Hace tiempo que había decidido no escribir ni pronunciarme más respecto a la figura y persona del gran líder conceptualizador y Rey Sol de Quisqueya, Leonel Fernández. Porque República Dominicana tiene otros problemas igualmente serios; pero, más urgentes a los cuales prestarle atención. Además que este señor y su sequito serán aplastados por el peso de la historia.
Sin embargo, las imágenes del atropello cometido contra periodistas y manifestantes, en especial contra Jeanne Marie Delgado (quien a pesar de la humillación sufrida no se dejó amedrentar y mantuvo su dignidad por todo lo alto), durante el evento de una entrevista con el ex presidente, me hizo recordar el terrible legado de los ochos años de desgobierno de Leonel Fernández.
Ocho años durante los cuales empeoraron los mismos problemas estructurales que desde siempre venimos padeciendo. La agravación de estos se manifiesta claramente en la violencia ejercida por esos grupos adeptos a un político en pleno declive como es el señor Fernández. La presencia de paleros en las actividades del ex mandatario refleja la putrefacción del sequito de Leonel.
No es la primera vez que sucede y probablemente no sea la última. Recordemos los episodios frente a FUNGLODE donde también hubo un altercado que terminó en la violación de los derechos de los manifestantes y reveló el corte dictatorial de Leonel y sus seguidores.
Tanto en aquél entonces como ahora se atacó la figura de Leonel; pero siempre los ataques son más despiadados contra los paleros. Quizás porque son ellos los que ejercen la violencia física y porque son a quienes más fáciles se les puede estigmatizar y condenar. Lejos de justificar acciones tan reprochables como las acometidas por estos jóvenes, lo cierto es que también son víctimas de este sistema injusto, excluyente y corrupto.
Estas palabras no son un gesto de condescendencia con quienes han maltratado a los manifestantes. Estas personas tienen que ser perseguidas y castigadas con todo el peso de la ley. Sin embargo, cabe destacar que son a estos jóvenes a quienes el sistema los excluye, los manipula y los pervierte. La falta de oportunidades, producto del orden impuesto les tira su dignidad por el piso, los corrompe y los lleva a vender su fuerza bruta por escasas monedas, un plato de comida y unas cuantas cervezas.
Todos sabemos que no serán ellos los que se beneficien de la entrevista con Leonel. Serán los mismos de siempre, los que descorchen la champagne por la concesión de una obra sobrevaluada, los que mantienen un sistema donde ante las vejaciones que sufría Jeanne Marie Delgado y demás personas presentes, los agentes de la AMET y la Policía Nacional no intervinieron en su defensa ni hicieron el mínimo esfuerzo de contener la situación ni de proteger a los manifestantes que ejercían su derecho fundamental de libre expresión.
Los ocho años de Leonel nos dejaron suntuosas obras, una deuda pública casi incontenible, una estirpe de políticos sin poder explicar sus multimillonarias cuentas bancarias; pero sobre todo, el legado de Leonel es el envilecimiento de un amplio sector de la sociedad dominicana a tal punto que se intente justificar el maltrato a quienes pacíficamente ejercían su derecho e incluso se descalifique a las personas por el simple hecho de estar afiliado una entidad política distinta del partido oficial. Es este envilecimiento el que mercantiliza a las personas y permite sin ningún apuro la genuflexión ante un político sin virtudes y cuyo “liderazgo” se debe exclusivamente a la repartición de sobrecitos amarillos.
T. @ThiaggoMarrero