La crítica de Pedro Henríquez Ureña es fundadora por su consistencia procesual, formadora, intelectual y por lo que ha dejado como camino para la posteridad. No todos los críticos llamados fundamentales “enseñaron” o justificaron una práctica intelectual en el contexto latinoamericano. Uno de los pocos casos que en Iberoamérica hicieron de la crítica un espacio de conocimiento fue justamente el de nuestro autor y no por la “escasez” supuesta de su obra, sino más bien por lo que se ha denominado (con Barthes) “crítica y verdad”.
Esa práctica, que no es sólo teórica, se pronuncia en el Epistolario íntimo de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes. Este último que con fama de hombre extraordinariamente culto ha sido a veces “ironizado” en el mismo México, se expresa en sus cartas como crítico, escritor, filólogo, mitógrafo y buscador de metas literarias.
Por supuesto, no se debe entender, leyendo este cuerpo textual íntimo, sólo una amistad en el sentido literal de la palabra. Lo que ambos intelectuales han construido como amistad es un proyecto de crítica y verdad. Aquello que arroja un inventario de caminos alrededor de un trabajo orientador, exegético, escriturario e historiológico y que se convierte en conquista, tal como hemos podido observar en el corpus del Epistolario íntimo (Tomo I y Tomo II).
En efecto, se trata de una travesía intelectual que se desarrolla no solo por sus datos, sino también por los acuerdos textuales, exegéticos, filológicos, formadores e interpretativos y que afloran en el Epistolario íntimo… como práctica, verdad y finalidad. La materia que se revela a través de este corpus, asegura su tratamiento sofiánico y metódico, aunque el mismo no presente en un primer momento todas sus claves.
Y no se trata en este orden sólo de la orientación histórico-crítica de PHU. El camino que por práctica académica, búsqueda y hábito filológico creado asume el crítico, escritor y polígrafo mexicano, resulta de una cosmovisión surgente de las dos tradiciones analíticas fundamentales forjadas en la antigua Grecia: platonismo y aristotelismo. El primero incide en ambos críticos y escritores tanto como el segundo. De ahí el lugar significativo de la Theoria y de la Praxis epistémicas de sus cuerpos críticos.
Hemos visto cómo sobresalen sus ejes intelectuales de manera cardinal en el Epistolario… (Tomo I, Tomo II y Tomo III), pues lo que adquiere sentido, intencionalidad y propiedad de “obra” es aquella escritura basada en líneas de trabajo filológico, escriturario, exegético y conceptual. Trayecto que por su dinámica e indagatoria, prestigia una concepción analítica y una búsqueda lingüístico-literaria.
Así pues, el Epistolario… que contiene una variedad escrituraria y genésica específica, induce a conocer detalles significativos de una línea de lectura polidireccional. La misma abarca no solo materia literaria, sino también tratamiento y puesta a prueba de sus instrumentos, tal y como veremos en obras que han marcado un camino teorético y exegético en el caso de AR y crítico- filológico, así como lo ha llevado a cabo de manera ejemplar PHU.
El tiempo-espacio vital que comprende el Epistolario íntimo… en cuestión, solicita una revisión como crítica y verdad, tal y como lo sugiere la lectura indiciaria del Tomo I y II. Los núcleos generadores de las cartas son múltiples y no parecen concluir como práctica, testimonio y travesía. Entrada y salida de México, son en este cuerpo epistolario motivos y aristas intelectuales, universos en contacto y producción para los interlocutores y sus intereses.
Un ejemplo de trayecto y finalidad es la carta de PHU a AR, dirigida desde New York el 31 de agosto de 1915 (Ver Tomo II, p. 183):
“Salomón de la selva y yo proyectamos una antología de poetas ingleses con traducciones castellanas y una de poetas castellanos con traducciones inglesas: ambos libros, bilingües. Cuando seamos un poco más conocidos, hallaremos editor. Hemos pensado en Henry Holt y Compañía, los editores de Alarcón de Miss. Bourland. Yo cuento, sin embargo, con la recomendación de seis o siete de los mejores humanistas de las universidades de aquí, muchos de los cuales han publicado Chez Holt. Además, -asómbrate,- The Forum, que no es una revista muy popular, pero sí de las más encopetadas en categoría literaria, me aceptó ya mi primer artículo en inglés, que es –no sé si lo conoces en castellano- La despedida de Anatole France (en inglés Frances’ Valedictory). Yo no quería enviarlo al Forum; le proponía a Salomón de la Selva enviarlo a una de las pocas revistas que no pagan (hay dos o tres) pero que dan reputación (una de ellas es el Poetry Magazine, si bien ésta sólo publica versos). Pero él, desde el campo, adonde se llevó mi artículo, lo envió al editor del Forum con una carta suya, y cuando volvió del campo me enseñó la respuesta de aceptación.”
El contacto literario, la búsqueda de posibilidades editoriales, la captura de publicaciones en revistas extranjeras, marcó la amistad de estos maestros de la cultura hispanoamericana, pero también, el acento crítico y productivo que determinó ambas perspectivas, en México, en Europa, los Estados Unidos, Argentina, Brasil, Cuba y República Dominicana.
Las recomendaciones, referencias editoriales, contactos con revistas, los proyectos antológicos y puestos académicos en universidades o centros de investigación, fueron construyendo el universo formativo, el trabajo filológico, crítico-literario, historiográfico y humanístico de los dos críticos, estudiosos y escritores.
Crítica y verdad se revelan en el Epistolario íntimo… como dos escuelas y tendencias de producción, ligadas en el marco de los aportes presentes y futuros en Hispanoamérica. El arqueado sostenido que comenzó en aquel México de la primera década del siglo XX, se interrumpió debido a la muerte de PHU en 1946 y la desaparición de AR en 1959, cuando el ciclo vital de ambos intelectuales cerró la opera magna de estos dos maestros, quedó como paideia, doxa crítica y lazos utópicos.