“Papá está muy entusiasmado con Haití y deseoso de llevarnos a todos. Como tú supondrás, yo participo poco de sus entusiasmos, pero si no se resuelve el viaje a la Habana, me tendré que ir para Haití! Para el año que viene cuento con el viaje a México. Papá está bien impresionado de la política haitiana. Dice que la paz es un hecho y que Cincinnatus Leconte será un buen gobernante. Fermín se ha retirado de la vida pública… Arístides dice que él “está vivo y en Santiago de Cuba”. Supongo que es un modo de reclamar sus libros” (Carta de Camila a Pedro Henríquez Ureña del 14 de septiembre de 1911, en op.cit.p. 303).
Los elementos de esta cita ayudan a entender el contexto de una familia fragmentada y a la vez fuera de sus apoyos económicos, políticos, intelectuales y culturales; los indicios, imágenes de mundo y travesías de Don Pancho Henríquez y Carvajal, han movilizado sus dos familias y a la vez han creado dificultades, debido a la necesidad de preservar un puesto de nivel político y económico que le beneficie en cuanto a su posición intelectual y económica.
De ahí que Francisco Henríquez y Carvajal haya tenido que aceptar el puesto de Ministro en Haití, ofrecido por el gobierno de Ramón Cáceres. El panorama familiar sufre de falta de inserción laboral en la medida que avanzan los fracasos políticos y el sector empleo, va sufriendo los golpes de la crisis de comienzos de siglo XX que envuelve a toda América Latina y el Caribe.
Es así como en Santo Domingo, Cuba, México, Puerto Rico, Venezuela y los mismos Estados Unidos de Norteamérica, las economías sufren junto a las políticas artificiales de gobiernos locales, toda una caída estructural y estratégica que subyace a las decisiones gubernamentales. Será este el panorama que arropa los lugares donde los hijos de Francisco Henríquez y Carvajal buscan insertarse para su crecimiento y desarrollo.
En La Habana, Max Henríquez Ureña se encuentra sin empleo y luchando por insertarse en el ejercicio del derecho para subsistir a la situación político-social. Pedro Henríquez Ureña se encuentra en México, tal y como lo hemos visto, donde es bien aceptado en el más alto núcleo intelectual, participando también de cambios que promueve la revolución mexicana, en un momento en el cual orienta a jóvenes escritores intelectuales del país y creando instituciones humanístico-culturales de solvencia ideológica e intelectual.
Los demás hijos de Don Pancho Henríquez, del segundo matrimonio, han abrazado carreras técnicas y tradicionales que tienen valor en el contexto de la tradición laboral cubana y americana, para de esta suerte poder insertarse en un puesto que les ofrezca mayores oportunidades y salarios apreciables para salir a flote en un medio que, sin embargo, de define y se explica por los niveles tradicionales de influencia.
Sin embargo, Camila, la hermana más pequeña del matrimonio Henríquez Ureña, se encuentra en el momento sin una segura definición familiar, y sin un lugar que la acoja en el marco de sus principios, finalidades de vida, gustos intelectuales y calor cultural para lograr las oportunidades en un medio favorable y necesario para sus vuelos literarios y su formación académica. De ahí que para ella los logros de su padre son insuficientes para sus expectativas.
Los contextos, hechos y momentos que le narra y le describe Camila a su hermano Pedro son, indudablemente circunstanciales, pero también sintomáticos de la situación que se vive en Cuba, tal y como podemos observar en la siguiente cita:
“Al pobre Torralva le pasó que tuvo un lance y mató a otro. Este otro era director de un periódico cualquiera y se llamaba Mendíbur. Se permitió publicar un artículo en su periódico insultando a la prometida de Torralva, señorita Borja Cos, del modo más grosero e injusto; todo esto dizque para “vengarse”, por unas rencillas que tenía con el periódico de Torralva, Oriente Literario. Torralva fue a pedirle satisfacción por el referido artículo, y Mendíbur le golpeó y le derribó al suelo; entonces Torralva le disparó con su revólver, matándolo. Está en libertad, bajo fianza. El muerto era hombre de baja estofa y de pésima conducta. Es muy probable que Torralva sea absuelto”. (Ver, op.cit.pp. 303-304).
Camila quiere explicarle, narrarle e informarle a su hermano Pedro, ocurrencias posteriores a su salida de Cuba hacia México. De ahí que quiera ofrecerle detalles de incidentes, tal vez banales y simplemente circunstanciales ocurridos en Santiago de Cuba:
“Hace siete días hubo aquí un gran incendio: se quemó la cuadra de Enramadas entre Hartmam y San Bartolomé. Contenía siete establecimientos que ardieron íntegramente. Entre ellos la “Tu Casa” de Ostermán Lamarche. No estaba asegurada y su dueño a quedado en muy mala situación. Ostermán me había dicho que iba a mandar a Carapón a Paris, pero ahora no podrá!. Max me dijo lo del plagio. ¿Y Justo Facio no ha escrito? Yo no he ido, desde tu partida, a casa de nadie, por las enfermedades, etc., pero las Arrufat han venido a verme. Preguntan siempre por ti, y por Carlos Manuel. La otra amiga que fue al vapor francés a despedirme, Guarina Lora, pasa por la pena de ver a su hermano Giordano (que fue novio de María Luisa) con los pies partidos por un tranvía eléctrico que le pasó por encima de ellos. El desgraciado no ha muerto milagrosamente, pero no se sabe si podrá caminar. Lo más probable es que sí, pero quedará cojo”. (op.cit. Ibídem.).
Los acontecimientos que le refiere Camila Henríquez Ureña a su hermano Pedro Henríquez Ureña, forman parte del diseño cotidiano de vida y el desenvolvimiento sociocultural en Santiago de Cuba a comienzo de la segunda década del siglo XX, en medio de hechos violentos, sangrientos, trágicos y desde una visión un tanto adversa de la vida ciudadana en Santiago de Cuba. Los conformantes contextuales visibles en su comunidad histórico-cultural, ponen en alerta a Pedro Henríquez Ureña, y sobre todo a su hermano Max quien se encuentra en la Habana logrando posicionarse en algún puesto de trabajo, aceptable para lograr un cambio estratégico en su vida. Su padre Pancho quiere estar fuera de la República Dominicana, debido a las inseguridades políticas y económicas del país donde la difícil situación impide un desarrollo profesional serio y sobre todo una democracia y un marco de derechos aceptables. Estamos en 1911.Seis años después se iba a producir la primera ocupación de los Estados Unidos de Norte América a la República Dominicana, momento en el cual comenzaría la errancia de los Henríquez Ureña, determinada por los viajes y políticas de autoexilio de sus cabezas principales.