Alfonso Reyes afronta su nueva lucha a favor de la obra, la cultura mexicana y latinoamericana en un momento de crisis y decisiones que obligan a revisar la mirada literaria, intelectual, institucional e identitaria. Lo primero es crear condiciones para poder trabajar y aceptar propuestas serias con horizontes amplios dentro de su país:

“Pronto me mudaré a mi nueva casa, que he construido hipotecando y con el dinero que se me devolvió de pensiones, al retirarme del servicio exterior. La hice para mis libros y trabajos:

Una biblioteca extensa y cómoda y en un rincón para dormir y comer debajo de una escalera. Mi hijo, que con su mujer trabaja, construyó al lado. Mi dirección será: Avenida Industria 122, Colonia Hipódromo-Chapultepec, México D.F. (queda cerca de la calzada Tacubaya, y desde mis balcones veo los volcanes nevados)”. (Ibídem.)

Para Alfonso Reyes, sin embargo, es importante la aprobación de Pedro Henríquez Ureña, en un momento en que todo va cambiando por razones de nivel de vida, circunstancias reales, madurez y decisiones convenientes para el amigo.

El regreso a los orígenes resulta costoso desde el punto de vista sentimental y ontológico:

“Perdóname un momento de flaqueza sentimental -prosigue AR-.

Todo lo que he hecho supone algunos sacrificios para mí de todo orden. Me haría mucho bien recibir de ti una palabra de aprobación, por sobria que sea”. (Ibíd).

En efecto, autotrascendencia, trayecto ontológico- existencial y vocación por la literatura constituyen la continuidad de un proyecto y una obra de vida que tendrá como resultado lo que conocemos como Obras Completas de Alfonso Reyes, con sus obras complementarias que extienden el marco más amplio de sus obras completas.

En otro orden de ideas, y todo en la misma carta de Reyes pasa a informarle sobre su contacto con Vicente Lombardo Toledano y sobre Losada:

“No he visto aún a Vicente, pero he tenido contacto con él, por una colaboración que me pidió y ya la mandé, sobre España precisamente ¡Qué alegría poder llamar a las cosas por su nombre, sin la cortapisa diplomática!” (Ver pp. 462-463).

De manera un tanto indirecta AR le observa a PHU el hecho de que se publican sus cosas en Losada sin mandarle por cortesía ningún ejemplar o pago:

“Veo que Losada está publicando de Chesterton y no se acuerda si quiera de mandarme un ejemplar! Supongo que ese sigue muy bien. No me olviden en sus propagandas: yo suelo hablar de los libros. Estoy preparando otro Monterrey, unos documentos chilenos-mexicanos que recogí en 1933, y tengo dos libros en prensa”. (Ibídem. p 463).

Después de dos cartas sin contestar, y en ánimo de poner a AR en cierto tipo de actualidad, PHU le escribe el 30 de junio de 1939 desde Buenos Aires, una carta casi familiar de tipo “personal” para tenerlo al tanto de algunas cosas del ambiente bonaerense:

“Exceso de ocupaciones y molestias físicas me han impedido, aún más de lo usual, escribir. Por acá, nada de muy particular. Faustina, la de Perla, murió de súbito, dormida mientras estábamos de visita. Duelo enorme. Perla ha quitado la casa y se ha ido a vivir a Alvear Palace”. (Ibíd).

Panorama y narración son valores de las últimas cartas de ambos “corresponsales”, toda vez que las pautas parecen desarrollarse como ficción y diégesis. Lo narrativo es también una función literaria y textual donde el Epistolario… alcanza su significación temática y su fuerza poética, siendo así que sus actores forman parte de un mundo marcado, determinado, sentido como evento histórico.

La filosofía del sujeto se ha construido en este Epistolario… como identidad, “razón histórica”, trascendencia y autotrascendencia. Desde esta vertiente, la literatura y la vida responden a cierta experiencia trágica donde el sentido de la cultura motiva las respuestas existenciales, morales, políticas, sociales y otras que surgen como fuerzas imaginarias y sentientes.

En el Epistolario íntimo… el hispanismo aparece como determinación y consciencia cultural, algo que necesita ser estudiado a la luz de una contradicción que ha reconocido todo el trazado formativo hispanoamericano. Lo que se lee como espacio, tiempo y memoria en las tensiones de la misma historia cultural y literaria cobra valor y significación conformada por nuestros dos intelectuales.

PHU le refiere a su amigo AR lo que “suena” en el ambiente:

“Prometen venir a dar conferencia, en agosto, Ortega y Marañón. Menéndez Pidal se ha dicho que viene, pero no vendrá. Ossorio se ha quedado aquí y ha traído a toda la familia – 19 – y todos trabajan. La hija soltera, Josefina, como (Raúl) han recibido al hermano médico (Juan y a su familia. Jiménez de Azua (Felipe) trabaja en libros de medicina para Losada. Dale de estas noticias a Enrique Díez Canedo, a quien por fin pude escribirle”. (Ibídem.).

Entre peripecia, encargos y costumbre de escribir AR le escribe a PHU sobre algunas necesidades culturales y personales:

“Ojala quisieras desprenderte de alguna paginita tuya para que la publique los jóvenes que hacen aquí la revista “Taller”. Merecen esta prueba de simpatía y yo te lo agradeceré mucho”. (Alfonso Reyes, carta del 7 de noviembre de 1939, op. cit. p.464).

“Pedro: no sé si te quedaste con volumen mío sobre Fraseología de Cervantes. Si así fuere ¿Podrías devolvérmelo?. Saludos y cariños”. (Carta de AR a PHU del 21 de noviembre de 1939; Ibídem. op. cit.).

En 1939, el tempo-ritmo de las cartas varía perdiendo y ganando en temas y asuntos. La salud de Pedro, así como la de Alfonso, va sufriendo reveces evidentes y, como se hace observable en el Epistolario… ambos actores se ven tocados por eventos, ya sean familiares, así como de salud y tropiezos editoriales, económicos y personales. El quehacer literario y cultural arroja signos contextuales incidentes en la vida de ambos, y por supuesto, las amenazas y contingencias se van haciendo reales y visibles.

Las diferentes “novelas” aparecen como complejo de situación y acción en el mundo intrahistórico, acentuado por una determinación de las condiciones de producción y realidad en la cual el sujeto memorial no pierde su idea de misión, valor y meta. Pero el relato que va ordenando poco a poco el cuerpo cultural del Epistolario… también provoca el “deseo de escritura y escribir”, al que nos hemos referido en algunos momentos de nuestro análisis sobre la vida-obra de AR y PHU. Hemos visto en las últimas cartas de 1939, cómo la vida histórica y literaria de Hispanoamérica revela sus ritmos, caídas, vertientes y razones mediante las cuales se redefine la acción crítica y política del sujeto en contexto. Lo que por tanto implica un conocimiento y un estado de situación cuyos puntos fuertes traducen una cultura en movimiento y sus demonios epocales.

En efecto, veremos cómo todo ese marco de conflictos editoriales y cómo esa “narrativa” España-América, presenta inevitables quebraduras que piden ser investigadas, conocidas o reconocidas y atendibles en varios niveles de contextualización y discurso. Las diversas “costuras” del espacio-tiempo cultural generan las imágenes públicas y privadas que sugieren “lecturas”, visiones, tensiones, opacidades y transparencias ideológicas.

Todo un mundo real se explica justamente por diferentes criterios e ideales que nutren el mundo de la obra y su historia. Crítica, subjetividad y presencia constituyen la vida misma de las formas literarias en Hispanoamérica.