El 21 de agosto Alfonso Reyes le escribe a Pedro Henríquez Ureña, desde Madrid, en torno al mencionado prólogo para el libro de Mariano Brull. Ya hemos visto que por cansancio, falta de dinero, calor y otras dificultades, P.H.U. no le ha podido entregar el prólogo ni cumplir con su promesa. Sin embargo, AR elabora su Historia literaria de México, solicitada por Foulché Delbosc para la Revue Hispanique.

Pero Reyes necesita las ponderaciones, explicaciones diacrónicas de Henríquez Ureña para poder asumir y llevar a cabo su compromiso con la prestigiosa Revue… y para ello quiere información,  juicio seguro de su amigo y orientador en esta materia. Sobresalen en este sentido los nombres de eruditos y estudiosos como Chacón y Calvo, Américo Castro, Martín Luís Guzmán, Rodó, Francisco Giner de los Ríos, Menéndez y Pelayo y otros escritores importantes que empalman con su proyecto.

Lo cotidiano de este tipo de trabajo, involucra también un estilo, un procedimiento, así como estrategias de obtención de datos. Todo lo cual da cuenta de un modo y de cierta práctica proveniente de la Historia, la Filología y de la misma Crítica en tanto instituciones de saber y pensamiento útiles y necesarias para la organización de empresas literarias. La ironía de Reyes suena jocosa y a la vez pragmática. En la carta citada, y ya casi finalizando la misma, le hace otra petición de las tantas que necesita de PHU:

“Pedro: Si tú haces que Huntington me regale un millón de dólares, me comprometo ante el ara de mis dioses a ser el primer escritor del habla castellana. Pero mientras tenga que hacer todo el día y toda la noche filología de cuistre y gramática de fracasado (s.n), no es posible, señor, no puede ser”. (Carta citada, p.286, tomo II).

En alusión a su método, AR entiende que el método depende de estrategias, pero también de tácticas de trabajo y por ello se nutre de la Filología buena y de “Filología de la mala”. Para esto, las ideas históricas, críticas, literarias y filosóficas les servirán para escribir su llamada Historia de la literatura mexicana.

El desarrollo de esta carta es el siguiente:

“Comuniqué desde luego a Urbina tu tarjeta sobre esperar tu prólogo para el libro de Mariano Brull. Apenas era tiempo. Rodolfo ha llegado a San Sebastián y ha caído en cama: me anuncia que en cuanto salga me remitirá papeles que me envías: ¿estará entre ellos prólogo Brull? He comenzado a organizar mis notas para la breve historia literaria de México de la Rev. Hisp.-Piensa en mí y envíame torrentes ideas. ¿Puedes enviarme ese nuevo libro de historia literaturas hisp. americanas que vais a traducir? Me convendría nota detallada hecha entre tú y Guzmán de Romances viejos en México. Ya sé que lo único legible sobre la materia es tu nota dominicana, notas de Cubani-Chacón y notita Castro, todo de “Cu Contem”. Pero acaso Guzmán pudiera acordarse del contenido de su Little colectivo. Lo citaré, no tema. Además conservo por ahí nota tuya en Las Novedades on Romances en América. El primer capítulo será una presentación genética de lalit.enMéx.; cómo nació. 1) lit.popul: lo que la gente española llevaba consigo, desde los proverbios de Cortés hasta los romances que sus capitanes recitaban: “Carta Francia Montesinos”, cit.por Bernal Díaz. 2) Misioneros: todalit.de catequismo religioso; 3) Universidad: literatura creada ya en México por virtud de la cultura de nueva formación 4) Literatos peninsulares que venían a Nueva España, trayendo su lit.ya hecha; 5) Cronistas: toda lit.que cuente episodios de la Conquista que tenga en gral.carácter histórico. – Después de esta presentación de las corrientes formativas de la lit.(en que caben listas de nombres principales y breves notas biográficas o simplemente fechas principales), hay que volver sobre la misma materia para estudiar los productos de estas formaciones: los mismos géneros literarios que se van produciendo; ej: teatro en México. ¿Me he explicado? Creo que es la manera más filosófica de embocar una literatura en formación. Claro que habrá capítulos en que la presentación “genética” se confunde con el estudio de los géneros mismos. Resolveré de un modo práctico cada conflicto. Por ejemplo: de literat. popular, paremiología, folk-lore, romances, cuentos pop. etc., habiendo tan poco estudiado, diré todo lo que sepa y agotaré el tema en la primera parte del “género lit.” – En cambio en el capítulo de “cronistas”, en la primera parte sólo haré una presentación lo más biográfica y catalóguica(sic) posible del tema, mientras que en la segunda parte lo estudiaré críticamente. ¿Me has entendido? Este cuadro sólo abarca el siglo XVI y comienzos del XVII, los orígenes literarios.

El punto inicial de la lit.mexic. lo resolveré también prácticamente, procurando aludir a todo lo que a México atañe. – Aún no he pensado sobre las épocas posteriores. Temo no haberme explicado con bastante claridad. Lo sentiría porque estoy orgullosísimo de mi método; creo que es, sencillamente, genial, y pertenece a aquel orden de ideas que apenas comienzo a ser capaz de producir: las ideas históricas, de que mi larga infancia me tenía ayuno. Comunica sugestiones etc. Recuérdame libros que no tenga y que debo consultar, te lo ruego. ¿Convendría para la ROMANIC REVIEW una nota mía sobre Grundriss der mexicanischen bibliographie? Se puede hacer una notita sobria y elegante sobre la materia (Beristáin, Icazbalceta, J.F. Ramírez, Andrade, León, González Obregón, etc.). Quién sabe si te parezca del género de filología de la mala, de esta que me obliga a cultivar el escaso don Ramón. Ya me dirás. Ya me dirás. Creo que sería fácil escribirla y pudiera darme algún honor entre aquellos universitarios.

¿Te acuerdas de mi canción:

Edgar Poe

Gat an other father;

Edgar Poe

Gat an other father;

in the land of Mahogany

gat an other pá.?

Pues bien; efectivamente algo hubo de eso; porque Poe quedó huérfano de padres a los dos años, y Jno. Allan lo recogió y educó como hijo, aunque después, al segundo matrimonio de su protector, Poe se peleó con él por dinero: Allan murió sin dejarle un céntimo, después de haber expulsado a Poe de su casa. Esto en mi excelente biogr. que forma parte de mi deslumbradora edic. de Poe, from Virginia.

Ya seguiré; tengo que afeitarme y marcharme a toda prisa a dar mi penúltima clase: hoy estoy hablándoles de literatura americana. Mañana estaré ya de vacaciones y tal vez iré unos cuantos días a San Sebastián.

Hora y media después: dime si es verdad esto: la lit.en la N. Esp. se pone en el s. XVI al día con la Península y así se mantiene durante el XVII: la gente que trabaja en México como Cerv. Salazar está, como ambiente, a la misma altura de lo mejor español. Pero el XVIII español, por débil y por exótico, no tiene fuerza de propagación, y no llega a N. Esp. durante el s. XVIII, sino que se vive en pleno XVII: culteranismo, Sor Juana etc. – En los albores de la independencia llega la preocupación didáctica social a México, como en Lizardi, carácter de la lit.del s. XVIII español, pero ya se mezcla (¿o no? No lo sé, te lo pregunto) con las primeras inquietudes románticas. Creo que no. ¿Verdad? Lo que me pregunto es esto: si el Bachiller Hidalgo era afrancesado y leía política en francés ¿no había ya quien imitara literatura francesa? El comienzo del XIX en Méx ¿no es más que un tardío reflejo del XVIII español? O hay ya inquietud “contemporánea”, “no-española”, “europea” o como quieras llamarle, “romántica” o qué: “prerromántica” o lo que sea. Y después, ya en la era independiente plena, en la época de la anarquía anterior a Díaz ¿todo es romanticismo hasta Gutiérrez Nájera? (Ya sé que aún lo actual es romanticismo, así como todavía vivimos del Renacimiento; pero en fin, aquí uso los términos relativos). Porque en España, hay, entre el romanticismo y la generación de maestros actuales (los del 98, Unamuno, Dicenta, Benavente, Azorín, Valle Inclán, Baroja, etc.) una época intermedia que yo suelo llamarle académico – oratoria: Echegaray, Valera, Castelar, Núñez de Arce, Campoamor, etc. – ¿No hay ese intermedio en México? Altamirano ¿es plenamente romántico? O académico ya (o como se llame eso) ¿Vigil? ¿Riva Palacio? Ramírez? Sánchez Mármol, por ejemplo, que es de la época de ellos, era más bien académico que no romántico. Pero no era poeta; y en la prosa es siempre más difícil seguir las evoluciones, porque las épocas de la prosa se parecen siempre más entre sí que las de la aguda y exaltada poesía. Díme lo que opines sobre todas estas cosas. Finalmente: ¿Francia desarrolló conscientemente influencia sobre América? Yo no lo creo, en lo intelectual al menos. Me parece más bien que fue una imitación de América, que se explica como todas las imitaciones, por falta de otra cosa posible: de España estábamos separados por completo o casi, y ninguna otra lengua accesible (italiano, por ej.) ofrecía un movimiento literario tan importante como el del simbolismo francés. Además, una indudable afinidad mental de los americanos a las formas irisadas y matizadas del arte, tu teoría sobre el éxito  de la complejidad en América, que me harás favor de formularme breve y precisamente para que en lugar oportuno “te cite”. También tendré presente tu teoría sobre influencia de grupos selectos, y el prólogo de Rodó a Darío. También Sierra onGut, Nájera sobre afrancesamiento. Y, en definitiva ¿tú qué crees de la imitación francesa en América? Qué dirá de ella un poeta francés? Finalmente: ¿crees realmente que se ha superado el simbolismo? No es un simple simbolista Gz. Martínez? Es posible que, si yo llego a ser poeta y no fracaso en esta línea, yo sí supere, en México, el simbolismo: creo que mis últimas odas en prosa van un poco más allá; pero, sin embargo, no superan aún la imitación francesa en que nos hemos hecho la cabeza. En este momento, además, siguen siendo los mejores poetas accesibles. No se te queda nada por decir.

Tú comprendes que teniendo tanta idea en la cabeza tendré que decir una palabra de cada cosa. Pero ¡qué alegría! Tener reducida a un índice esa enojosísima cuestión. Apresúrate a enviar a Foulché tu Sor Juana, para que yo me aproveche de ella. Si tienes noticias  de publicaciones mexicanas indispensables posteriores a mi salida de México, dí a los amigos de La Nave que me las envíen: a mí no me contestan nunca mis cartas. Tal vez no les llegan o no les es humanamente posible contestarme. Bien podrían usar caminos indirectos. Pídeles por mí que me ayuden. Es posible que ellos sepan ya muchas otras cosas y bien pudieran decírmelas para que yo las usara, con nombre de autor en cada caso.

El Murray de que me hablas supongo que es el helenista. No; no he vuelto a leer nada de él, e ignoraba que tuviera importancia general. Mi inglés muy bien; mejor de lo que quisiera, porque ya te he dicho que traduzco Chesterton para Calleja: Ortodoxia. Además, leo a Poe en estos días. Resuélveme esta frase, que una profesora de California discípula mía no ha sido capaz de traducirme, aunque habla muy bien español, y que declara no entender: “Poets are commonly spoken of as psychologically unreliable and generally thereis a vague association  between wreathing laurels in your hair and sticking straws in it”. No sé cómo traducir lo subrayado, aunque claro está que entiendo el sentido literal de cada palabra. Me parece una frase hecha, pero mi californiana la ignoraba. ¿Podrás tú…? Tú sí.

A propósito de decencia de la gente de La Nave: una de las ventajas de mis amigos de aquí es esa:  una decencia tan exigente – que aún se prohíben algunas libertades tolerables en los poetas, gente irritable. Villaespesa (a quien ayer hallé con Urbina y Nervo: ¡qué mexicanos tan torpes! Nunca saben donde ponerse) está, por ej: desterrado por ladrón y borracho y sucio. Y así otros. No se tolera a la gente mal afeitada. La influencia de Fco. Giner de los Ríos ha sido admirable: yo escribiré algún día ampliamente sobre este hombre, un libro que se llame “otra vez el siglo XVIII”, o algo así; pues en la higiene personal y mental, el esfuerzo de él y de todos los actuales que de él proceden consiste, como el de Luzán y Moratín, en coordinar a España con el resto del mundo civilizado; veremos si fracasan como aquéllos. Hay siempre un peligro picaresco y paradójico y siglo diecisiético en el fondo de la raza, contra lo cual luchan los liberales, los afrancesados, los reformadores del gusto. ¡Qué lástima que haya una inadaptabilidad fundamental en la mente española y que tengan que fracasar en estos ensayos de desafricanización ¡ Porque, mentalmente, nada hay peor que el siglo XVII español; a no ser el fracaso del siglo XVIII. Y el siglo diecisochismo fracasará aquí siempre frente al siglodiecisetismo, que cada vez vale menos en sí. Definición del XVII: fracaso del Renacimiento. Del XVII: fracaso de la europeización, o anhelo de ponerse, de un salto, donde no se pudieron poner, paso a paso, o por desarrollo del Renacimiento. Ejemplo del fracaso del s. XVII: el teatro español, esquema de mentalidad medieval salvaje, sometida al orden aparente y externo de la comedia renacentista, y sacada del diálogo rústico del teatro ante – Lópico. Ejemplo del fracaso de europeización: Ortega Gasset y Moratín. Y sobre este mar de problemas, Séneca, Menéndez y Pelayo y dos o tres gigantes sonoros (Hércules también, primer poeta peninsular y símbolo de la raza: matador de dragones o sea resolvedor de acertijos; forzudo ocioso; gigantón sin el cual el mundo estaría lo mismo, a pesar de lo que creyeron los antiguos: ya ves que tengo mi libro hecho en la cabeza). Cicerón decía de los vates cordobeses que eran: “pingue quídam sonates at que peregrinus”.

De buena gana seguiría; pero descubro que en vez de corregir unos temas de mis alumnos llevo mucho tiempo escribiéndote y suspendo.

Un austriaco que ha vivido en Portugal me presenta un tema muy curioso: sus impresiones primeras de España, por comparación con la gente portuguesa: y son éstas: la voz fuerte de los hombres, la voz gruesa de las mujeres, y la extraordinaria vivacidad de los niños? Está muy bien notado. A propósito de mujeres tengo un artículo que se llama “Las Roncas”. Que te cuente Martín lo que nos pasó con la única mujer de voz dulce que descubrimos un día en la calle de Torrijos: ¡que resultó ser mexicana! Sobre la vivacidad de los niños (mi discípulo dice que los niños portugueses tienen palidez extraordinaria y que se adivinan en su cara los cuidados de la edad adulta) ya había notado Acevedo que aquí, en Madrid, los niños se arrojan por la calle con la ceguedad de un toro. Cuando hemos vivido en barrio popular, en la acreditada calle de Torrijos, teníamos que quitarnos racimos de niños de encima que caían sobre nosotros, sin vernos, al ir nosotros por la calle, como mosquitos. Sobre esto puede consultarse con provecho la primera página de MAIU del admirable Pérez Galdós, que suele tener grandezas goethianas. Naturalmente, los exangües literarios de hoy en día no leen y afectan desdeñarlo. ¡Ah! A propósito de pún: ya salió aquello; más vale tarde que nunca, no podía ser de otro modo y por el hilo se saca el ovillo. (Dirás que me he vuelto loco o quiero, nuevo Quevedo, escribir un artículo de proverbios o un cuento de chistes y frases hechas): efectivamente. Aviraneta  figura, y con más psicología que en todos los libros de Baroja, en unas páginas de “Un faccioso más y algunos frailes menos”. Creo que después vuelve a aparecer. Hasta en esto procede de Galdós Baroja.

Y ahora, por los dioses, déjame acabar esta carta, y dáme tiempo para hacer otra cosa; que tengo mucho que hacer. Pero en comenzando no acabo. “Da tan poco lugar Serna, que no querría alargarme, y no sé acabar cuando comienzo a escribir a vuestra merced; y como nunca viene Serna, es menester tiempo. Serna (no es Ramón Gómez da la, el genial estorbo) es el mandadero que lleva las cartas; vuestra merced eres tú y Santa Teresa la autora de las anteriores líneas.

Antes de que se me pase: díle a Martín que escriba inmediatamente un artículo para LA NAVE sobre este tema que le he mandado traetr de la mente de Dios, hecho para él: “Una reforma en el Circo: la obra de los Hermanos Orrin”. ¿Por qué no se ha de escribir sobre el circo como sobre el teatro y sobre el cine? Yo pienso, cuando me envían de México una buena pensión para que escriba lo que quiera, hacer un libro sobre el teatro de Variedades. Creo con Marinetti que es la creación contemporánea; sólo que Marinetti dice todo con pedantería anarquista, y por eso parece que miente; si hablara con el reposo de un racionalista francés del siglo XVIII nos parecería muy natural casi todo lo que él mantiene. En España, al menos, es el único teatro que tiene genialidad el de variedades. Este verano lo he probado mucho, y he visto y oído a la Esparza, la Pilar García, la Argentinita (antes), la Niña de los Peines (antes), la Mari Bruni (una de esas que solo gustan al público en verano, una italiana), etc., etc. Tengo mucho notado sobre ese género que se llama “excéntricos”, restaurant acrobático”, sobre “Don Leonardo”, y el que acompaña el payaso en los circos de Madrid; etc, etc.

Pedro: si tú haces que Huntington me regale un millón de dólares, me comprometo ante el ara de mis dioses a ser el primer escritor del habla castellana. Pero mientras tenga que hacer todo el día y toda la noche filología de cuistre y gramática de fracasado, no es posible, señor, no puede ser.

Adiós. Se va el verano. El fuego de Madrid, más tolerable hoy que el año pasado, se va reduciendo a cenizas, y de noche en noche el Guadarrama (la paradoja climatológica) resuella frío. La PULMONIA avanza por las mesetas de Castilla: tose y se apoya en su bordón; está cubierta de harapos y canta en su guitarra cosas de loco, como el mendigo que Heine encontró en mitad del puente fronterizo entre Francia y España. Apenas tiene dientes…Veamos: ¿qué dicen del tiempo mis sabios poetas agricultores? Pero los latinos eran rústicos y eran agricultores hasta en el amor. No es fuerza acudir a Virgilio; también Ovidio rige su arte más sutil por las estaciones del año: “A veces, en el otoño, cuando el año ostenta todos sus encantos y la uva purpúrea se hincha en los racimos, cuando a ratos tenemos frío y a ratos calor, la inconstancia del tiempo suele desfallecernos. ¡Puedan entonces mantenerse con salud tus amores!” (Ver Carta de Alfonso Reyes a  Pedro Henríquez Ureña, Madrid,21 de agosto,1916,op.cit. tomo II,pp.279-286).