“No me hallo en ninguna parte, ni puedo trabajar a gusto.  Espero poderlo hacer cuando acabe de poner mi casita. Eso sí: no he perdido el tiempo.  Escribo constantemente y una vez que se abre la vena, soy feliz; pero para empezar, necesito siempre obligarme: en eso está la incomodidad. Ponme unas letras: nada te cuesta decirme alguna cosa agradable, y a mí me hará mucho bien.  No me dejes solo en este valle de lágrimas. Ya vi todos los teatros, ya oí todos los conciertos, ya conozco todos los conciertos, ya conozco todos los museos, ya, ya, ya.  Estoy cansado. Lo que quiero es escribir, nada más.” (Alfonso Reyes, ver Epistolario… Tomo III, p. 283).

El 28 de marzo de 1925 Alfonso Reyes le envía una carta desde París a Pedro Henríquez Ureña, a propósito de los reparos que este le hiciera sobre su Ifigenia.  “¡Ay Pedro!” No sabes cómo me han impresionado tus reparos a los trozos que conoces de la Ifigenia. Y también el que algún joven de México te haya escrito con extrañeza. ¿Y eres tú quien encuentra algo bueno que decir de las sandeces de Gutiérrez Cruz y su pésima y anticuada retórica, y a mí en cambio…? ¡Oh cielos!” (Vid. pp. 282-283).

Alfonso Reyes (1889-1959), fue un poeta, dramaturgo, ensayista, cronista, narrador, teórico, tratadista y diplomático mexicano, reconocido como uno de los más grandes autores hispanoamericanos del siglo XX. Su vasta obra ha sido publicada por el Fondo de Cultura económica de México. Amigo de Pedro Henríquez Ureña; estableció una relación literaria y epistolar que ha servido como documento y memoria para la historia cultural y literaria de la América continental.

No se conocen todas las cartas que se escribieron, pues según los estudiosos de su correspondencia y por lo que se deduce de la misma, algunas cartas enviadas no llegaron nunca.  Y en algún momento, las dificultades de correos interrumpieron la comunicación de ambos amigos.  Desde España, París, Brasil, Estados Unidos, México y otros lugares de Europa, mantuvieron una comunicación epistolar significativa publicada por el Fondo de Cultura Económica y la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, entre otras instituciones y editoriales que publicaron sus correspondencias.

Como Ministro de México en París, Brasil y España ejerció funciones diplomáticas y escribió ensayos en este sentido que se conservan en el Archivo de Alfonso Reyes (Véase referencia en Última Tule y otros ensayos, Selección y Prólogo de Rafael <Gutiérrez Girardot; cronología de Anja María Erdt y Rafael Gutiérrez Girardot, (pp. 298-299); así como en O.C. FCE, México).

AR vivió intensamente. Pero su obra demuestra un oficio de escritura constante y con niveles diversos de disciplina. El 21-4- de 1925, desde París, le ofrece a PHU informaciones relativas a obras y publicaciones:

“Mi Plan Oblique se publicará en la colección de la N. R. F. (Nueva Revista Francesa).  Estoy escribiendo varias cosas nuevas.  Al margen, un desahogadero de ideas diarias que acaso te envíe para prensa.  En México, ya no podemos publicar en los diarios. El gobierno está en mal con todos, menos con el infeliz Demócrata. Sí, envíame el libro programa del Colegio, y gracias. ¿No sería la Visión de Anáhuac mi libro más escolar, más clásico? Leeré lo de Alcides Arguedas, a quien conozco mucho personalmente… los domingos vienen los amigos escritores.  Tengo excelente Cave. Preséntate aquí un buen día con Isabel y tu retoño…” (Véase p.284).

Algunos aspectos que sobresalen en el Epistolario íntimo son: el amor por la literatura, las informaciones acerca de obras, escritos, ediciones, editoriales, así como los consejos y testimonios de ambos interlocutores.

PHU que había recibido la carta de AR de fecha 25 de marzo de 1925, le responde desde La Plata el 20 de abril de 1925 sobre diversos tópicos poéticos y políticos de México:

“Ayer recibí tu carta del 25 de marzo, una de esas buenas cartas largas, y estoy en espera de la Ifigenia,   que te aseguro me deberá gustar, a pesar de mis hábitos -¿auditivos? ¿retóricos?- en materia de rima! Y yo soy hierofante del verso irregular!! Pero ya te escribiré, me explico, sin embargo; la rima no es la medida; y aun en la medida prefiero, o la absoluta sujeción, o la absoluta irregularidad. Roma o el desierto (La Plata tiene el defecto de no ser ni Roma ni el desierto!) Pero yo la trato como desierto, aunque no logre alcanzar sus ventajas.” (Ver pp. 284-285)

PHU secuencializa los acontecimientos dentro de una aventura intelectual e institucional:

“…tu carta me revela que entendiste a México perfectamente. Lo comprendiste exactamente como yo: yo dudaba de mi interpretación porque no encontraba quien la compartiera.  Pero es que oculus habent …No faltarán quienes se figuren que yo juzgo a Pepe con pasión. No tengo la pasión, pero afirmo la exactitud del juicio.  Debo confiarte que Pepe me ha hecho víctima de un fraude escandaloso, sin otro fin que el de hacerme daño, no me explico por qué.  Las gentes creen que estamos distanciados a causa de Vicente, y en realidad su acción canallesca hacia Vicente fue la ocasión de mi ruptura; pero la verdad –la verdad que he venido comprendiendo tarde, atando cabo con cabo- es que él me tenía una inquina, difícil de explicar, desde antes. Hasta llego a creer que Vicente fue víctima, no de la ojeriza que llegó a inspirarle, o no solamente de esa ojeriza, sino de la que tuvo contra mí! La causa? Ya te dije que no la sé:  a lo sumo serán unas discusiones que tuve con él durante el viaje a la América del Sur; ya había llegado a creerse sagrado, y debo de haberlo herido en su vanidad.” (Ibídem.)

Retrato de época.  Distanciamiento ético. Crítica de los signos e imágenes dominantes. Espacio cultural y político en crisis.  Lo que le revela PHU a AR es lo que la política hace del sujeto y el sujeto hace de la política. De ahí que “la miseria de la razón política “tenga más poder” que la política de la interpretación moral y ética.

La radiografía que le hace PHU a ese México trágico, irracional, infectado de corrupción y dobleces políticas, no es el que inventaron los intelectuales de Estado que antes de tener un puesto de poder apelaban a un humanismo democrático y a los fraseos del mismo como horizonte de vida y oportunidad.  Las insidias, maldades, racismo, tramas inmorales, reclamos, prepotencia y mezquindades, eran los emblemas de un poder que a la par  de ser guerrero, fanático, fulgurante y distante, era también agresivo y excluyente en sus ganancias y sus lanzas que apuntan y son dirigidas al trono como alegoría.

Según PHU le comunica a AR, en su carta:

“Sé que Julio Torri llevó a México que yo había sido demasiado imprudente con el Señor Ministro, y que Pellicer declaraba igual cosa.  Ello es que a poco de llegar, Pepe, faltando al compromiso en que me puso, no quiso que se continuara la edificación en mi terreno.  Fíjate, en 1921, yo había comenzado a adquirir un terreno y había hecho contrato para hacerme construir una casa en la Colonia del Valle; Pepe me dijo que entrara con él en otro negocio de construcciones y que DEJARA EL OTRO.” (Ibídem.)

Esta situación le creó inconvenientes económicos y legales a PHU, pues la compra para fines de establecerse con su familia era una oportunidad para solucionar el problema de su vivienda.  “No pudiendo suspender del todo aquella operación, la reduje sólo al terreno y deshice todo el contrato relativo a la casa.” (Ibídem. Loc. cit.)

Así pues, sigue narrando PHU:

“Desde entonces, todos mis fondos los destiné a la nueva operación: compramos dos terrenos paralelos en la COLONIA JUAREZ, proyectamos una calle privada, convinimos en que él y yo pondríamos dinero, pero él el doble o el triple que yo, y que los ingenieros pondrían su trabajo; después las construcciones se venderían, y se repartirían proporcionalmente las ganancias. Comenzamos a dar dinero, y con DINERO DE LOS DOS se hizo la casa de él; entonces –durante nuestra ausencia en Brasil- se comenzó la casa mía. Al llegar, de pronto decidió que no se siguiera y se peleó con los ingenieros porque HABIAN METIDO DINERO DE ÉL en mi terreno. Yo creí, naturalmente, que eso era un subterfugio con ellos, porque a mí me decía que quería deshacerse de llos; pero a ellos le decía lo contrario… (Ibid. Loc. cit.)

Toda esa política de “la amistad” se fue agrietando con mezquindades que dieron al traste con la colaboración y la llamada amistad entre José Vasconcelos y Henríquez Ureña.  La misma trampa del negocio de construcción terminó por quebrar las amistades:

“Yo al principio no lo quería creer, pero al fin tuve que convencerme.  Creerás que teníamos redactado ya un contrato y que, antes de salir para la América del Sur él inventó pretextos para que no se firmara, y en la intimidad me decía: “No les firmamos nada, porque es mejor no comprometerse” (Ibídem. Loc. cit.)

Indudablemente, se trataba de un negocio y un truco para eliminarlos a los dos, a los ingenieros y al mismo PHU.   Vasconcelos, hombre “espiritual” pero ambicioso y sobre todo habilidoso, le tendió al amigo una trampa, para envolverlo y dejarlo “enganchado” con el terreno, el dinero y la construcción.

Moral del sujeto. Amoralidad de la relación y la situación generada por el subterfugio y el poder. Se trata de una concepción de la moral social estafada por el sujeto, en este caso de poder, que propicia cierto grado de ambigüedad en un acuerdo de negocio donde las ventajas crean el doble signo y el doble juego de la deslealtad y la enemistad.  Esta nueva explicación de PHU profundizaba en el conflicto.