Se debe considerar al entrar en la malla de problemas, asuntos e informaciones que plantea o presenta el Epistolario íntimo de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, el contexto de apreciaciones, juicios y elementos caracterizadores que aparecen en el mismo. En el caso de un corpus como este, gobernado por las circunstancias de vida, trabajo, pensamiento y proyecto intelectual, se hace visible una gama de tratamientos, fórmulas de escritura y sobre todo de pasiones que, en el contexto de vida de ambos escritores y amigos, cobran interés y significación, sobre todo allí, donde los puntos y fuerzas que lo animan muestran, de manera particular y general lo que es la intelectualidad en Iberoamérica.
Los estados morales, conscienciales o existenciales del Epistolario… inducen a creer en un espíritu de formación cultural evidenciado por sus apoyos y fuerzas potenciales, orientadas a un desarrollo intelectual, económico, político, artístico e institucional.
Los principios, aspectos y valores de un cuerpo cultural que por los años 20, 30 y 40 se requerían para respaldar estructuras y funcionamientos de nuestras sociedades y sus Estados, presentan las imágenes y visiones que gobiernan la vida pública de los países hispanoamericanos. El malestar creado por los malos gobiernos y por la camada de funcionarios parásitos e ineptos, constituye la verdadera desgracia de un país. Lo que presenta como síntoma la carta que le envía PHU a AR, es un hecho y una práctica que describe también el contexto de los países del Caribe y Latinoamérica. Por lo tanto, la carta-crítica de PHU resulta ser una radiografía de México en la segunda década del siglo XX .y de toda América.
El 7 de enero de 1924, poco antes de salir definitivamente de México, PHU informa a AR su situación que ya era compleja al lado de Vasconcelos. Debido a las hostilidades contra su persona, el ala derecha de Vasconcelos fustigaba a nuestro autor, y siendo ya insoportable las insidias en su contra, Vasconcelos (Pepe) lo designa en Puebla, lejos de la malla política predominante. La carta que le envía Pedro a Alfonso es un fresco del México de entonces:
“Aquí estoy desde hace tres años, con Vicente Lombardo Toledano, mi cuñado, que es gobernador, -lo cual te parecerá buena noticia, pero lo es muy relativamente. No se puede hacer nada sino economías; Puebla, como México todo, está en bancarrota. La labor principal de Vicente ha sido hacer economías; reducir el presupuesto, nivelarlo (¡el viejo problema de la era porfiriana!), porque el año pasado el Presupuesto de Egreso del Estado era de 4 millones y los ingresos sólo de 2 y medio: como ves se ha vuelto a la era prehistórica en que se hacen presupuestos de egresos sin saber si los ingresos cubrirán los gastos. Y eso ocurre hasta en el Congreso Federal. Además, con revolución, y baja del petróleo (de la producción), y demás, se gasta lo imposible y las entradas disminuyen”. (Tomo III, p. 259).
Las aspiraciones de PHU en aquella etapa, estaban marcadas por una política democratizadora y racional tendente a recomponer aquel orden social desde un espíritu de servicio fiel a la ciudadanía. El gasto, la función integradora de lo mejor para el desarrollo, era lo que animaba la concepción de la sociedad y la cultura. Pero otra cosa querían sus amigos, empoderados y buscadores de prebendas y poderes estatales. Por eso, pensaba nuestro autor, en Puebla se podría alimentar, proponer y activar algunos cambios y principalmente en la educación pública:
“De todos modos, aquí procuraremos hacer algo en la educación pública. He proyectado abrir escuelas nocturnas con ayuda de los estudiantes avanzados: será lo único que se pueda inventar por ahora. Se procurará, además, aumentar las escuelas primarias del Estado: así y todo, apenas llegan a 400 para una población de cerca de un millón de habitantes (descontando la ciudad de Puebla). En el pobre Colegio del Estado –la Universidad de Puebla- no se paga a los profesores desde abril. Juzga cómo está México…” (Ibídem.)
Por las imágenes que se describen en esta carta se trata de una crisis que no es solamente educativa, sino ideológica, política, económica y de una pérdida de la visión que en años anteriores (1910-1920), se había dibujado como desarrollo y progreso de un país donde el concepto de Revolución prometía también una Revolución cultural y educativa en México.
Sin embargo, el contexto de información de la carta presenta indicios reveladores de descomposición moral y desaciertos administrativos, políticos y financieros. Lo cierto es que, según PHU:
“Pepe Vasconcelos deshace su obra: ciertas escuelas, unas por falta de dinero, otras por rabia. ¡Pero construye el Estadio! Aquí en Puebla ha mandado destituir a toda su gente: los profesores del Centro Cultural Obrero (institución excelente, donde enseña a hacer muchas cosas) y los maestros misioneros. Es posible, sin embargo, que nombre otros: no se sabe.” (Ibídem.)
En efecto, algunos rasgos que sobresalen en esta carta a propósito de José Vasconcelos y su megalomanía y hasta amoralidad institucional, dan cuenta de que el ateneísmo, la concepción socrática y platónica de la cultura han cambiado en esta etapa que es la segunda de PHU en México. Pero es importante que su amigo Alfonso Reyes conozca algunos datos confiables sobre la situación en México a comienzos de la década del 20, en un país cuyo horizonte político no estaba tan claro y mucho menos para su amigo Alfonso.
Según Henríquez Ureña:
“Lo más grave es la inmoralidad: desde Huerta, desde Carranza, todos roban (s.n.) Bajo Obregón, se comenzó a moralizar, pero después aflojó, y el Partido Cooperativista volvió a organizar el robo en gran escala: el Ayuntamiento de México no fue sino una muestra” (pp. 259-260).
Ejemplos de corrupción, tráfico y politiquería arropan a México y esta carta no es sólo una información a un amigo, sino una panorámica crítica del país:
“Martín es un ejemplo: la Secretaría de Hacienda, con De la Huerta, le regalaba $18,000 para El Mundo; Pani se la suprimió. Patrocinaba mejorías de la familia de Victoriano Huerta; cobraba dinero por cartas de recomendación; por fin; vendió El Mundo a los Callistas, la víspera de su huida, y ahora resulta que vendió máquinas y linotipos que no eran suyos. Ahora, viendo perdida la causa de De la Huerta, deja los Estados Unidos y se va a Europa. Ten mucho cuidado con él (s.n.): no lo trates sino, en todo caso, en tu casa. Pero no tengas escrúpulos, si te parece, en decirle que no lo puedes recibir; él no tiene escrúpulos y no hay que tenerlos con él. Sobre todo cuando irá con intenciones de comprometerte. No se falta a la amistad con hombres deshonestos a tal grado”. (Op. cit. p. 260)
En efecto, lo que era una carta se convirtió en radiografía y hasta “denuncia” dirigida a un amigo; todo plantea en el caso de PHU no sólo una crítica, sino otro rumbo, el camino hacia otro lugar. Luego de la crítica se agudizaron aún más los problemas entre grupos ligados a Vasconcelos, y las persecuciones ideológicas, groserías de compañeros, fraudes, presiones, racismo y empujes personales, determinaron el cambio definitivo de país y su abandono de México.
La próxima carta que le enviaría a su amigo AR será desde La Plata, así como todas las posteriores. Con dolor salió PHU de México, debido que toda su actividad educativa, cultural, institucional, literaria y en general humanística, fue arropada por la política, la corrupción y por todo aquello que abominaba el maestro dominicano. La incertidumbre formó parte de su vida como la revela el mensaje de la primera carta que le escribe a su amigo desde Argentina el 16 de noviembre de 1924.