“En verdad que yo debo de ser el peor entre todos los amigos, cuando tales cosas me dices: ¿conque Max y tú creéis que yo pierdo mucho tiempo? Quisiera saber si hay muchos capaces de resistir el trabajo que yo resisto, entre jaquecas, y si muchos entre nosotros tienen, como yo, la costumbre, o la necesidad, de producir algo todos los días.” (Carta de Alfonso Reyes a Pedro Henríquez Ureña, Madrid, 4 de mayo 1922, Op. cit., p.218)
Alfonso Reyes lo ha manifestado en varios pasajes de este Epistolario íntimo: Su “deseo de escritura” es una de las fuerzas que ha alimentado como propósito y estética literaria. La constancia del mexicano ha sido su propio rumbo y éxito en el contexto de las letras hispanoamericanas. Su responsabilidad literaria se hace visible como experiencia espiritual y cultural. Escribe no sólo con garras, sino también poseído por ese acto que se vuelve memoria y fuerza comunicativa.
Los reproches que Reyes les hace a Pedro y a Max en esta carta, están ligados a una práctica de amistad y atención cuasi-familiar, debido a la cercanía que entre ellos existe como personalidades culturales. Su amistad con Pedro y Max se presentifica en el Epistolario… toda vez que las relaciones personales se han convertido en hermandad y amor, algo que no es frecuente en la vida literaria hispanoamericana.
En efecto, la carta destila no sólo extrañeza, sino también dolor y soledad. Pues su guía y mentor le ha reprochado algo que para él tiene una alta significación en cuanto a su carrera como escritor. Sin embargo, los juicios del mexicano “pesaban” mucho a la hora de valorar esfuerzos. El seguimiento de PHU a AR era casi paternal, y no por motivo de simple “instrucción”, sino más bien por motivos de aventura espiritual y literaria.
“No, aquí lo que pasa es que Max no se ha dado cuenta de que yo quise divertirlo un poco, enseñarle Madrid, y ponerlo pronto y fácilmente en contacto con esas personas a quienes él tenía que ver, por la misión que trajo de España. Y además ¿acaso no se dan cuenta todavía, los míos que yo trabajo mucho más sobre lo que veo y trato con los hombres que sobre lo que encuentro precisamente entre las páginas de los libros? ¿O crees tú lo contrario de mí, como cualquier Rafael López pudiera creerlo? (Carta citada, pp. 218-219)
En efecto, la relación vida-literatura, punto nodal para el escritor mexicano, se convierte y se explica como razón de ser y amor por la literatura. Lo que quiere resaltar AR en esta carta es su vocación de escritor con consciencia del oficio, pero también que esta consciencia literaria no se nutre sólo de los libros, sino también del vivir, la vida de las palabras, la aceptación de las letras como ejes de vida, sustento espiritual y trayecto de consciencia.
“Déjame alimentarme, déjame colmar mi necesidad de vivir. Sabe mucho más que tú Armene Ohamián, la danzarina y escritora armenia de Shamaja, que un día (me parece que la veo aún, sentada en ese diván, a mi lado), se inclinó hacia mí, y me dijo al oído: “Voy a decirle un secreto de bruja armenia: usted tiene todavía muchas virginidades: hay un fuego malo en el poeta que es necesario consumir: la regla de su felicidad consta de dos partes: primera, hágase usted rico cuanto antes y, segunda, ordene usted su vida de suerte que cada año pueda, durante uno o dos meses, hacer absolutamente lo que le dé la gana, con toda libertad”. (Ibídem. p. 219)
A seguidas, AR no se hace esperar y le suelta un argumento que es atendible en el marco de su amistad y fervor:
“También me dices, más o menos, que esperas con horror la tercera serie de “Simpatías y diferencias”, si ha de ser tan mala como la segunda. ¡Pedro, por amor de Dios! ¿Y es éste el hombre que me ha aconsejado – yo no hago más que seguir tus sugestiones- publicar mucho, todo lo que se ha escrito, para dar de tiempo en tiempo los libros únicos, porque de otra suerte la gente no se da cuenta? Por lo demás eres injusto: la primera parte de la segunda serie contiene mucho de lo mejor que he escrito: tanto peor si no te das cuenta. Ten la bondad de examinar el índice, y no me digas esas cosas”. (ibídem.)
Así pues, los reproches a su amigo en el contexto de la amistad revelan niveles de tolerancia, sensibilidad y sentimiento dirigidos a confirmar el oficio literario y la comunicación orientada a una pedagogía epistolar visible en el Epistolario… AR que había publicado ensayos en serie de corte periodístico, practicó una escritura de acceso al contenido y al lector en la línea de una concepción expresiva, estilística y coloquial de la literatura, visible en escritores y filósofos como Voltaire, Rousseau, La Rouchefoucauld, Pascal, Cadalso, Montesquieu y otros.
AR, sin embargo, cree que PHU exagera mediante una fórmula perfeccionista de escritura y producción literaria:
“…de sobra sabes que son cosas que ya estaban escritas, estorbándome sobre la mesa, y que las verdaderamente malas proceden de mi trabajo forzado en El Sol o por ahí, para ganarme la vida. Los libros inmortales caerán de tiempo en tiempo: es natural. No te inquietes”. (Ibid. Loc. cit.)
Las cláusulas que se revelan en estos párrafos combinados de estilo, diálogo y mensaje parecen extenderse en un espacio intelectual e imaginario donde los acentos estéticos del fraseo circulan en el texto como tal.
“…y no creas que no son más frecuentes porque esté ya perdiendo el tiempo: tengo que alternar mis horas de escritor con mi deber de representante de México: yo no puedo vivir esa vida absurda de salvaje que han hecho algunos de nuestros más ilustres representantes, -arrinconados en el fondo de un basurero de barrio, donde nadie los veía, y cultivando mis parásitos conyugales en un admirable olvido social.” (Loc. cit.)
Reyes hace todo un recuento de sus atrasos y cumplimientos de encargos (el Góngora, Graíno, libros de Salomé Ureña, su madre, Max, los ejemplares de Poesías, envíos de La versificación irregular… a Máximo Coiscou (10 ejemplares), reseña, responsabilidades sobre el libro Estudios indostánicos de Vasconcelos, versos propios, Torri, Genaro y Manuel Toussaint, libros, dinero y otros puntos que son importantes tanto para el mismo AR como para PHU.
Reyes resulta puntual en esta carta:
“Conocía lo del viaje al Brasil. Julio debía venir a Madrid. Aquí va lo de Augusto de Armas, y ya pido a Enrique Canedo lo que conozca de él en español directo o traducido. Siempre estoy con la impresión de que te dejo de contestar algo. Parece que hubiera yo perdido alguna carta tuya.
Conviene que Vasconcelos y tú los pongáis más perfectamente de cuerdo en lo de profesores españoles, a la distancia, una diferencia de una pestaña se vuelve un kilómetro, y Solalinde naufraga en esa inmensidad sin entender una palabra. Yo hago esfuerzos para rectificar el error óptico.” (Ver, op. cit. p.220)
Horizontes, promesas, crítica y razón, crítica y cultura, expectativas; ecos de libros, distancias y juego de morales. AR se pronuncia como persona y personalidad intelectual allí donde su amigo aguarda algo nuevo, alguna noticia, algún mensaje o solución a lo pedido anteriormente. La carta es el documento que confluye en este caso, como esperanza, vida y memoria. Tanto Alfonso como Pedro se convierten en sujetos estratégicos y líneas posicionales de un quehacer literario y cultural que encontramos más adelante, esto es, de trabajo y consciencia crítica de ambos.