Las historias humanas que se narran en el Epistolario íntimo de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, suponen un sujeto histórico-cultural y literario proyectado o re-proyectado en los valores y producciones que dinamizan las formas del orden y la representatibilidad; lo que permite entender los diversos mundos culturales y sociales evocados por ambos actores de dicho Epistolario íntimo… descifrado por los desprendimientos ideológicos que afirman y conforman algunos espacios, páginas, memorias activadas como bibliotecas, archivos culturales donde se organizan las ideas y los gestos sociales predominantes e incidentes.
Cada una de las cartas responde a un imperativo que va más allá de fórmulas, acuerdos o contradicciones; el elemento cohesivo de las mismas visiones, ideas y pensamientos tiende a incorporar registros e imágenes de vida convertidas en mundos culturales, líneas cardinales que cada vez cobran valor en el orden de los textos y sus formas de productividad.
En todo el Epistolario íntimo… prospera la Filología-alegoría como amor a las letras y como una ciencia que se disciplina en el logos como semilla verbal y comunidad textual. La vida de las letras y la de las lenguas se analiza y reconoce desde la Filología como discernimiento de lo literario y lo idiomático, algo que está presente como sello y proceso de reflexión, creación, escritura, interpretación y comprensión de lo verbal en sus diferentes estados y funciones.
Reyes y Henríquez Ureña escriben, reflexionan y practican la Filología desde sus cartas, asumiendo la defensa de la literatura y la lengua en sus diversas manifestaciones de género y discurso. La convicción de que el mundo se convierte en texto, lectura y sentido asoma como significación en el contexto de las cartas, la mayoría de las veces escritas como ensayos, informes de trabajo, tratado y discurso.
Para ambos polígrafos la Filología es la disciplina del espíritu histórico y literario; esta marca y fundamento se encuentra como fondo y estimación en el espíritu mismo de las letras romances y en las determinaciones de la práctica analítica integradora de la cultura literaria.
Lo que verdaderamente surge de la correspondencia Reyes-Henríquez Ureña es la agudeza del talento creador y el ingenio como fuerza reflexiva presente en el discurrir intelectual como eje fundamentador del pensamiento. La Filología en este proceso integrador y sofiánico logra constituir lo humano de las letras y los saberes idiomáticos.
Según del Diccionario de Autoridades (Ed. Gredos, Madrid, 1984, Ed. Facsímil) la Philología es:
“Ciencia compuesta y adornada por la Gramática, Rhetórica, Historia, Poesía, Antigüedades, interpretación de Autores, y generalmente de la Crítica, con especulación general de todas las demás ciencias. Es voz Griega. Lat. Philología.” (Op. cit. p. 250, Vol. III)
A seguidas se encuentra la entrada Philológica. Lo mimo que Philología, siendo así que Philológico CA es lo que toca o pertenece a la Philología. Lat. Philológicus. El Philólogo… el que estudia o profesa la Philología, o Letras huanas. Lat. Philologus…” (Ibídem. loc. cit.)
En efecto, la historia misma que traduce el vocablo Filología y que implica al filólogo es justamente aquello que muestra el trabajo de PHU y AR.
De ahí que el Epistolario íntimo revele sus estrías y órganos intelectuales como referencias propias de las “humanas letras” que en el encuadre hispanoamericano se valore como suma de encuentros con varias disciplinas que cobran cuerpo en el lenguaje. Los pasos hacia el saber humanístico llevados a cabo por ambos polígrafos constituyen una visión que encontraremos en la historia literaria y cultural de la América continental y por lo mismo de la cultura escrita peninsular.
De hecho, la travesía intelectual de nuestros dos autores asimila voz, e historia, crónica y tradición, trabajo y creación, sensibilidad y vocación, así como otras relaciones envueltas en el tópico de las Humanidades, la Cultura y la Educación. Estos tres dominios que constituyen el fundamento de la lectura y la producción de textos, comprenden líneas de acción y trabajo como visión que moviliza tiempos y espacios del orbe creador.
En su respuesta del 27 de mayo de 1930, Pedro le responde la carta del día 8. “¿Qué serán estas irregularidades?” Se pregunta y le pregunta a AR.
“No tengo nada que contar… Hemos terminado de colocar cosas –salvo las cortinas grandes- y entonces ya en la primera etapa… Yo trabajo mañana y tarde, estoy por decir que afortunadamente. Como ves por el baile de las letras, te escribo en el tren.” (Ver, p. 395)
Con el movimiento que produce el tren, Pedro busca su tiempo-espacio para comunicarle a Alfonso su trazado cotidiano, mientras le encarga la Breve historia de la literatura inglesa de Saintsbuy (Short history of English Literature):
“Quiero que me envíes la Short history of English Literature de Saintsbuy: vuelvo a enseñar drama inglés, y ese libro es el mejor de referencia para todo. Cuando envíes a Max (Aguilera Alta 10) los libros de Soto -¿y otro?- que te dí, avísamelo dándome títulos. ¿Sabes que Soto tradujo como brasileño un cuento de Mon que halló la revista brasileña?” (Ibídem.)
Cuando el 29 de mayo de 1930, Pedro le envía una carta a AR desde Buenos Aires y algunas razones quiere Pedro comunicarle a Alfonso:
“Recibí tus últimas cartas y envíos. La carta a Martín, si no la has enviado –quierálo Dios-, no la envíes. Razones:
1, tú la das como íntima secreta, pero Martín –político enviciado- no conoce la intimidad ni el secreto, ni siquiera la amistad (esto no es un juicio exaltado; es un juicio tranquilo; sólo te pido: piensa en todos aquellos que tú conoces en quienes predomina el hombre público sobre el privado, y sabrás si son capaces de guardar secretos ni de anteponer la amistad a la política, ni siquiera en casos como éste en que el político sólo ganará la satisfacción pueril de contar lo que tú dices);
2, como tú no haces la defensa del régimen, Martín aprovechará la carta para decir que tú lo desapruebas: por esto sobre todo, quisiera yo que la carta no hubiera sido enviada;
3, no creo que se deba conceder derecho a los hombres deshonestos para juzgar la conducta de los hombres honrados; yo nunca admitiré que el hombre honrado debe explicarse ante el deshonesto, el cual, por lo demás, sabe muy bien la verdad”. (Ibídem.)
Luego de la advertencia anterior y además, el espíritu de cautela que le sugiere Pedro a Alfonso, llega al punto que le interesa tratar como algo que aún está pendiente:
“La historia de la literatura hispanoamericana reciente, la podríamos hacer de la siguiente manera: yo escribiría un browillon, como comencé a hacerlo, y te lo mandaría; tú lo pondrías en francés, agregándole purple patches. Eso sí, no olvides cotejarlo, digo, hacerlo revisar por algún francés: en idioma extranjero eso es siempre indispensable…” (Ibídem.)
Sobre el otro asunto de CIAP, Pedro no cree que le paguen sin una justificación, indicándole a Alfonso que se puede y “se debe trabajar con ellos.” Se trata de la propuesta hecha por Pedro Sáinz sobre la Dirección de la Sección Hispano-Americana de la CIAP y que ambos intelectuales la han valorado como posibilidad. El rutario de búsqueda en las diversas vertientes productivas y productoras del trabajo filológico es lo que ambos autores tienen como norte y quehacer: editor, traductor, antologador, corrector, colaborador en proyectos literarios, periodista cultural, profesor, conferencista y otros, son los oficios posibles y reales que pueden asumir como línea y profesión.