Mientras más una población avanza en años, en más conservadora  se convierte. Esa es una variante irreversible, sobre todo si sus generaciones de relevo brillan por su ausencia, como es el caso de Europa.

Esta es la clave para comprender el Brexit, donde más del 76% de los votantes sobrepasaba los 55 años y, sin embargo, el 75%  de la población joven votó masivamente por la permanencia en la Unión Europea. 

Además de xenofóbica, característica típica de los británicos, el pavor a tener que asimilar inmigraciones forzadas provenientes del Medio Oriente los apabulló.

Para ellos la burocracia interminable de Bruselas, con sus exigencias financieras e imposiciones monetarias, resultó intolerable para la libra esterlina.

Ese mismo patrón, con algunas diferencias coyunturales, podemos aplicarle al caso de España y al triunfo repetido de Mariano Rajoy (Partido Popular) en las recientes elecciones generales, a pesar de una abstención de casi 30%.

Es el triunfo del refrán popular que reza: “más vale un malo conocido que un bueno por conocer” y el otro: “más vale pájaro en mano que mil volando”.

El mantra del Partido Popular (PP) durante la campaña no se desvió ni un ápice, a pesar de la corrupción sistémica que arropa a ese partido (más de 20 imputados), con un índice de desempleo que sobrepasa el 20% y una deuda pública de más del 100% del Producto Interno Bruto (PIB), con casi 5 millones de parados. Situación heredada del gobierno anterior.

La palabra mágica del PP, como el “sésame, ábrete” de Aladino en las “Mil y una noches”, fue: “un gobierno de moderación” y la mayoría de los votantes se tragó esa propaganda. El “PP” sacó 14 escaños (diputados) más (137 en total) que en las elecciones del 20 de diciembre del 2015 (cuando sacó123 escaños).

En esta ocasión ganó con el 33.03% de los votos (8 millones), dejando muy rezagados a los demás partidos, sobre todo al PSOE (Partido Socialista Obrero Español), el segundo más votado, liderado por Pedro Sánchez.

“Podemos”, un partido de jóvenes intelectuales de izquierda, ansiosos por convertirse en el más hegemónico en la escena política española, quedó en tercer lugar, pero aún más debilitado que en las elecciones del 20 de diciembre, cuando el “PP” no pudo conseguir el apoyo necesario para gobernar. Los de “Podemos” se presentaron como social demócratas, pero la mayoría es de ideología marxista.

De hecho, en esta ocasión se unieron a “Izquierda Unida” (Unidos-Podemos), el partido comunista español. Juntos quisieron desplazar al PSOE del centro-izquierda pero esta vez el tiro les salió por la culata.

Lo mismo le sucedió a “Ciudadanos”, un partido antípoda al de “Podemos”, formado por jóvenes anticorrupción, desprendidos del centro-derecha del “Partido Popular” (PP) y totalmente contrarios a la independencia de Cataluña, de donde procede la mayoría. Obtuvieron un exiguo cuarto lugar y, de acuerdo con el politólogo José F. Albertos, del “Centro Superior de Investigaciones Científicas de Madrid”, “Ciudadanos” pagó con creces en las urnas el acuerdo de 200 puntos que había pactado con el “PSOE” después de las elecciones del 20 de diciembre. Muchos de los votos de “Ciudadanos” retornaron al “PP”.

España es un país de envejecientes. Mientras la población latinoamericana no pasa de los 55 años (apenas un 12% lo hace), en España ese segmento es del 30%, convirtiéndola en una población de envejecientes, con un índice de nacimientos muy exiguo. Esto hace que prevalezca el deseo de mantenerse en el “status quo” reinante, tal como sucedió con el Brexit británico, lo cual repercutió negativamente en las elecciones españolas, sobre todo porque España es el destino turístico principal de Gran Bretaña.

No olvidemos que España es una monarquía parlamentaria, donde el Rey representa al Estado y el gobierno es elegido democráticamente por los ciudadanos. Sin embargo, para poder funcionar, el gobierno tiene que contar con una mayoría absoluta en el Parlamento (Congreso), o ser apoyado por alianzas interpartidistas para poder ejercer el gobierno. De lo contrario, hay que celebrar nuevas elecciones, tal como hicieron el 20 de diciembre del año pasado y, recientemente, el 26 de junio de este año. En ambas ocasiones el partido más votado fue el Partido Popular, pero no ha podido juramentarse por falta de apoyo en el Parlamento, al no haber sacado la mayoría absoluta, para lo cual necesitaría 167 escaños. Eso es precisamente lo que ha sucedido: el partido más votado (el PP) no cuenta con la mayoría absoluta y está tratando de forjar alianzas con otros partidos para poder iniciar un nuevo mandato.

Hoy por hoy el bipartidismo ya no existe en la Madre Patria y las nuevas generaciones tendrán que adaptarse a una democracia parlamentaria pluripartidista, como la que ya existe en muchos  de los países europeos, donde se gobierna a base de pactos y acuerdos entre los partidos.

En el caso de “Podemos”, una gran parte de sus votantes provienen del PSOE.

En el caso de “Ciudadanos”, la mayoría de sus votantes provienen del “PP”, el cual contaba en el 2011 (cuando ganó por mayoría absoluta) con más de 12 millones de votos, hoy día (2016) reducidos a 8 millones. Un descenso de más de un tercio de diferencia en una población cada día más envejeciente y conservadora.

Nota: Datos tomados del “Centro Superior de Investigaciones Científicas de Madrid”