Una constante del Epistolario íntimo de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes se sostiene en base a las cardinales de crítica y verdad; lineamiento intelectual que se deja leer en todo el epistolario organizado en tres tomos por su recopilador y responsable Juan Jacobo de Lara. Independientemente de los reparos o críticas que se le puedan hacer al mismo, es importante destacar que el mundo ideológico de la suma de cartas que allí podemos leer, es un caracterizador cultural, moral, político, social, académico, literario y editorial significativo para la historia de las ideas literarias, culturales, institucionales y otras que les sirven de contexto y visión al campo extendido de las creaciones literarias y artísticas de la América continental.

La verdadera fundación de una crítica sociocultural activada por ambos autores, permite repensar, a través de su Epistolario íntimo, las ideas que se tienen de los intelectuales en toda América, siendo así que dicha estructura ideológica, dividida, ocultada, desocultada y cosificada, nos lleva a entender universos desviados y orientados en su mismo fundamento y desencuentro, en sus fuerzas, choques, desventuras y legibilidades críticas.

Un juicio en tal sentido, lo expresa Roberto Fernández Retamar en su colectánea titulada Fervor de la Argentina (Casa editorial Abril, imp. Alejo Carpentier, La Habana, 2013):

“Henríquez Ureña es quien más cerca está de Martínez Estrada, aunque su serenidad, su gesto socrático sean distintos del furor del argentino. Vasconcelos, cuyo temperamento, en cambio no es muy distinto del suyo, y que vivió intensamente una revolución triunfante y escribió en torno a ella obras memorables, incurrió después, por resentimiento, en errores crasos y lejos de entender las nuevas realidades que surgían involucionó lamentablemente.” (Op. cit. p. 93)

Crítica y verdad nos llevarían a pensar en el Barthes de los años 60, el de “La actividad estructuralista”, el de El discurso de la historia, El efecto de realidad, La escritura del suceso, De la ciencia a la literatura y otros textos motivadores de una travesía crítica integradora, educadora de la lectura y la escritura, del leer y el escribir como perspectivas que aseguran toda cultura en su fundamento y práctica.

La práctica de leer, escribir, editar, traducir, analizar, historiar y conjeturar esta en el marco y el tejido del Epistolario…, pero también en las obras de Henríquez Ureña y Reyes que renovaron el discurso crítico y cultural hispanoamericano. En las estrategias epistolares de PHU y AR se hace observable la práctica intelectual dialógica, propia de dicho género; de tal manera que la interlocución en sus cartas es un fenómeno verbal, pragmático y agentivo en cuanto a procurar, solicitar, pedir, enviar, recibir objetos, valores, materiales culturales o documentos oficiales y oficiosos.

Los caracterizadores pragmáticos del discurso epistolar, suponen por lo mismo, un contexto y una productividad escripturales especiales que se sostienen por los niveles de argumentación, petición, pasión, y acto perlocutorial. El elemento nuclear que define y articula escritura, expresión e interlocución se va desarrollando de forma lineal y recesiva, toda vez que en el caso del Epistolario íntimo, se hace patente el modelo aristotélico que va del argumento al desarrollo y a la conclusión, respectivamente: tesis, antítesis y síntesis.

Existe una diferencia estilística en cuanto a la carta dirigida por PHU y AR, observable en el plano de la expresión y el plano del contenido, debido a los usos retóricos, composicionales y dialógicos que acepta el modelo aristotélico. El desarrollo de la actividad discursiva, la actividad crítica o simplemente verbal, activa los núcleos de fuerza de las mismas, de tal manera que, el orden temático y el orden formal adquieren la función nivelar de la comunicación, independientemente de los campos implícitos y explícitos del discurso epistolar. Existe en las cartas de Henríquez Ureña y Reyes una cardinal temática e ideológica, siendo así que los niveles de diálogo, respuesta, conjetura, intercomunicación y contacto verbal, desarrollan gradualmente la superficie potencial y formal del algunos momentos de movilidad escrituraria visibles en la lectura o recepción de las cartas.

Se trata de una práctica escriptural ligada a una praxis de pensamiento, cultura, sentido del lenguaje y la comunicación. Tanto el foco de comienzo, así como el foco de desarrollo de la idea o las ideas de base, perfilan sus líneas de conjunción y finalidad que autorizan el sentido de lo íntimo en el contexto del mensaje, tal como se destaca en los grados de transparencia o densidad de la enunciación epistolar.

Así las cosas, cada una de las cartas que comprende el Epistolario íntimo, crea un pronunciamiento de líneas y motivos tratables e interpretables en cada línea argumental y causal de la carta. (Como se puede advertir en el Tomo I, pp. 94-96 y pp. 96-102; cartas de PHU a AR, enviadas en febrero 2 de 1909 y febrero 9 del mismo año), donde aparece el foco música-ópera, lo apolínico, lo dionisíaco y el pensamiento sobre la tragedia en Nietzsche y Wagner.

Los ritmos que se pronuncian en el citado Tomo I, van creando como desarrollo un espesor de sentido visible y legible en el Tomo II, en cuyos cauces de comunicación se recrean los elementos cohesivos de la enunciación epistolar. De ahí la necesidad de una lectura que marca la condición de ambos enunciadores y enunciatarios.

Un aspecto que sobresale en el marco del estilo de producción de ambos autores, es la petición ligada a la sugerencia que nutre la carta como texto y escritura. Los movimientos psicológicos surgidos de la práctica misma del escribir y leer se sostienen en los tres ejes de producción puestos en el núcleo y en el gesto intelectual de dicha correspondencia. Lo que evidentemente da lugar a un cuerpo escriturario que expresa el debate crítico desde el contenido-forma de la misma.

En efecto, los puntos definicionales que corresponden a cada espacio de comunicación de los dos protagonistas, aparecen en cada uno de los tomos conformados por ideas de base en el nivel de superficie y profundidad textuales. El dinamismo que sugieren los contenidos tratados por ambos interlocutores, traduce todo un teatro dialógico mediante el cual se explica la necesidad misma del escribir y la escritura.

Todo un orden posicional del contenido comunicativo se asume desde la doble voz de cada remitente y destinatario, en la medida que sus correspondientes espacios de producción, la literatura, el arte, la música, el teatro y la ópera se inscriben como formas expresivas y significantes aceptadas en tanto que convención y estilo de producción. (Véase también los tiempos de significación advertidos en el Tomo III, Cartas de 1920, 1921 y 1922, enviadas y recibidas).

El grado de urgencia y necesidad de las cartas, presenta los acentos emocionales que surgen del motivo (o los motivos) planteados en las mismas.

Los diversos tonos y matices que encontramos en el Epistolario… se expresan también desde las intensidades que se perciben en la escritura entendida como un arte, una esfera de pensamiento y un cometido intelectual. Pero la visibilidad de los temas que exhibe el corpus del Epistolario íntimo, propicia los ejes de expresión, significación y producción de una escena del conocimiento literario, donde la historia, la crítica y la filología adquieren su valor como práctica y sentido de la carta-ensayo, la carta-estilo, la carta-relato y la carta-confluencia.

Así, quien observe con atención el desarrollo de cada contenido y motivación epistolar, tendrá que percibir los ejes que la determinan en aquel mundo escrito de cada carta y de sus autores.