Los usos de Pedro Henríquez Ureña tienen varias vertientes, confirmadas por la bio-bibliografía hasta ahora reconocida y documentada por la investigación y las fuentes. Tenemos que gran parte de la historiografía y la bibliografía conforma usos culturalistas, historicistas, políticos, críticos, lingüísticos, biográficos, institucionales, pedagógicos, literarios, estéticos, editoriales, interinstitucionales, interacadémicos y otros de los cuales se nutre una cantidad de polilla y carcoma periodística, pero sobre todo pseudocrítica, ampliamente conocida en América Latina, El Caribe, los Estados Unidos y en la República Dominicana.
Este fenómeno ha dado lugar a una investigación direccional, estos es, a estudios enfocados a re-ponderar el marco de los estudios en torno a la trayectoria y las cardinales de nuestro intelectual, sobre la base de cierto nivel de rescate documental, pero ante todo interpretativo y comprensivo de su vida-obra a partir de lecturas focales, contextuales y motivacionales centradas en fuerzas histórico-críticas e historiográficas surgentes de sus escritos fundamentales.
Lo que demuestra hoy la obra-fuente y la obra-crítica de Pedro Henríquez Ureña es su vigencia en el marco de la cultura literaria de la América continental, así como de la policulturalidad expresa en su obra y actitudes integradoras.
Toda una visión y convicción, resulta de los diversos niveles de explicación motivados por aquellos posicionamientos que le han dado carácter de justificación y validez a su perspectiva de estudio hispanoamericanista que hoy producen una crítica definicional y neofuncional a la luz de los estudios literarios académicos, postliberales, culturales, interculturales y hemisféricos, tal y como se ha podido observar en la misma traductología de su obra-pensamiento, aún no investigada de manera suficiente.
De ahí que los usos de PHU y su familia se hayan apropiado de temas, ejes, formas y vertientes muchas veces empobrecidas por supuestos expertos, que sin leer sistemáticamente el corpus del maestro dominicano y su familia, se han dedicado a ofrecer usos deterministas, circunstanciales, conservadores, mitificadores, des-fundamentados y erróneos debido a ese “mapa de la mala lectura” existente, en muchos casos, en los estudios latinoamericanos, caribeños, norteamericanos y europeos entre otros que acogen, traducen e interpretan el texto-archivo sin los debidos niveles de conocimiento, proceso, competencia crítica y comprensión dialógica.
Todos los focos ideológicos de Pedro Henríquez Ureña que hemos advertido en el contexto de nuestra búsqueda se hacen observables desde los usos críticos, históricos, culturales, literarios, lingüísticos, epistolográficos, éticos, filosóficos y otros visibles en escritos circunstanciales sobre la obra de PHU.
Pero lo mismo ocurre con la obra de Alfonso Reyes en México y en otros lugares de América Latina, el Caribe y los Estados Unidos de Norteamérica. El maestro y polígrafo mexicano ha sido tergiversado, ironizado y usado al gusto y al óleo de improvisados desconocedores de su magno archivo literario y cultural que representa el corpus de sus obras, aún incompleto.
Sin embargo, las limitaciones observadas en el acercamiento a los cuerpos textuales de PHU y AR, hace posible los rescates, las ubicaciones y reubicaciones de ideas, escritos, cardinales, tópicos y documentos que enriquecen el pensamiento crítico-literario e histórico-cultural hispanoamericano, tal y como lo demuestra la significativa e importante Historia de la cultura literaria en Hispanoamérica, constituida, compilada y editada por Dario Puccini y Saúl Yurkievich (Ed. Fondo de cultura económica, México, 2010, vols. I y II).
La perspectiva de una obra como la citada, publicada en italiano bajo el título original Storia della civiltá letteraria ispanoamericana (2000), traducida al español por Juan Carlos Aguilar, Eliane Cazenave y Beatriz González Casanova, ha gozado de los aportes de un cuerpo amplio de estudiosos que se han nutrido de los aportes de PHU y AR y sus experiencias históricas, críticas, teóricas, historiográficas, hispanoamericanistas y pedagógicas, inspiradas en muchos casos bajos las actitudes y motivaciones de ambos intelectuales.
Las líneas de lectura que sugiere la obra citada, compilada y organizada por Puccini y Yurkievich, rescata un nuevo posicionamiento de los Estudios Hispanoamericanos surgentes desde las nuevas experiencias del neohispanismo europeo, norteamericano y caribeño, donde la visión de PHU y AR junto a otros maestros de la crítica y el pensamiento americano confluye, complementa y constituye un universo de cardinales críticas integradoras de horizontes formativos y culturales de nuestros días.
En la Introducción de la obra citada de Dario Puccini y Saúl Yurkievich, titulada “La comunidad cultural hispanoamericana en su literatura”, expresan que:
“La literatura hispanoamericana es en parte una creación de la crítica que con una visión continental, totalizadora, congrega, ordena y entrama corrientes y escritores de todos nuestros países en toda época. Pedro Henríquez Ureña con La corrientes literarias en la América Hispánica, compendio publicado en 1945 en inglés y en 1949 en español, con gran versificación y juicio certero, sienta las sólidas bases de nuestra conjunta historia cultural desde la Colonia hasta el presente”. (Ver, op.cit., vol. I, p. 13).
Dicha cita es reveladora de toda una doxa histórico-crítica usada en muchos casos por el hispanismo continental y transcontinental en sus líneas intelectuales y conformativas de base. Podemos decir que a partir de una suma determinada de diarios, epistolarios, memorias de informes institucionales, PHU y AR han llevado a cabo acciones culturales y literarias desde la diplomacia, la educación, la cátedra libre y pública, la escritura autobiográfica.
El espaciamiento social de los usos intelectuales tiene su historia en Hispanoamérica, el Caribe, el Oriente cercano y lejano y Europa. De ahí que el Epistolario… sea la huella de una historia intelectual incluyente y marcada por una práctica-teoría de la representación en el diario, la memoria, las cartas y ediciones de obras.
Por supuesto, la historia, la crítica y la teoría literarias se construyen como dominio en la tradición moderna hispanoamericana y más en AR que en PHU; la teoría y la historia culturales se expresa en la obra literaria como sociedad, sentido y cultura.
El primer párrafo de la Historia de la cultura literaria hispanoamericana de Puccini-Yurkievich particulariza una visión asumida por PHU desde 1920 hasta sus conferencias de Harvard publicadas en Las corrientes literarias en la América Hispánica y la Historia de la cultura en la América Hispánica:
“¿Qué es la literatura hispanoamericana? ¿Quién y qué nos autoriza a hablar de una cultura literaria hispanoamericana? ¿Es la América de lengua española un área donde surgen escritores locales que producen obras periféricas como apéndice de la literatura española, o es un espacio con integridad propia y con una identidad cultural inconfundible?… La lengua es la madre de toda literatura. La lengua común de Hispanoamérica actúa como un poderoso aglutinante aunque presente variantes regionales casi todas léxicas. En la misma España, el castellano se diversificó más que en América y no llegó a absorber las lenguas regionales como el vasco, el gallego o el catalán. El castellano de América, escrito o hablado, ha recibido aportaciones de las lenguas indígenas, algunas de las cuales pasaron al español general… Pese a las enormes distancias geográficas que separan a los países de América, la lengua desde el sur del Rio Grande hasta Tierra del Fuego es la misma y es el fundamento de la comunidad hispanoamericana. Sobre esta sólida base se asienta la singularidad literaria del continente. La literatura hispanoamericana procede, con sus diferencias expresivas y temáticas, con sus particularismos léxicos y fonéticos, de una matriz común y tiene, como lo ha demostrado la narrativa del boom en la década de los sesenta y los setenta, una personalidad propia, reconocible desde adentro y desde afuera”. (Op.cit.pp. 9-10).