empresa absurda, no he tenido con qué continuar la casa, y la miseria en México es tal que no he hallado quien quiera  cargar con la casa y los terrenos aun sin pagarme nada, para terminarla: es decir, quiero venderlo todo, los impuestos – de que logré exención algún tiempo- acabarán por devorarme el valor de todo.” (Véase p. 286, Tomo III, op. cit.)

Todo el relato de PHU sobre José Vasconcelos, remite a varias circunstancias que se explican en el ambiente de pugnas, crisis de todo tipo, dificultades, principalmente económicas, y un conjunto de aspectos, envidias y problemas que logran alterar y dañar la amistad del otro, del que genera las diversas imágenes de un sujeto en circunstancia. PHU creía en el cumplimiento de la moral social y la moral individual:

“A veces –mi noción del cumplimiento de las leyes naturales se me vuelve noción moral y hasta religiosa-  creo que lo ocurrido es el castigo que merezco por no haber rechazado, o abandonado, desde antes, la amistad de hombre tan impuro y cruel.  Yo lo vi maltratar y hacerle la vida imposible a Elena Arizmendi, mujer con quien había el material de cosas superiores (él pensaba que yo la compadecía por hermosa); pero yo creí que aquello fuera perdonable porque eran las furias de Eros. Ahora sé que desde entonces debía alejarme de él.” (Ibídem.)

Pero el sujeto de la circunstancia ligado al sujeto de la historia pública, implica también una visión dramática y problemática:

“¿Los otros?” Juzgas muy bien a Caso. Su vanidad ridícula es demasiado ostensible:  en eso han parado los que antes creíamos puerilidades ocasionales.  Ahora, ya me dada  vergüenza oírlo conversar: no hablaba sino de los honores que se le habían rendido en el Perú, y hasta se complacía en repetir que lo llamaban “Señor Embajador” en la conversación privada ¡Cómo estará ahora! Lugones declara que fue el personaje más ovacionado –espontáneamente- en Lima, porque ¡Oh ironía! Lo consideraban representante del “espíritu libre” del México (Lugones dice de bolchevismo) como contraste a la tiranía peruana.”

Nuestro remitente quiere situar al destinatario en el contexto de una crisis de la autoridad intelectual de Estado, precisamente en el momento en que los tonos  institucionales, culturales, sociales y morales se convierten en fuerzas de las circunstancias.  La misma circunstancia vital de un sujeto particulariza la perspectiva que según Ortega y Gasset determina su historia personal y social, pues tanto el yo y la circunstancia según el filósofo español, se da, se expresa en la historia.

En efecto, los signos de la circunstancia se expresan como parte de un estar, sentir y vivir dentro de la historia entendida como problema vital y ontológico. Las imágenes y signos son, entonces, la expresión y su consciencia.  PHU le copia a AR caracterizador de núcleo familiar que forma parte de la historia epocal:

“La familia Caso, siempre en melodrama… Y Don Antonio ¡Qué maravilla! Es el punto donde el público debe descargar en risa la tensión nerviosa producida por el melodrama.  Cuando la escena ha llegado al punto culminante, cuando todos danzan cogidos de los cabellos, y a la madre le toca decir la frase final, entra Don Antonio vestido de frac, preguntando cuál medalla es más grande para ponérsela donde más se le vea.  ¡Señor! Yo no soy directora de escena y me desespero.  Por qué no hacen un número aparte?” ¡Cómo sería Antonio si le dieron en París un banquete de 200 cubiertos!” (Ver p. 287)

Crítica irónica.  Microanálisis contextual.  Escena política y comportamiento individual. Lo que presenta PHU es un material propio de una concepción y una determinación del sujeto en contexto y experiencia.  Según PHU:

“Veo que Villaseñor no llegó a conversar contigo.  Lo ha hecho, después de un artículo que se ha publicado en Martín Fierro, de Buenos Aires. Daniel Cosío te pareció raro: lo es; durante algún tiempo ejercí sobre él una influencia de normalidad, pero veo –por cartas- que la rareza está nuevamente apoderándose de él. No me he querido confesar, pero tú me obligas, que Pellicer no irá lejos: beauté du diable es muy exacto.  Y creo que ya tienes:

“Y creo que ya tiene veinte y ocho años! Es como Montenegro: de ahí que congenien.  Buen muchacho, Monterde. Inteligente, Villaurrutia. Todo es como lo dices.  De los que no hablas, pensarás lo mismo que yo. Resumen: que la juventud inteligente, en México, no es la que se dedica las letras. Y los que a ellas se dedican no valen la pena de ningún esfuerzo, ni intelectual ni moral. Experiencia enseña.” (Ibídem.)

El resumen de la carta contiene dos rasgos, dos aspectos y dos conceptos que justifican la carta y su inscripción:  moral, experiencia, determinación social, existencial e histórica.

Sin embargo, nuestro autor continúa el desarrollo de la carta del 20 de abril con su extensión en la carta del 21 de abril.  La crítica y las formas de una sociedad como la mexicana empalman con un modo de ver las cosas. Desde dentro y desde fuera. “La experiencia enseña.  Pero la misma moral intelectual se encuentra dividida, alterada, comprometida, marcada por lo real y la realidad.  En ese sentido, el Epistolario íntimo funciona también como Speculum humanae vitae, donde de sujeto sufre los latigazos de u mundo cuyos valores se despedazan poco a poco.

AR necesita la reflexión y la información de su amigo PHU, debido a que la agudeza de juicio del mismo se convierte, además, en filosofía de la historia y del presente de México.

“No hay otra gente en México? Sí, pero insuficiente para hacerlo agradable. Uno de los buenos va ahora para Europa, con su familia: Xavier Icaza.  Es puro. Es generoso. Y ahora me dicen que está enfermo, que tal vez esté seriamente atteint. En  cuanto lo veas, séle bueno, séle útil: si se nos ha de ir, que le alegremos sus últimos días. Y avísame en seguida para escribirle, y dile muchas cosas mías.  Si el viviera, y se estableciera en la capital, como parece que piensa hacerlo, en torno de él -que tendría inteligencia por su posición independiente y cómoda,- podría crearse un nuevo ambiente intelectual: uno en que justificara la obra de Genaro en el PEN CLUB, que hasta ahora es la gran obra negativa de reunir a todo el mundo sin enojos.  El único intento en México, de creación inteligente y decorosa, después de nosotros, la hizo Xavier en casa de Pablo Martínez del Río. Ojalá resulte todo una falsa alarma, lo de la enfermedad: a veces me consuelo pensando en que será como mi pérdida de brazo!” (Op. cit. pp. 287-288)

PHU le dibuja a AR un panorama intelectual y espiritual que es, a su vez, la imagen de la decadencia social y de todo un tiempo de la memoria y del ser. Su vuelta a México en 1921 fue para el dominicano un fracaso, un espejo abierto  a lo real, un ejemplo revelador de lo que entonces era el país. Aludiendo a la carta que le respondiera Reyes el 25 de marzo de 1925, Henríquez Ureña le pregunta por su situación en aquel México desamparado y desprovisto de una verdadera moral gubernamental.

“¿Tu situación en México? Comprendo su dificultad. Cuando yo regresé, en 1921, comprendí que  todo lo que yo había adquirido durante mi ausencia resultaba inútil, salvo las cosas que pudieran tener aplicaciones prácticas, como es la organización de unos cursos de verano para extranjeros (ya ves: llevo dos años de no tenerlos a mi cargo, y siguen copiando mis planes, y hasta repiten lista de profesores que yo puse, ahora en 1925, porque  yo me eché a buscar a todos los profesores que realmente pudieran enseñar algo a los extranjeros). Claro es que tú podrías dejar para el interior de tu casa la “alta cultura”, como dice Antonio, y no hacer  sino cosas útiles; si tú demostraras que eras capaz de trabajar – y en el fondo lo presienten- , te convertirías en esta cosa peligrosísima: candidato a Secretario de Educación Pública.” (Ibídem.)

Las líneas de reflexión en torno a la condición intelectual en México, Argentina y en Latinoamérica en general, invita a comprender conductas sociales, comportamientos individuales en contextos de formación intelectual y tendencias propias de sociabilidad grupal o intergrupales.  Un microanálisis de tendencias políticas y culturales motiva un acercamiento necesario para entender el mapa sociopolítico y sociocultural de toda América continental en la primera mitad del siglo XX, pero que se hace más grave en toda la segunda mitad del siglo veinte.