Una historia de la correspondencia de historiadores, literatos y humanistas en general, no debe perder de vista lo que debe ser publicable y aquello que debe permanecer bajo llave o impedido para la esfera pública y editorial.  Algunas cartas pueden poner en crisis una obra, dependiendo de lo que se publique como base de pertinencia o lo que no se publique debido a algún obstáculo de tipo social, personal, ético o moral.

En alguna ocasión, el erudito italiano Umberto Eco declaró en entrevistas que los archivos y manuscritos de escritores, humanistas o cientistas que no hayan sido publicados en vida, deben ser destruidos para evitarnos historias, opiniones o falsos espacios creados por textos que son simplemente íntimos. El yerro de algunos documentos epistolares puede ser incidental, accidental o contextual según sus efectos e interpretaciones.

El “deseo de escritura” de cartas de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes se ha hecho expreso en lo que la visión absorbe, discrimina o analiza desde la tradición, el despertar mismo de la obra en su contexto y en la escena o espacio que pronuncia su significado.  Al leer los epistolarios de ambos escritores y humanistas podemos percibir o advertir la variedad de temas que han conformado sus obras.

Los círculos intelectuales que han formado o a los que han pertenecido ambos en España, México, Argentina, Cuba, Estados Unidos, constituyen legados literarios, culturales y humanísticos cuyos núcleos han tenido implicaciones formativas, históricas, críticas, estéticas y culturales que encontramos en los tres tomos del Epistolario íntimo.

De hecho, muchas de las cartas que le han servido de base al Epistolario…, también se han publicado en otros libros, colectáneas, ediciones de obras escogidas, recopilaciones, selecciones de textos, ediciones de obras completas y otros libros, periódicos o revistas compendiosas.

Al estudiar las relaciones temáticas e impresiones que los autores asumen y conforman a través del intecontacto, podemos interpretar y comprender sus preocupaciones éticas, académicas, políticas, filosóficas, sociales, educativas y literarias mediante un diálogo privado y una visión direccional de las creaciones artísticas, culturales, poéticas y ensayísticas.

Como ya hemos podido constatar a través de una lectura “sintomática” y textual, existe en ambos autores un cuadraje intelectual, crítico, literario y estético motivado por una cardinal humanística y visionaria.  Lo que podemos advertir en el conjunto y las partes del Epistolario… y sus vertientes culturales, educativas y literarias es justamente la “necesidad” de escritura y proyecto cultural mediante una orientación axiológica.

Así las cosas, todo el derrotero del Epistolario… está marcado por una cardinal literaria y existencial particularizada por la tensión presencia-ausencia, soledad-compañía, amistad-comunicación cuyo ritmo se explica por toda una eventología cultural de ambos sujetos.

Para PHU y AR la carta, la epístola, la letra, la misiva o la correspondencia, no definen de manera estricta la propiedad del género, siendo su extensión legible cuando la misma se explica como testimonio, comunicación interpersonal, ensayo, tratado, crítica, lección y aficción. Por lo cual, el estilo de la carta, a veces clásico, otras veces renacentista y en la mayoría de los casos de ruptura con el modelo clásico remitente-emisor/destinatario-receptor, se consolida en su espacio de reflexión y visión temporal.

Ambos locutores se acogen a la estructura retórica-textual de la carta tradicional, apartándose, en algunos casos (elección de tema, tipo de desarrollo y legibilidad estilística) del modelo clásico-renacentista.  La variedad de cartas en la modernidad tiende a dislocar el modelo clásico a favor del tratado, el ensayo o el testimonio íntimo. Según se lee en Joseph T. Shipley (Diccionario de la Literatura Mundial) Eds. Destino, Barcelona, 1962 (1973):

“La carta suele estar dirigida por el remitente en primera persona, al destinatario, en la segunda… La carda moderna es, por general, escrita, no se hace ninguna alusión al portador y su tono es convencional.  Pero incluso cuando existen las condiciones físicas para la llaneza, es toda conversación entre dos personas; por tanto, es conveniente distinguir, como hacían los retóricos del bajo latín, a (la carta privada (personalis) de b (la carta de negocios (negotialis)… Hay también c) la carta abierta o pública dirigida ostensiblemente a un individuo pero cuya publicación se desea y en ella se piensa al escribirla.  Su uso principal ha sido siempre expositivo y didáctico, aunque también puede constituir una defensa  personal o una impugnación.  Como el diálogo, la carta es también un medio apto para presentar conclusiones que se desea acepte otro, una exploración mental con ese fin; pero su radio de acción es más amplio que el del diálogo, pues, aunque permite la soltura de la conversación corriente, no se limita a ella.” (Véase pp. 86-87, op. cit.)

La inscripción del Epistolario íntimo acoge, como ya hemos visto, los puntos de base en cuanto a forma, estilo y redacción especial.  La cardinal que podemos advertir en el presente Epistolario… se ajusta a los argumentos de la carta-ensayo-testimonio; y siendo nuestros autores escritores, ensayistas e investigadores se inscriben en el modelo epistémico de la tradición y de la modernidad en cuanto a la creación epistolar.

Tal y como se explica en Joseph T. Shipley (Op. cit.):

“En la antigua teoría retórica, la amistosa carta privada se toma generalmente como norma, y la llana naturalidad de la conversación entre amigos se presenta como el ideal de estilo epistolar. Demetrio en el tratado más importante sobre la carta (Sobre el estilo, 223-235) hace del “sentimiento amistoso”… su principio informador y dice que la carta debe ser sincera, sencilla, breve y escrita en estilo llano, aunque elegante; pero como quiera que se trata de un escrito, no puede ser tan natural como un diálogo de la vida corriente y, sobre todo, cuando va dirigido a un importante personaje, el estilo se eleva necesariamente.” (Ibídem.)

En efecto, la estructura del modelo adoptado sufre alguna fractura, como podemos ver en los usos comunicativos a través de cartas, tarjetas, mensajes breves, destinatarios dobles que aparecen en el Tomo III, donde la misma carta dirigida a Pedro y a su esposa Isabel por AR, va dirigida particularmente a los dos destinatarios.   Así como PHU le dirige a Manuela mensajes especiales como esposa de Alfonso. (Ver Tomo III, pp. 383-385; pp. 385-388; pp. 388-389; pp.390-393).

Las cartas y envíos de las mismas entre Buenos Aires y Río de Janeiro o desde el tren que va desde La Plata a Buenos Aires, son un ejemplo de intensidad amistosa entre el maestro y el discípulo como orientación y cooperación de ambos para fines de conocimiento de la experiencia literaria y cultural.

Es importante destacar que AR y PHU, aparte de sus libros, constituyeron una obra epistolar de gran significación como contribución literaria y cultural.  La productividad de dichas cartas creó una experiencia axiológica ligada a la creación y a la información literaria, pero además, un campo testimonial y moral en base a paradigmas educativos y creacionales.

Entre el 6 de junio de 1930 y el 18 de septiembre de 1931 (respectivamente pp. 396-413), el ritmo de la comunicación epistolar muestra interrupciones por actividades, enfermedades familiares o desplazamientos de los emisores-receptores.  Responsabilidades literarias y editoriales crean dislocaciones o arritmias de la comunicación epistolar, manteniéndose el mismo sentimiento de amistad.

Reparos, excusas, explicaciones, inculpaciones y acotaciones se advierten en la correspondencia, habida cuenta de los cambios a propósito de los programas de trabajo de nuestros dos autores.  El estado existencial de AR y PHU ha sido variable en el Epistolario entre 1930 y 1940, debido a los constantes compromisos editoriales, familiares y académicos (en el caso de PHU) y a compromisos diplomáticos, literarios y editoriales de AR.